Las alas de Titika

10 noviembre 2015

"Presencia mexicana"

María Julia Hidalgo López


En tierras lejanas y bajo un marco de festividad Lila Downs y Frida Kahlo encantaron una vez más con la fuerza de su arte. En la ciudad de Québec, donde la entrada del verano es sinónimo de júbilo, ambas artistas se hicieron presentes y arrancaron aplausos y admiración entre un público ávido de color y algarabías; mientras una apareció en un escenario ante espectadores impacientes, la otra espera solemne y callada en la entrada de un museo. Y si bien sus creaciones distan en su medio de expresión, las dos se conjugan en su manifiesta mexicanidad, característica que además les ha abierto las puertas de otros lugares del mundo.
Lila Downs y Frida Kahlo, dos mujeres que han mostrado los colores de su país esta vez hicieron gala en la tierra del maple bajo un marco donde también se celebró la fiesta de la francafonía, y donde sus imponentes presencias sorprendieron a quienes las descubrían y reafirmaron el reconocimiento de aquellos que las han seguido a través de sus creaciones. La primera se acompañó de sus excelentes músicos y con alegorías propias de su región istmeña y la segunda sigue pendida entre muros que dejan ver una vida de amor y sufrimiento
'Dignificada', fue el título de la canción con la que Lila abrió esa noche. A la par de su voz y haciendo un ritual de agradecimiento al puro estilo ancestral, aparecieron en una pantalla imágenes de Digna Ochoa, que para mi sorpresa esa noche descubrí que tal composición fue en honor de la fallecida luchadora social veracruzana. Un tema que pudo haber elegido dado el dinámico movimiento feminista que vive la comunidad de Québec.
La música empezó y quienes conocían el tema acompañaron a la cantante susurrando la letra: "Hay en la noche un grito y se escucha lejano, cuentan al sur es la voz del silencio. En este armario hay un gato encerrado porque una mujer, porque una mujer defendió su derecho. De la montaña se escucha la voz de un rayo, es el relámpago claro de la verdad, en esta vida santa que nadie perdona nada, pero si una mujer, pero si una mujer pelea por su dignidad".
La noche continuó y al ritmo de La cumbia del mole, los cuerpos de los asistentes, aún sin entender palabra, se movían al compás desde sus asientos.
Por otro lado, en el Museo de Bellas Artes, de la misma ciudad, se exhibe la exposición En países de las maravillas, una muestra de artistas mexicanas y estadounidenses que termina el 3 de septiembre. El primer cuadro que se ve al entrar es Autorretrato con collar de espinas, en él, Frida aparece con un collar de espinas que hace sangrar su cuello, símbolo, que a decir de expertos, representa el dolor que siente al divorciarse de su amado Diego. Sin ser muy conocedores, el legado de Frida hace constancia de una vida que contrasta el gozo de su amor y el dolor de sus pérdidas.
Al salir de la sala de exhibición, está por demás decir que en la tienda del museo se venden cantidad de objetos, libros e imágenes de la artista, pero también se ofrece algo más que hace un equilibrado complemento. En el restaurant existe un menú de cocteles surrealistas y las recetas preferidas de Frida, sugerencias inspiradas en el libro Las fiestas de Frida y Diego. Desde un café frío perfumado con canela y endulzado con piloncillo, hasta un platillo de puerco con nopales y frijoles preparados por un chef invitado. Además hubo tres noches en las que se leyeron cartas, poemas y confesiones de la Frida pintora, engañada, enferma y enamorada.
Una ciudad que recibió a dos artistas mexicanas que han impregnado en su hacer el color, las texturas y los aromas de su país. Dos épocas distintas, sin embargo dos mujeres que se expresan. Mientras Lila lleva voz y alegría, Frida nos dejó algo más que pinturas de dolor, impregnó su carácter ante cualquier imposibilidad: "Pies para que los quiero si tengo alas para volar".

Comentarios: mjuliaa@hotmail.com