'Narcocultura, estética de nuestro tiempo'

Nelly Sánchez
08 noviembre 2015

"El escritor Élmer Mendoza asegura que más allá de transformar la realidad, la naturaleza del arte es enjuiciarla"

CULIACÁN.- En la instalación, la pintura, música, danza, arquitectura, el cine y la literatura hay una estética que no puede escapar a la realidad que a la sociedad le afecta. Es una estética, señaló el escritor Élmer Mendoza, de la perturbación y la angustia, de la coexistencia como fin último.
Al dictar la conferencia Narcocultura, Una Estética de Nuestro Tiempo, el narrador reconoció que los creadores están quizá atrapados en una realidad podrida que requiere soluciones que los artistas no puedan conseguir por estar dentro de la utopía.
"Esta relación te perdono te denuncio entre el arte y la realidad debe evolucionar. Lo deseable es que la realidad se transforme para bien, porque el arte sólo variará para enjuiciarla, porque tal es su naturaleza".
Frente a estudiantes, académicos y artistas que acudieron al Centro Sinaloa de las Artes Centenario, el autor reconoció que es la primera vez que aborda este tema en México, pues lo ha hecho en otros países, y le da gusto que sea en su ciudad.
Señaló que en un país en el que las acciones de la delincuencia ocurren todos los días, están los artistas. Los pintores, instaladores, performanceros, escultores y arquitectos, los bailarines, fotógrafos, músicos, cineastas, teatreros, diseñadores de ropa, joyas, botas, sombreros, accesorios, los artesanos y los escritores.
"La literatura se caracteriza por manejar lenguaje popular y expresiones del hampa, por su voluntad de estilo, por el dinamismo de su discurso y porque ha roto el límite entre la ficción y la realidad... Nuestros textos dan fe de un país en vilo, de un país víctima de la delincuencia organizada y de la incorrecta aplicación de los instrumentos de justicia".
"Estamos inmersos en una realidad impresionante de la que es difícil escapar, una realidad lacerante que nos ha conducido a la creación de productos artísticos que van más allá de la representatividad. Cuando menos perturbador".
En el arte, Teresa Margolles pretende denunciar la degradante situación de que somos testigos, ella estudia la realidad e intenta la representación de su crueldad como signo de descomposición social, pero también como un llamado a impedir un estado de violencia, apuntó.
La de Rosa María Robles, añadió, es una estética más intimista, sus piezas son desgarradoras y hasta siniestras, pues su territorio abarca desde la violación infantil, hasta el asesinato sin freno.
"Ambas artistas provocan angustia y un sentimiento de profunda soledad".
Mendoza recordó la serie Narcotráfico que Óscar García llevó a París y estuvo en la Casa de México, visible por una ventana, despertando gran curiosidad entre los espectadores.
Lenin Márquez, dijo, utiliza la imagen de Jesús Malverde como símbolo de la delincuencia, como elemento estético en una serie de cuadros cuya intención es mostrar un signo de nuestra época.
Pero esta línea estética está también en la arquitectura, el baile y la música, y se repiten en las fotografías de la prensa cotidiana, el cine, cuyo ejemplo vigente son Amar a morir, de Fernando Lebrija, y Backyard, traspatio, de Carlos Carrera; en teatro, Óscar Liera se ocupó de la corrupción y de Jesús Malverde, el santo de los narcos, en El jinete de la divina providencia; y Víctor Hugo Rascón Banda, con Contrabando.

EL AUTOR
Recientemente Élmer Mendoza presentó en cinco ciudades de Italia la nueva traducción de Balas de plata. Se llama Proiettili d'argento, la tradujo Pino Cacucci, y el primer tiraje consta de 3 mil ejemplares.