La sabiduría de Dios
Habiendo llegado a la cuna de la sabiduría del mundo occidental, Pablo visita el lugar donde se reúnen “la crema y nata de la intelectualidad”, el punto donde se creaban las bases del pensamiento que inspiraba y regía el mundo de su tiempo y en la misma capital imperial de Roma se miraba con respeto: Pablo se encontraba en el Areópago de Atenas.
Motivado por la importancia y el significado del lugar, Pablo inicia un mensaje, elaborado con elementos considerados como adecuados para un auditorio acostumbrado a escuchar una retórica con bases en la lógica de la demostración racional del silogismo.
Convencido, a pesar de sus antiguas convicciones, de la veracidad de la persona y doctrina de Jesús, el cual había irrumpido en su vida, de manera contundente, él está decidido de llevar su experiencia a los demás, teniendo como medio e instrumento lo aprendido en du formación intelectual; Pablo inicia su argumentación siguiendo el camino trazado por sus maestros de la sabiduría helénica.
Transmitiendo una sabiduría divina, pero siguiendo los caminos de la sabiduría que responden a los conceptos humanos Pablo siente desplazarse en un ambiente en donde encuentra la aceptación de sus oyentes, dándole incluso su aceptación, pero al llegar al momento de presentar, dentro del contexto, a Jesús y con ello la contradicción de su muerte, lo cual era una necedad para la sabiduría de la filosofía humana, desapareció el asentimiento de sus oyentes, quienes le dijeron; “de esto te oiremos más tarde...”.
Frustrado, Pablo llega al convencimiento de que la obra de Dios va más allá de las elucubraciones de los hombres, por muy brillantes que estas puedan parecer, el camino seguido por Jesús es el de una entrega total, hasta entonces desconocida y no lo puede entender una lógica basada en los razonamientos puramente humanos, solo la trascendencia, recibida por la misma Revelación Divina, es capaz de iluminar un camino que Pablo considerara como “el mejor Camino”.
Decepcionado de las soluciones encontradas en la búsqueda del hombre, Pablo llega a la conclusión de que el mejor camino y la mejor solución no puede ser otro que el camino seguido por Jesús, aun cuando el ambiente cultural de la época pensaba que no llenaba las expectativas y el mismo Pablo, en un momento no lo aceptaba, pero ahora llega a decir; “Todo lo tengo por basura con tal de ganar a Cristo crucificado, pues Él ha llegado a ser, para mí, ciencia y sabiduría de Dios”.