‘Ser papá es lo más bello de la vida’, asegura el bailarín Carlos Zamora

Nelly Sánchez
19 junio 2021

El coreógrafo y bailarín Carlos Zamora comparte cómo ha vivido y compaginado la paternidad con su profesión

Ser papá ha sido para el coreógrafo y bailarín Carlos Zamora una de las etapas más bellas de su vida. Le ha dado aprendizajes, amor y experiencias que a su vez lo han acercado más a su padre y sus abuelos.

Cuando nació su hija Nina María, dice, nació un nuevo Carlos.

“Junto con el hijo nace otra persona y es interesante porque veo a compañeros de mi edad que no han tenido hijos y siguen mentalmente en los veintitantos. Y qué me pasó a mí, pues tuve una hija y eso te cambia. Esa modificación hace que tomes las riendas de la vida y te enseña a tomar decisiones”.

Los inicios

Carlos Zamora nació en la Ciudad de México, se crió en Mazatlán y desde hace 15 años vive Culiacán, junto con su esposa Edylin Zatarain y su pequeña hija Nina María.

Es el segundo hijo de Nohemí García y Carlos Humberto Zamora, actualmente dirige la compañía Danza Joven de Sinaloa y es el director artístico del Festival Internacional de Danza José Limón.

A la danza llegó cuando tenía 15 años y se acercó a la Escuela de Delfos, por invitación de su hermana Paola.

“Siempre estuve enamorado de moverme, hacía artes marciales y break dance y eran los momento más felices de mi día, y cuando me acerco a la escuela de Mazatlán, era diplomado, no estaba la licenciatura, mi hermana que ahora es colaboradora de la compañía me dijo vamos a hacer audición y yo siempre fui como su chaperón, a donde ella iba, iba yo”, recuerda.

“Una vez vi en Canal 11 una danza contemporánea, todos desnudos, y dije ‘qué quiere hacer mi hermana’ y fue un poco la curiosidad, hice la audición y me fascinó”.

En ese momento, sus planes eran irse a estudiar a la UNAM, pero en la danza encontró todo lo que amaba hacer en las artes marciales, el teatro y el break dance.

Y aunque mandó papeles para estudiar la carrera de Biología no pasó nada y en Mazatlán, aquel diplomado en danza se convirtió en licenciatura. Y decidió volver.

“Además vi que mi cuerpo había mejorado tanto para karate como para break dance, por haber estudiado las técnicas de Graham, Limón, y la mixta de los Delfos, me metí y ese año se hizo licenciatura y dije ‘me quedo’”.

Y mientras estudiaba tenía que trabajar para pagar sus clases. Aprendió a dar clases de yoga, pilates, aeróbicos, jazz, estiramientos y de lo que fuera, dice.

Fue así como entendió la danza como profesión.

“Al mismo tiempo que daba clases entendía mejor lo que me enseñaban mis maestros y además me estimulaba para vivir de lo que estaba haciendo. Mis papás nunca se opusieron a que estudiara danza, sabían que no era fácil el tema del arte, pero me decían que tenía que hacer siempre lo mejor”, asegura.

“Hay un tema con el mercado del arte, es real que es difícil, pero lo difícil del arte es que no hay una industria desarrollada, si no quitas el dedo del renglón, vas a encontrar la manera de generar algo por ahí, encontrar un nicho menos saturado y el arte en general tiene esa ventaja”.

La danza y la paternidad

Desde que era estudiante, Carlos tenía claro que quería llegar al público con su danza y a su vez vivir de ello.

“Teníamos un grupo con el que hacíamos performance y participábamos en convocatorias, como Pecdas, Fonca, para hacer danza para la calle”, recuerda.

“Nuestro objetivo al principio fue tratar de comunicar más con el público porque entendemos que el teatro no es un lugar que se acostumbre visitar, es más fácil ir al cine que al teatro, por una cuestión meramente de costumbres, porque muchas veces el teatro es más barato que el cine”.

Con Edylin, su esposa, también coreógrafa y bailarina, llegó a Culiacán terminando la carrera, para formar parte del grupo Danza Joven de Sinaloa y luego de la Escuela Profesional de Danza de Sinaloa.

“El enamorarme de la danza representó también enamorarme de mi esposa, y eso nos llevó a pasar los cuatro años de la carrera juntos más los que llevamos como pareja. Tenemos casi 19 años como pareja, en 2011 nos casamos, en diciembre de este año cumplimos 10 años”.

Al llegar a Culiacán ganó un apoyo de Foeca para hacer danza en la calle.

“Bailábamos en los antros, hacíamos performances en la calle, buscábamos concursos, y seguir expresándonos artísticamente y eso a los maestros les convenció y nos invitaron al proyecto de bailarines recién egresados”.

De todos los que iniciaron Danza Joven de Sinaloa solo quedan Edylin y él y a la agrupación se han sumado otros bailarines.

En 2014 por un político, los iniciadores de Danza Joven y de la escuela se fueron y tomaron la batuta Sandra Vargas y Carlos Zamora, apoyados por sus compañeros. Su nombramiento formal como director de la compañía fue en 2018.

La idea de ser padres llegó a Edylin y Carlos pero fue un tema que implicaba a ella hacer una pausa de por lo menos un año, lo que representaba tener cierta estabilidad en los proyectos.

“Fue un embarazo interesante porque Edylin procuró no parar tanto, estuvimos informándonos, fuimos a la liga de la leche, uno aprende de los procesos orgánicos de las costumbres, tradiciones, la ciencia y tienes un criterio más claro para definir qué camino vas a tomar como futuro papá”, comentó

En el verano del 2014 nació Nina, en un parto natural que asombró a Carlos, como padre y como bailarín, como estudioso de los movimientos y del cuerpo.

“De entrada en el momento del parto estaban todos, doctor, anestesiólogo, pediatra, me tocó verlo y vivir esa experiencia desde alguien que estudia el cuerpo, hay muchas cosas. El ver que mi hija naciera, cuando sale ella gira y hace como una espiral...”, rememora.

“Había leído de la forma orgánica de nacer, pero no había imaginado el movimiento y al ver que hizo espiral cuando nació, wooow”.

Y es que, parte de la técnica que enseñan dentro de la escuela, plantea utilizar la espiral como una forma de movimiento más eficaz para entrar al piso, para salir del piso.

“Para mí el tema de la paternidad ha sido todo este misterio, mucha enseñanza, el estar en contacto con su proceso de crecimiento, entender el cuerpo, como cuando nace y gira en espiral y lo que sigue, la manera en que se apoya para levantar la cabeza, cómo se van fortaleciendo su espalda, sus piernas y pensar en cómo apoyar como papás”.

A Nina le gusta bailar con su papá, lo considera juguetón, a veces “regañón” y otras veces “molestón”, dice durante la entrevista, pero lo quiere tanto a él como a su mamá.

Para Carlos la paternidad ha sido otra escuela, desde el entender cómo relacionarse con una bebé, el proceso de adaptación hasta pensar qué le va a enseñar a su hija, que en su caso, quieren que crezca desde una libertad y entendimiento de que todos son iguales.

Y la relación con su hija le ha resultado fascinante, pues encuentra que se parece a él.

“Desde chiquita se parece a mí en ciertos gustos corporales, le gusta treparse a los árboles, me identifico con ella cuando era chico y ver ese reflejo es interesante porque una de las lecciones más fuertes de vida que uno puede tener es saber ver el reflejo en el otro y cuando lo ves en tus hijos empiezas a entender eso”.

El rol del padre

Este Día del Padre será el séptimo que celebre Carlos Zamora, pues el primero lo festejó cuando Nina aún estaba en el vientre de su madre.

Considera que es bueno que sea el domingo, porque va ligado a un día no laboral, pero más allá de eso, destacó la importancia de reconocer el papel del padre.

“No es que estemos menos reconocidos, pero creo que venimos de una generación en la que los papás han sido muy ausentes y la misma sociedad apoya el ‘que se vaya porque no es feliz’, pero ser papá es una responsabilidad de vida que va mucho más allá de las relaciones”, reconoce.

“Creo que incluso en un divorcio, donde no haya comunicación de la pareja, ser papá es primordial. Y así como necesita haber una mamá necesita haber un papá, y no quiero que se entienda como el tema de pro familia, creo que en una familia del mismo género puede suceder, necesita haber un rol positivo y uno negativo, femenino y masculino, por una cuestión orgánica”.

Desde la filosofía del teatro, añade, hay una forma de entender la vida y es desde lo sensible y desde lo racional.

“Lo sensible te lo da mamá y lo racional papá, también el cariño y la fuerza, tu mamá te enseña a ser cariñoso, amable agradecido y el papá a ser constante, firme en las decisiones”.

“Ser papá para mí es una de las cosas más bellas, te cambia la vida, es un proceso super chilo y quien se lo pierde voluntariamente se está perdiendo una parte muy importante de la vida”.

Carlos Zamora

Coreógrafo y Bailarín

Carlos Zamora, Edylin Zatarain y Nina María.