Servir

Yolanda Waldegg de Orrantia
19 mayo 2022

Palabra chiquita, pero bien importante. ¿Qué hacemos en casa cuando algo ya no sirve? Va a la basura, se tira, ¿si no sirve, para qué lo guardas? Es algo que a los que somos mayorcitos nos agobia bastante en estos tiempos del úsese y tírese, sale más caro arreglar que comprar otro, tremendo negocio de la industria que sea.

Hace 70 u 80 años no existían tantos satisfactores ni nos hacíamos de tantas necesidades que no lo son, las abuelas que vivieron la revolución no tiraban ni la cáscara de las cebollas, hacían su ropa de los trajes viejos de sus esposos, cualquier retazo de tela se guardaba hasta lograr una bella colcha, los sellos de las latas de leche de aluminio se guardaban y convertían en flores para las coronas de muertos que no se secaban, los calcetines y medias se zurcían, a todo se le daba doble o triple uso, los aparatos no se descomponían al año sino que los podíamos heredar.

Hoy todo es desechable en cuanto ya no te sirve, y aquí entran también las personas, y desechamos cónyuges, abuelos, padres, amigos, empleados, no importa, si estorba o no sirve fuera, se ha perdido la dimensión social de la vida, convirtiéndose en una sociedad sedienta, agotada y acosada; los medios se convierten en fines; el éxito se mide por la riqueza, sin importa como se ha acumulado; se ignora la igualdad de los sexos en cuanto deberes y derechos y solo se recurre a Dios cuando el hombre ha fallado en su intento de conquistar los bienes materiales y o mantenerlos o la felicidad.

Todos queremos ser felices y claro, que los hijos lo sean, y resulta que se busca donde no se puede encontrar teniendo muy cerca la solución: “Servir” seguro que todos los adultos tendremos aunque sea ocasionalmente la agradable sensación de servir “saberse útil” es un hecho que nadie es autosuficiente, todos necesitamos de todos, de ayudarnos mutuamente, el problema es que hay soberbios que no se dejan ayudar y despistados que no se percatan de cuándo alguien necesita ayuda, muy común en la actualidad que se tiene todo el tiempo metida la cabeza en algún aparatito y no se percatan de lo que tienen al lado, necesidades de los hijos, del cónyuge, del vecino o amigo, de la costurera o el peluquero, todos pero no se ven, son, somos, invisibles ni ayudamos ni nos dejamos ayudar.

Dice el dicho que el que no vive para servir no sirve para vivir, entonces: para servir-servir. A todos, no solo a quienes me caen bien o me sirven a mí en el sentido de uso, hay que cuidar el sentido de servir que no solo no es denigrante sino todo lo contrario, servirse de las personas no las denigra al que denigra es a quien las usa.

Servir no rebaja a la persona sino que le da categoría, todos servimos para algo a menos que no quiera porque siente que no es digno servir, pero lo indigno es no servir porque lo que no sirve se desecha se tira, y sí, servir es muy satisfactorio, ayudar es más satisfactorio y una fuente muy segura de felicidad.

En el servir en primer lugar hay que realizar las cosas, hay que saber terminarlas, con rectitud de intención esforzarse en lograr la competencia necesaria, con el fin de cumplir debidamente las tareas que se tiene encomendadas, cualquier persona de cualquier ocupación o profesión, si no hace bien su trabajo lo mejor posible, no sirve su trabajo, no sirve la persona.

Entonces lo que se ocupa es aprender a terminar, cualquiera empieza no todos terminan y menos terminan bien. Se ocupa del conocimiento, responsabilidad, habilidad. Ocupamos estar conscientes de esto y educar a los hijos así, que pongan su mejor esfuerzo no necesita ser perfecto solo mejor esfuerzo pero siempre terminar, que su trabajo no solo es útil sino que facilita el de otros y su vida, porque además hay trabajos en que depende de lo bien hecho la vida de otros.

No basta querer hacerlo bien hay que saber hacerlo. Y si realmente queremos, ese deseo se traducirá en empeño por poner los medios adecuados para dejar las cosas acabadas, con humana perfección, saber realizar el propio oficio, debe llevar ese espíritu de servicio y deseo de trabajar para contribuir al bien de los demás.

La ayuda es otro nivel de servicio, es pasarse de lo obligado, es tener en cuenta a los que nos rodean, verlos, notarlos, observarlos, y ayudar en eso que descubrimos su necesidad, aprender a ser empáticos y ponernos en sus zapatos.

Todos deberíamos percibir como reto diario lo importante que es servir y ayudar a los demás, comenzando por la familia ahí hacemos nuestras prácticas y ejercitamos este bello valor de la ayuda mutua, en tantas cosas tan simples de la vida diaria, se trata de aprender a estar pendientes de lo que va surgiendo, la abuela no se puede peinar por sus brazos no le ayudan, el hermanito no logra atarse los zapatos, mamá no alcanza algo que está muy alto, recoger del suelo lo que a los mayores les cuesta, ceder la silla, ayudar en las tareas del hermanito o de la casa aunque ya se tengan algunas asignadas ayudar a los otros que pueden tener algún imprevisto, todo el día hay cosas en que ayudarse los chiquitos se sienten felices de ayudar, darles la oportunidad de que lo sigan sintiendo toda la vida porque se les agradece y aprecia su esfuerzo y se saben útiles.