Santa Catalina de Alejandría

Presbítero Amador Campos Serrano
02 diciembre 2025

Envuelta entre la historicidad y la leyenda, la vida de Santa Catalina de Alejandría atrae la devoción y la polémica, producto del ambiente cultural de medievo, pudiéndose sintetizar entre belleza poética y la objetividad de los datos.

En el espíritu emergente de una fe invadía el imperio dominado por los césares, penetraba hasta los mismos cimientos de la corte imperial y de quienes en ella servían a la misma corte, convirtiéndose a la nueva fe.

Surgen legendarias historias de quienes se mostraban dispuestos a confesar la nueva fe, dispuestos a no ceder a las atracciones de una vida llena de placeres y de la sensualidad que se contraponía a la búsqueda de la elevación del espíritu.

Santa Catalina de Alejandría se convirtió en un signo de constancia y de renuncia que encabezó la conversión de los mismos verdugos, hasta transformarlos en seguidores de esa misma vida, hasta el testimonio supremo de la entrega de la vida, al aceptar el martirio como ofrenda de fe-

Nació a finales del siglo III, en la egipcia ciudad de Alejandría, el mismo lugar donde derramaría su sangre para su nacimiento a la gloria celestial, como semilla para una fe destinada a multiplicarse, hasta extenderse por todo el imperio y más allá del epílogo del mismo, hasta los nuevos territorios de ultramar.

Habiéndose negado a rendir tributo al culto pagano del emperador en lugar de ello hizo la señal de la cruz, a la vez que invitaba al emperador a convertir su vida al Dios verdadero. El emperador le propuso un debate sobre la veracidad de su fe.

Con inspiración divina venció al emperador, por ello este llamó a sus sabios a contender con ella, pero la argumentación de Catalina no solo los superó, sino que también los condujo a la conversión al cristianismo, por ello la ira del emperador los condenó a morir en la hoguera, pasándolos a convertirse en mártires de la fe que pretendían combatir.

La misma emperatriz, acompañada de un grupo de soldados, la visitaron con la intención de que abandonara su fe, pero el resultado se volvió a repetir, convirtiendo ahora a los militares.

Venciendo los intentos del emperador, este insistió con la emperatriz a fin de lograr el abandono de la fe de la santa, pero en lugar de ello, la emperatriz intercedió por ella, entonces el emperador, en su frustración, la mandó castigar, ordenando la ejecución de Catalina.

Según una leyenda, sus restos fueron trasladados por un ángel al Monte Sinaí, donde en el siglo VI el emperador Justiniano construyó el monasterio de la Transfiguración, que hacia IX, al encontrar los de la santa se le conocería como el Monasterio de Santa Catalina del Monte Sinaí.

Extendida su devoción a toda Europa y venerada por ortodoxos, anglicanos y católicos, se le considera como el apóstol de la fe, en medio de la persecución, convertida en un testimonio destinado a convertir al mundo entero.