Tengo que barrer a la tristeza
III
La tristeza tiene el silbido de los grillos en la noche,
hojarasca seca que retumba
agudos cantos de cigarra adolorida.
La tristeza se alumbra con melancólicas luciérnagas
que despiden en su poca luz las añoranzas
de los años mozos.
Ella se esconde detrás de las sombras
que hacen bulto en las cortinas,
se agazapa en el recuerdo de niña
que está jugando siempre a las escondidas.
En ella se estancan los sueños
y se trunca la vida.
Siempre hay un antes y un después.
IV
Cuando la noche calla al mar
porque no soporta más el canto de su tristeza
la quietud se duerme sobre las dunas
y el vacío se extiende como pandemia sobre la tierra.
El rostro de tu rostro es otro
no cultiva con frescura los ayeres
en el ceño se fijan símbolos que duelen
como dos palos que se cruzan perpendiculares.
Cuando la noche calla hasta al silencio
el aroma del dolor sale a pasear
por la orilla de la playa
esquivando el agua amarga
que purga con la sal.