La danza, en sus recuerdos

14 noviembre 2015

"Durante más de 40 años Livia Manjarrez Garay se convirtió en una de las principales formadoras de la danza folclórica en Sinaloa"

CULIACÁN._ Con sus pies ya no danza, pero con sus sus recuerdos sí. Para Livia Manjarrez Garay no hay escenarios, coreografías, pisadas, ni aplausos que se hayan alejado de su memoria. 

Difícilmente pudiera ser de otra manera. Fueron más de 40 años, los que vivió en ese mundo, el de la enseñanza de la danza folclórica, del que tuvo que retirarse no por gusto, sino por problemas de salud. 

Pilar de esta disciplina en el estado, recorrió pueblos, ciudades, países, con el grupo que fundó en 1960, el grupo representativo del Seguro Social llamado Flor de Amapa. También con centenas de niños de educación primaria y estudiantes de la Escuela Normal de Sinaloa. 

Para los primeros, siempre tuvo un requisito: 'Si no hay tambora, no se baila', porque de lo contrario la función no estaría del todo completa. 

La maestra tenía claro que con el folclor tenía que difundir las tradiciones. Ella no montaba ninguna coreografía sin antes decirle a los alumnos el por qué y para qué se bailaba. 

"La danza es la disciplina más rica de todas, porque incluye a todas las disciplinas; teatro, música, artes plásticas. Siempre busqué que los bailarines fueran integrales pero siempre conociendo lo que hacían. Yo siempre fui una defensora de que la danza estuviera apegada a la realidad". 

"Yo siempre pedía que nos acompañara la tambora, sin no había no nos presentábamos, nos tocaron muchos eventos importantes, en Estados Unidos, Japón, Tijuana, en el Auditorio Nacional, llegamos a ser un grupo muy importante".

La danza como aprendizaje
Formada en la extinta Academia de Danza del Estado con Rosa Andrade y Carolina Bazúa, a los 17 años Livia Manjarrez tomó los zapatos de danza y no los dejó. Lo hizo no precisamente para ser bailarina, lo que a ella le interesaba era ser maestra. 

De lado de las pioneras de la danza en Sinaloa, aprendió que para enseñar hay que ser honesto y atrevido, máxime que en esos tiempos las mujeres no tenían muchas puertas abiertas. 

En esa escuela que ofreció de manera gratuita el Gobierno de Sinaloa, Livia dice que se escribieron muchos de los mejores momentos en la historia de la danza, donde tuvo como compañeras a Malú Palazuelos, Alicia Montaño, Mara Sánchez. 

"Para nosotros como mujeres era difícil entrar al mundo del arte, afortunadamente yo llegué ahí porque una prima bailaba, además yo vivía muy cerca de la escuela, que estaba atrás del que hoy es el Ayuntamiento de Culiacán". 

En los salones, Livia como alumna se sintió privilegiada, nunca antes había tenido un acercamiento con maestras que tomaron su profesión como una pasión. Ella buscó emularlas. 

"Recuerdo bien a las maestras Rosa Andrade y Carolina Bazúa, que compartieron el amor por bailar; de Rosa descubrí el sentir de la música española, el sonido de las castañuelas y de la maestra Carolina, el valor del folclor". 

No pasó mucho tiempo para que se iniciara como docente en la Escuela Agustina Ramírez. La danza entonces le dictaría un camino dentro de las aulas. 

"Yo lo que quería era ser maestra, realmente no me gustaba mucho bailar, yo disfrutaba enseñar y verlos bailar, aprendí a disfrutar la danza de esa manera".

Un nuevo mundo
La maestra Livia fue una de las pocas que tuvo la oportunidad de acudir a la Ciudad de México para ser capacitada en la danza, incluso ahí la invitaron a ser parte de un grupo y no aceptó. Quería formar bailarines. 

Menciona que su trayectoria como docente no pudiera explicarse sin los conocimientos adquiridos en esas largas horas, en las que estudiaban y tenían el contacto directo con los indígenas, de quienes aprendía las pisadas y el sentido coreográfico. 

"Yo cada año me iba a tomar los cursos que la UNAM y Bellas Artes impartía a los maestros de provincia con becas muy buenas, eso me sirvió mucho, en la Academia de Danza del Estado, sólo estuve poco tiempo como alumna, pronto me convertí en maestra".

La creación
Nacida en Pánuco, Concordia, en su historia como maestra se caracterizó por crear coreografías. De ella aún se ejecutan El coyote y Sones de tambora, ambas del estado de Sinaloa. 

También emprendió una lucha ante autoridades educativas y el Congreso del Estado para que se oficializara el traje representativo del estado. 

"Siempre fui una apasionada de la danza y tuve ángeles en mi camino que me fueron abriendo puertas, incluso cuando empecé con el grupo Flor de Amapa, el único requisito fue que hubiera hombres bailando y conseguí que se inscribieran 60". 

Con el grupo Flor de Amapa Livia logró revolucionar la danza folclórica en Sinaloa. Lo que hasta antes se bailaba era danza española. Hacía falta recoger las costumbres y tradiciones de los pueblos. 

Así lo hizo durante más de 26 años, que el grupo representativo fue la mejor cara de Sinaloa, hasta que en 2001 problemas de salud le impidieron seguir al frente. 

Con 45 años de servicio se jubiló, quedándose con el pesar de que el grupo no continuó pero con la satisfacción de haber sido una maestra entregada a una pasión, la danza. 

"Dejé cosas pendientes con el grupo, teníamos un viaje programado a Australia que ya no se pudo realizar, se me vino un problema en las articulaciones y ya no pude seguir, me pesó mucho dejarlo". 

"Por más que le pedí a los muchachos, porque todos eran buenos alumnos, que siguieran, no se pudo, pero mi pasión por la danza sigue ahora como espectadora". 

"Yo lo que quería era ser maestra, realmente no me gustaba mucho bailar, yo disfrutaba enseñar y verlos bailar, aprendí a disfrutar la danza de esa manera". 

Livia Manjarrez
Maestra de danza

TRAYECTORIA A lo largo de 45 años como maestra, Livia Manjarrez además de crear algunas coreografías asistió a cientos de congresos y publicó el libro 'Flor de Amapa'.