Opulenta y lúgubre, la ópera 'El Trovador'
"Se estrena la obra de Verdi en Mazatlán, el domingo se presenta en Culiacán"
MAZATLÁN._ La música de “El Trovador” es opulenta por la belleza de las melodías, el sonido con el que estremecen a los espectadores los duetos, las arias, el coro, los tercetos, los concertantes en los que se unen solistas, coro y orquesta para ofrecer momentos sonoros monumentales. Los mazatlecos lo escucharon deslumbrados la noche del miércoles.
Esta opulencia del sonido contrastó con la lúgubre historia en la que se mezclan en un caldero de pasiones humanas el amor, la venganza, el deseo carnal, los celos, teniendo al fuego que crepita alrededor de la obra como un símbolo que deslumbra por su belleza, pero también destruye creando la oscuridad del sufrimiento y el dolor del alma.
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Después de 134 años que la soprano Ángela Peralta quiso estrenar “El Trovador” en Mazatlán, durante la fatídica gira en la que perdió la vida a los 38 años, en pleno éxito de su carrera, por fin la obra de Verdi vio la luz del puerto. Por eso este estreno marca la historia de Mazatlán.
Enrique Patrón se echó al hombro sacar adelante musicalmente la obra, hizo que la Camerata sonara como Verdi lo planeó, dibujó cada una de las pasiones humanas con música, exigiendo la sutileza de los sonidos suaves, lentos, pianos.
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Sinaloa tiene dos coros profesionales, uno en Culiacán y otro en Mazatlán, ambos abordaron con fuerza cada fragmento en el que el grupo coral hace brillar la escena y estremecer al público con la fuerza de su sonido y la monumentalidad de la partitura de Verdi. El “Coro de Herreros” fue memorable, y el que revela la trágica historia de la bruja y el niño quemados es inquietante, su belleza quita la respiración.
La escenografía fue una metáfora que se conjugó orgánicamente a la historia, fue evolucionando con la intrincada historia que en cada acto se complicó más y más hasta llegar al clímax de la tragedia, que termina en un grito de triunfo del mal alrededor del fuego imaginado, el de “Azucena”, y otro de dolor y arrepentimiento, el del “Conde de Luna”.
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La belleza de la primera escena tuvo a la luna como protagonista, una enorme escalera blanca que ocupó una cuarta parte del escenario lució espectácular. A un lado el coro -que adornó sus cuellos con gorgeras del Siglo de Oro español- recordó uno de los épicos cuadros de Velázquez o de El Greco.
En los siguientes tres actos las situaciones se van complicando. En el segundo acto la escalera ocupó la mitad del escenario, en el tercero tres cuartas partes y la totalidad del escenario en el cuarto. Al final la escala era asfixiante visualmente, a ese ritmo se fue complicando la historia en una coherencia estética que contribuyó a conmover la vista.
“El Trovador” es como una gala de high ligths de ópera, cada acto tiene una, dos o tres arias, duetos, o tercetos, y algunas grandes intervenciones del coro, todos arrebatan por el sonido, construidos con un alto grado de dificultad técnica, por las florituras, por la monumentalidad del sonido. El público no tiene descanso, uno tras otro, se suceden los momentos musicales memorables de esta ópera.
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César Delgado en su papel de “Manrico”, “El Trovador”, deslumbró con su voz, potente, controlada, clara, un tenor joven, el héroe y víctima de esta obra, con un aria enamora a “Leonora”, y junto con ella seduce al público.
“Azucena” (Rosa Muñoz) hace una entrada impactante con la interpretación del aria “Stride la Vampa”, su voz de mezzosoprano describe el crepitar de las llamas de una hoguera que quema a su madre. El fuego es un elemento que está siempre presente y la voz de Rosa Muñoz le da vida con sonidos de dolor, de recuerdos cargados de sufrimiento, de venganza, odio y locura, por haber visto morir en la hoguera a la madre.
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Un duelo de voces se da entre el barítono Ricardo López, que interpreta al sediento de venganza “Conde de Luna”, y su rival “Manrico”, César Delgado. Al final, cuando el Conde mata al tenor, se sabe que son hermanos.
La voz de Ricardo López visita los tonos bajos para darle la densidad que sugiere fuerza, contundencia. El cantante le suma dramatismo a su interpretación y consigue momentos seductores a partir de su canto de venganza y celos.
Andréa Cortés, la soprano que interpretó a la enamorada y trágica “Leonora”, teje con sutileza el canto de su personaje, logra pianísimos conmovedores, hace malabares con su voz para construir los trinos que expresan su amor o su dolor, su canto de amor es la luz que ilumina la monumental tragedia “El Trovador”.
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DOMINGO, EN CULIACÁN
La ópera “El Trovador” se presenta este domingo a las 18:00 horas en el Teatro Pablo de Villavicencio, con la OSSLA dirigida por Enrique Patrón de Rueda, y Oswaldo Martín del Campo como director de escena.
Para la entrada al concierto se solicita al público una aportación en especie: medicinas, sueros, enlatados, etc. Lo reunido será a beneficio de los damnificados del terremoto.