Transforma Agustín Martínez los golpes en caricias

Héctor Guardado
07 noviembre 2015

"La figura paterna del bailarín de Delfos fue ruda y violenta, pero la danza y la vida le enseñaron otras opciones para ser padre de Regina"

MAZATLÁN._ Agustín Martínez fue educado con golpes, pues su padre creyó que era la mejor manera de formar a sus nueve hijos.
Con el paso del tiempo, la danza le reveló al bailarín de Delfos otros mundos, lo obligó a interiorizarse, a descubrir sus emociones y expresarlas. Pudo desarrollar su inteligencia emocional y sus conocimientos y en ese proceso transformó los golpes en cientos de caricias, con las que ahora está criando a su hija Regina.
"La figura paterna que tuve fue muy agresiva. Cuando éramos pequeños mis hermanos y yo no entendíamos por qué nos golpeaba, eran castigos radicales, como hincarnos sobre vidrios o pegarnos con un fuete para mulas y caballos", recuerda.
"Fue un hombre que creció con pocas opciones, era un campesino que llegó a la Ciudad de México para que sus descendientes fueran alguien en la vida, ahí aprendió a leer, a escribir y un oficio, con eso nos dio de comer y educó a nueve hijos".
El maestro de danza contemporánea menciona que su padre entendía el concepto de educar golpeando.
"Su obsesión era que estudiáramos y cualquier cosa que se saliera de ese objetivo era motivo de violencia física. Una vez me agredió de una manera exagerada porque lleve un balón de basquetbol a la secundaria. Me dijo que a la escuela se llevaban libros, no balones", dice.
"Cuando era estudiante de danza fui a una función de gala del bailarín Juan Garduño, en las butacas, frente a mí, estaban sus papás llorando porque su hijo les dedicó la función. En ese momento mi deseo fue, si lograba ser un profesional, dedicarle una función a mi padre".
En ese entonces, el papá de Agustín no entendía qué era la danza y consideraba que era algo inapropiado.
"En ese momento sentí que esa era una manera de acercarlo a lo que era mi vocación, desgraciadamente no me dio tiempo, murió antes, ahora, cada vez que voy a salir al escenario le dedicó mi actuación a él y también a mi mamá".
Agustín confiesa que aunque durante mucho tiempo tuvo sentimientos encontrados sobre su padre, con la edad y la experiencia fue llegando la comprensión, que ocupó el lugar de la frustración y el cuestionamiento que lo invadieron por mucho tiempo.
"Cuando fui adulto y maduré entendí cómo había sido su vida y por qué se comportó de esa manera. Lo sufrimos todos mis hermanos y yo, pero a fin de cuentas a todos nos quedó claro cómo no se debe educar y que golpear a los hijos es algo terrible", comenta.
"Cuando éramos pequeños pensábamos que no había otra forma de vivir, a golpes tenías que enfrentar la vida en el barrio bravo de la Ciudad de México y como la mayor parte de las familias vivían así nos parecía normal. Cuando sales de ahí y tienes contacto con otras cosas, como la danza, ves que existen otras maneras de vivir, te das cuenta que hay otras opciones mejores que la violencia".
El bailarín eligió y tomó un camino diferente al que había aprendido en las experiencias que vio en su casa y en su barrio.
"Cuando tuve criterio propio deseché lo que me enseñó mi padre con sus actos, me construí una forma de ser papá diferente a la que yo viví y sufrí. Mi hija Regina me está enseñando a ser papá, quiero ganarme su respeto con mucho cariño, con muchas caricias, con muchos juegos", afirma.
"No quiero que me tenga miedo, como el que le teníamos a mi padre mis hermanos y yo, quiero educarla con todo el amor que tengo dentro de mí, porque el cariño que se siente por un hijo es casi divino, porque es incondicional y nunca te cansas de luchar para que te corresponda".
Regina es una niña de año y medio, que es un remanso para él.
"Mi hija es una 'maestra zen', puedo llegar estresadísimo a la casa, por la carga de trabajo, y ella, con que sólo me toque o con una sonrisa, me reconcilia con el mundo. Estoy aprendiendo a ver la vida con la sorpresa con la que la ven los niños. Las cosas más sencillas me llenan de gozo, como a ella. Recobré la inocencia y la fe en el mundo gracias a un milagro que se llama Regina".


PAPÁ BAILARÍN
Agustín Martínez es padre de Regina y esposo de la bailarina Aura Patrón.
Es bailarín de Delfos.
Junto a su esposa, Agustín Martínez dirigen la escuela de danza Dance Inc.