La cultura micénica

Presbítero Amador Campos Serrano
11 noviembre 2025

La edad de bronce en el hoy llamado continente europeo, antes del esplendor de la cuna de la civilización occidental, la Grecia clásica, hace más de 3700 años, allá en el noroeste de la península del Peloponeso, cercano a la legendaria ciudad de Argos, floreció Micenas, contemporánea a otros centros urbanos como Pilos y Tirinto.

Edificados sobre una colina cercana a la actualmente llamada ciudad de Micenas, se levantan sus vestigios en colosales murallas, construidas, según la leyenda, por los cíclopes, míticos gigantes con un solo ojo, hijos del dios Urano y de la diosa Gea, entre cuyos restos ha quedado la llamada “Puerta de los leones”.

La Guerra de Troya, en el último periodo de esta cultura, incrustada a la historia gracias a la curiosidad de Heinrich Schliemann y a su pasión por la obra del poeta bardo, nos revela los parajes escondidos dados a la luz, aunque con imprecisiones, de una cultura que yacía sepultada.

Atreo, mítico y legendario héroe, cobró vida cuando, supuestamente, sus tesoros y los de Clitemnestra, esposa de Agamenón, fueron desenterrados: una perdida civilización quedó al descubierto,

Agamenón, uno de los protagonistas de la bélica epopeya, era hijo de Atreo, pero también heredero de una maldición lanzada contra su padre, en tiempos anteriores, cuando este, ardía sediento de venganza contra su hermano Tiestes, quien había seducido a Aérope, mujer de Atreo.

Para realizar su terrible venganza, Atreo invitó a su hermano a un macabro banquete, en el cual, sin que esto lo supiera, se sirvieron, como manjares a sus propios hijos, solo al final, para consumar su odio, Atreo mandó traer, en una bandeja, las cabezas de los infantes sacrificados.

Con esta trágica herencia a cuestas, Menelao, antes de partir a Troya, sacrifico a su hija mayor Ifigenia, cuando se preparaban a partir desde Áulide, un fuerte Viento enviado por Artemisa, furiosa porque le habían matado a uno de sus animales protegidos, les impedía iniciar la navegación. Para calmar a la diosa, ésta exigía el sacrificio de Ifigenia. Menelao, presa de sus ansias de guerra, no duda en sacrificar a su hija mayor, lo cual le acarreó un odio, de fatales consecuencias, de su esposa Clitemnestra.

Más tarde, el mismo Agamenón fue asesinado por Egisto, quien seducido por Clitemnestra, la mujer de Menelao, quien odiaba a su marido por la muerte de su hija, llevó a cabo la trágica venganza. Finalmente Orestes, uno de los cuatro hijos de Agamenón, vengó a su padre.

Entre dramas y tragedias, dentro del lenguaje de la mitología, donde intervienen dioses y héroes, impulsados por sus pasiones, Micenas aparece con un papel protagónico, en el marco de una civilización pérdida entre el misterio de ruinas y leyendas, una cultura, desde una remota antigüedad, según el relato de Solon, que llegó a competir con la mítica civilización de la Atlántida.

Después de un esplendor protagónico, habiendo conquistado la isla de Creta y la civilización Minoica, vino el declive de esta civilización, sin duda motivado por las invasiones Dorias. Finalmente fue arrasada por los habitantes de Argos convirtiéndose en un mito legendario.