Tablas y Trazos
"Tradiciones orales y microhistoria"
Benigno Aispuro
Reacomodando algunos libros en mi modesta biblioteca, me encuentro con algunas recopilaciones de tradiciones orales de la maestra Josefina Rayas Aldana qepd. Hace no muchos años, me dejaba fascinar por estos pequeños relatos recogidos en algunas regiones de la entidad, hurgando entre los recuerdos de gentes de avanzada edad, en ocasiones apoyada en su trabajo como maestra, por alumnos del COBAES que entrevistaban a los abuelos de sus comunidades.
Son relatos que nos muestran la diversidad de perspectivas desde las cuales se puede abordar la vida cotidiana de antaño. Pequeñas crónicas del diario y pequeñas historias de vida que nos dan una idea más o menos precisa de lo que hemos sido y de lo que somos.
Una tradición o narración oral se puede trabajar desde diversas vertientes: Con fines informativos, para recabar datos históricos, acontecimientos e información sobre el proceso de formación e integración de una comunidad, sus modos de vida, personajes destacados y aspectos culturales (leyendas, mitos, cuentos populares, gastronomía, fiestas, juegos, costumbres, etcétera).
Sabemos que las tradiciones orales son la base de gran parte del trabajo de nuestros cronistas pueblerinos, congregados en Sinaloa a partir de la creación de asociaciones como La Crónica de Culiacán y luego La Crónica de Sinaloa, a través de las cuales se comunican e intercambian trabajos y experiencias (precisamente, desde que don Adrián García Cortez fue nombrado cronista de Culiacán, en tiempos de Sadol Osorio como alcalde).
Un cronista es un señor que, de repente, da en preguntarse de dónde vienen los primeras casas de su pueblo, cómo se fue construyendo todo, quienes fueron los primeros en llegar y poblar, y así, va explorando todos los aspectos del pasado de su comunidad (algunos hasta dan en registrar el presente para memoria de las futuras generaciones).
Y para saberlo, ante la inexistencia de libros sobre esos temas, a lo primero que recurre es a entrevistar a los más viejos, a hurgar en su memoria para ir armando el rompecabezas de sus comunidades.
Los temas son infinitos y a veces se encuentran sorpresas (leía el otro día un libro sobre Tehueco, ranchería y centro ceremonial yoreme en El Fuerte, en la que el cronista mediante entrevistas a los ancianossacó del olvido una batalla que hubo en sus calles, entre carrancistas y villistas, un hecho que las nuevas generaciones de ese pueblo ni conocían y que la historia general omite, como una escaramuza de las tantas que hubo durante la Revolución pero que para los habitantes de la comunidad es parte de su microhistoria).
El trabajo de Josefina Rayas no se enfocó tanto a rescatar los datos históricos concretos sino a recopilar esos relatos orales que pasan de generación en generación, o que simplemente, son solo recuerdos de sucesos, de continuo parciales, imprecisos y que solo son una arista de la realidad. Abundan en sus relatos muchas leyendas y consejas de aparecidos, tesoros, demonios.
Por otra parte, hay en cualquier pueblo portentosos narradores natos, que saben hilar una historia interesante sobre cualquier tema, y que en un lugar donde "no suceden cosas/ de mayor trascendencia que las rosas" (decía Pellicer), son capaces de encontrar el lado interesante de esta vida que fluye y plasmarla en bellos relatos.
En lo personal, a mí me dio un tiempo por coleccionar "mentiras", de esas que suelen narrarse en los velorios, y de las que El Güilo Mentiras es el máximo exponente porque el escritor Dámaso Murúa ideó llevarlas a la letra impresa. Quienes fabulan "mentiras" deben tener su gracia: Desbordante imaginación, buen sentido del humor y, claro, saber narrarlas, a fin de que sus oyentes no pierdan el interés.
Alguna vez oí a gentes que bajaban de Imala, Sanalona o Tamazula a trabajar a la costa, narrar cuentos infantiles que mucho después leí muy parecidos por lo menos-- en libros de cuentos populares recogidos oralmente en España, pero adaptados a estas sindicaturas (mi abuelo materno, de 80 y tantos años, solía hablar en sus largas pláticas casi solitarias de viejo, sobre las andanzas de un héroe de cuento llamado "Juanito, el de Imala").
La narración oral se basa en el hecho de que todos somos testigos de algo y, desde diferentes puntos de interés podemos aportar algo al conocimiento general sobre nuestro pasado común, los cuales pueden servir a futuros investigadores para documentar sus trabajos.
Sirvan estas líneas como un breve homenaje a la compañera Josefina Rayas, quien desde fines de los 80 promovió mucho el rescate de las tradiciones orales, tras tomar un taller en1987, con el poeta Vicente Torres, promovido por ISSSTE Cultura y DIFOCUR hoy ISIC-. De esa pasión surgieron los libros publicados "Tradiciones orales de San Ignacio"; "Tradiciones orales de Quilá"; "Tradiciones orales de Eldorado, Badiraguato, Rosario y Juan José Ríos"; y el más sabroso de todos, "Platillos exóticos de la cocina sinaloense". Nos vemos.
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