'Labran' Madres Adoratrices la luz de Cristo
07 noviembre 2015
"La congregación de Madres Adoratrices crea los cirios pascuales que el Sábado de Gloria se encienden como símbolo de Jesús resucitado"
CULIACÁN._Unos meses después de Semana Santa llega al monasterio de las Madres Adoratrices de Culiacán grandes cantidades de cera y parafina que en tiempos de calor estas religiosas artesanas deberán blanquear y preparar para el siguiente año, pues será el material con el que labrarán los Cirios Pascuales.Para ellas, explica la hermana María Magdalena Valdez, que tiene 52 años en el convento y es la de más edad entre las religiosas, hacer los cirios tiene un enorme significado.
"Nosotras somos adoradoras del Santísimo Sacramento, para nosotras es un gusto muy grande laborar en cosas que sabemos que se van a ocupar directamente en el culto al santísimo sacramento, como estar haciendo velas que van a arder en el altar en honor del Santísimo", dice.
El Cirio Pascual es el símbolo más destacado de este tiempo, se bendice el Sábado de Gloria y simboliza la luz y la resurrección de Cristo. Cada año, las Madres Adoratrices transforman alrededor de una tonelada de cera y parafina.
"En todos los templos, el Sábado Santo se bendice el cirio y debe permanecer en el altar toda la Pascua, hasta junio, el día de Pentecostés, los 50 días de Pascua y cada vez que se celebra misa se enciende".
Salvo los cirios pequeños que fabrican en series, el proceso de elaboración es largo, pues se hacen uno por uno, con baños de cera líquida en pabilos que cuelgan de un aro giratorio.
"La cera nos llega entre marzo y junio, y cuando hace mucho calor se escarcha y blanquea en la azotea, hasta septiembre. El proceso inicia en noviembre, suspendemos en diciembre, por Navidad, y reanudamos en enero hasta Semana Santa".
Los inicios
En 1939 llegaron las adoratrices a fundar un monasterio en Culiacán. Como vivían en medio de muchas pobrezas, el entonces Obispo de Sinaloa, Agustín Aguirre y Ramos, las motivó a trabajar para ayudarse a su sostenimiento.
El convento estaba en el cruce de las calles Ángel Flores y Andrade, donde hoy es la Casa de la Cristiandad y enfrente estaba el Obispado.
Aguirre y Ramos llevó a alguien a que instruyera a las religiosas a procesar la cera para las velas y comenzaron a ganarse la vida.
"En aquella época venían muchos señores de Cosalá y Guadalupe de los Reyes, con sus maquetas de cera amarilla, al Mercadito Buelna, primero el señor Obispo las compraba para las madres, después ellas las compraban", explica la hermana María Magdalena.
Entonces, 12 monjas eran las que hacían aquella labor de manera muy rústica, porque el gas era muy escaso y debían trabajar la cera en hornillas de carbón y ollas de barro.
"Cuando llegué, ya se habían instalado un taller especial, con hornillas de gas. Aunque todavía es un poco rústico, porque se hacen a baños", asegura.
Al principio todo lo hacían con cera pura, pero como con el tiempo se escaseó mucho, la Iglesia les permitió mediarla con parafina blanca, para hacerla rendir, aunque la mayoría sigue siendo cera.
El proceso
Todo comienza cuando reciben la cera amarilla. Las madres en grupo la suben a la azotea para extenderla en bastidores, escarcharla y dejar que se blanquee con el Sol y el sereno durante largos meses.
En noviembre inicia la labor en el taller de cirios. Los más pequeños son hechos con moldes que hay que engrasar muy bien para sacarlos como se debe. Los grandes se hacen a baños.
"En un aro giratorio de 60 clavos se cuelgan los pabilos para velas de uno o dos kilos, abajo, en una parrilla de gas, hay una cacerola con cera y parafina derretida que se recoge con un cucharón y se van bañando los pabilos", explica.
"Cuando se da la vuelta completa, la cera se enfría y es capaz de sostener otro baño. Así conforme se engruesan van saliendo más rápido. Luego se voltean porque la parte de abajo es más delgada y el proceso se repite al revés para que queden parejos claro, la madre tiene que ser muy diestra".
Cuando ella llegó, en 1957, hace 52 años, en una hora o dos hacía 60 velas de 3 cuartos.
"En un día bien labraba un aro de 60 velas de un kilo. Iniciaba en la mañana y en la tarde ya terminaba", rememora.
Depende, claro, de la destreza que se va adquiriendo. Cuando una hermana empieza se tarda mucho, porque 'no me vaya a quemar'. Hay que saber agarrar el pabilo y echarle la cera bien caliente y quien no sabe se lo echa en los dedos".
El más grande para la venta pesa 5 kilos, pero para ellas hacen un sirio especial de 14.
Una vez terminados, se les pinta una cruz, acompañada de las letras Alfa y Omega, la primera y la última del alfabeto griego, para indicar que la Pascua de Jesús, principio y fin del tiempo y de la eternidad, ha llegado.
"En una ocasión compramos calcomanías en Guadalajara, pero a la gente no le gustó, querían los cirios pintados por las monjitas".
Así ellas culminan su trabajo para la celebración de Semana Santa; luego, en el convento que se ubica por la calle Río Piaxtla 415 poniente, en la Colonia Guadalupe, siguen con sus otras labores.
"Todo nuestro trabajo es para el altar, para el Santísimo. Nosotras somos adoradoras del Santísimo Sacramento y es un gusto muy grande laborar en nuestras cosas que sabemos que se van a ocupar directamente en el culto al él", reconoce.
"Estar haciendo velas que van a arder en el altar en honor del Santísimo, las hostias que se consagrarán en la Santa Misa, bordar los ornamentos de sacerdotes y manteles que estarán en el altar, tiene un significado grande, porque estamos colaborando al culto de la Iglesia".
HISTORIA
El Cirio Pascual es desde los primeros siglos uno de los símbolos más expresivos de la Vigilia. En medio de la oscuridad (toda la celebración se hace de noche y empieza con las luces apagadas), de una hoguera previamente preparada se enciende el cirio, que tiene una inscripción en forma de cruz, las letras Alfa y Omega, que indican que la Pascua del Señor, principio y fin del tiempo y de la eternidad, nos ha alcanzado. Al Cirio Pascual se le incrusta en la cera cinco granos de incienso, simbolizando las cinco llagas santas del Señor en la Cruz.