La devoción a María Auxiliadora

Presbítero Amador Campos Serrano
30 enero 2024

A San Juan Bosco se le atribuye la mayor difusión de la devoción de María Auxiliadora, según una afirmación puesta en sus labios y repetida continuamente por él santo; “No he sido yo, ha sido la Virgen María quien te ha salvado”.

Históricamente la mención de María, con el atributo de auxiliadora, se remonta a hasta el año 345 de nuestra era y es obra de San Juan Crisóstomo, quien dirigió una oración a la madre de Jesús con estas palabras; “Tú eres María, el auxilio potentísimo de Dios”.

Para el año 532, San Sabas hace referencia a este título, cuando narra sobre la existencia, en oriente, de una imagen de María, a la cual las gentes llamaban Auxiliadora de los enfermos, a causa de que al invocar, por su medio, se realizaban numerosas curaciones.

La forma de la conocida jaculatoria “María auxiliadora, ruega por nosotros”, se debe a San Juan Damasceno, a partir del año 749, es una expresión para afirmar que María es auxilio ante los males amenazadores, sobre todo en relación a la eterna salvación.

Una primera celebración de María Auxiliadora, como fiesta patronal, tuvo su origen en Ucrania, en el año 1030, con el motivo de celebrar la intervención de María para liberar a esta ciudad de una invasión. La fiesta se celebraba el día primero de octubre.

En la memorable batalla naval de Lepanto, ante la amenaza mahometana cerniéndose sobre Europa y cuando parecía inminente la invasión otomana, el Papa Pío V mando el rezo del santo rosario, añadiendo la invocación “María auxiliadora, ruega por nosotros”, en el rezo de las letanías. Entonces ocurrió la prodigiosa victoria en aquella desigual batalla en los mares de Grecia.

Tanto en el año 1600, como en 1683, la intercesión de María en Alemania y en Viena, libero a los católicos de las amenazas contrarias a su fe, razón por la cual se acrecentó su devoción en Alemania con la dedicación de 70 capillas dedicadas a María Auxiliadora y en Viena fue fundada una asociación a esta advocación.

Una página importante en esta devoción se escribió cuando Napoleón Bonaparte enfrento al Papa Pío VII, quien se había negado a apoyar al poderoso emperador en su pretensión de invadir a Inglaterra. Finalmente el anciano Pontífice fue hecho prisionero.

En su cautiverio el Papa invocó a la Virgen, prometiéndole que si lograba la gracia de la libertad, el mismo día de su liberación sería declarado como fiesta solemne de María. Pronto vino la caída de Napoleón, iniciada en su fracasada invasión a Rusia, para finalmente sufrir su derrota total, así el Papa pudo regresar a Roma el 24 de mayo de 1914 y ese mismo día fue proclamada la actual fiesta de María Auxiliadora.

Podemos decir que desde los orígenes de la fe cristiana se encuentran las menciones de este título concedido a la Virgen María, tanto en Grecia, como en Egipto, en Éfeso o en Antioquía existía la costumbre de referirse a ella como “La que trae los auxilios de lo alto”.

La advocación de María Auxiliadora, hace referencia a una mariológica visión de la imagen bíblica de la mujer, enfrentando al mal para llevar a la humanidad a la victoria final. Esta imagen está presente desde el Génesis, pasando por las etapas de la historia de Israel, hasta el Apocalipsis.

María encarna a la Mujer mencionada en el protoevangelio, descrito en el Génesis, así como en Judith o en Esther y es la imagen materna de la iglesia, venciendo a la bestia del Apocalipsis. En el fondo de todas estas figuras se ha querido ver la imagen de María, quien al darnos a Cristo se convirtió en el auxilio de los cristianos.

El auge de la actual devoción a María Auxiliadora es obra de San Juan Bosco, quien se dio a la tarea de difundir su devoción a todos los lugares, él mismo en Turín construyó la basílica que lleva el nombre de esta advocación y que fue consagrada en 1968, el 9 de junio. Este santo decía; “Cada ladrillo de este templo corresponde a un milagro realizado por la Santísima Virgen”