Una vida a ritmo del jazz
"Desde hace 30 años, Margarita Guerrero incursionó en el mundo del jazz dance"
CULIACÁN._ Hace 30 años, Margarita Guerrero se convirtió en la pionera del jazz dance en Culiacán. Era 1983 cuando a la escena de la danza llegaba esta novedosa forma de bailar, con la que se había encontrado en sus tiempos de estudiante de preparatoria en Colorado.
Aquella joven que desde los 7 años había estudiado folclor y ballet, observó en la Arvada Dance Center a un grupo de bailarines, que se movían al ritmo de música moderna. Identificó en ellos la libertad que siempre había buscado.
Pensó en emularlos. Dejó atrás su formación primera como bailarina de ballet, para meterse de lleno a esta disciplina. Sus tiempos de estudiante los combinó con movimientos que nunca antes había realizado.
Ahí en el salón de clases sintió una libertad jamás imaginada. Se emocionó y entonces decidió seguir su formación como bailarina en esta línea.
Fue a su regreso a esta ciudad cuando Lupita Escobar, una amiga que también había estudiado jazz en Guadalajara, la invitó a ser parte del sueño que tenía por abrir una escuela.
Margarita dijo sí. Entonces tenía 18 años y ocuparon un espacio por la calle Morelos, ahí realizaron una presentación para invitar a nuevas bailarinas. Con ellas compartirían esta manera de expresión sobre el escenario.
Tal fue el éxito de esta propuesta, que a los pocos días, 100 niñas se habían inscrito. De esta escena, la maestra recordará lo siguiente: "No te imaginas la sorpresa que causó, el jazz se convirtió en un boom, todos querían estudiar porque era atractivo y se bailaba con la música del momento. Llegaron como 100 niñas a inscribirse".
Al paso de unos meses, la escuela llamada Lup Cec's cambió de nombre. Lupita contrajo nupcias y Margarita Guerrero quedó al frente de este espacio.
"Yo no sé qué hubiera sido de mi vida sin Lupita, prácticamente yo tenía la inquietud de seguir bailando, me fascinó el jazz, y por eso me integré a trabajar con ella, pero a los pocos meses ella se fue de la ciudad y me quedé al frente de este sueño, ya con el tiempo más maestros se fueron sumando, pero en ese entonces sólo era yo la que daba jazz".
Un mundo para bailar
Cuando esta nueva forma de bailar llegó a Culiacán, Margarita dice que sólo se bailaba folclor, español, hawaiano y ballet. El jazz se convirtió en una nueva forma de expresión, que con el tiempo otros maestros fueron arropando.
"A mí me gustaba mucho bailar, pero también enseñar, yo me fui haciendo en eso, porque desde que empecé me estoy preparando, voy a cursos, seminarios, congresos, el jazz ha evolucionado y yo lo he hecho con él".
"Para todos fue algo muy padre, porque las niñas miraban emocionadas que se podía bailar con la música moderna, algo que sólo hacíamos en las fiestas, por eso yo creo que gustó tanto".
Margarita se fue preparando con el tiempo como maestra. Durante 10 años fue parte de la Boulder Dance Worskshop, de la Universidad de Colorado, una agrupación integrada por bailarines invitados de otros países.
También tomó talleres en Londres, París, Nueva York, Chicago. Siempre buscó estar a la vanguardia con los nuevos tiempos.
"La gente tenía la idea de que el jazz era algo comercial, que no tiene técnica, pero poco a poco ha ido acabando eso; para ser una buena bailarina de jazz necesitas unas buenas bases de ballet o contemporáneo, de hecho yo me sigo formando con Karemia del Rey".
Esta preparación a la nacida en Culiacán le ha permitido evolucionar. Montar musicales y ser testigo de la proliferación de nuevos espacios para este tipo de baile.
Una pasión
Con una historia en el mundo de la danza, de manera fundamental como alumna de Carmen Graciela Barrantes, en la Escuela de Danza Rosa Andrade, Margarita bailó ballet hasta los 16 años.
Le gustaba la rigidez de esta disciplina, pero encontró que el jazz le aseguraba una vida más larga como bailarina. Hasta la fecha se sigue entrenando y tiene la idea de formar un grupo integrado por bailarinas de más de 30 años.
"Yo llegué a Colorado y al ver a los bailarines de jazz me di cuenta que no eran muy jóvenes y que entre más grandes estaban, más proyectaban y como yo sabía que en el ballet el tiempo no perdona. Había disfrutado mucho todo el tiempo bailando pero aventuré con el jazz".
Entonces lo hizo cuando no sabía la reacción que esto pudiera provocar. Afortunadamente todo fue para bien y el jazz se convirtió para ella en una pasión.
"Soy una persona afortunada a la que le ha tocado ser testigo y protagonista de la historia del jazz en Culiacán, eso es algo que aprecio y recuerdo con cariño, realmente esto no lo he hecho sola, han sido muchas maestras y alumnas las que lo han hecho posible".
El ritmo de su vida
Margarita, la maestra que ha formado a cientos de generaciones en 30 años de trayectoria, ha vivido al ritmo del jazz.
Esto lo ha disfrutado al máximo. Su vida no la pudiera explicar de una manera, aunque estudió la carrera de informática, nunca la ejerció. Sus días han estado dedicados al arte.
Algunas ocasiones se ha preguntado: "¿Cómo sería mi vida sin bailar?, y se responde: "Yo creo que no sería nada, porque la danza lo ha sido todo y la he ido aprendiendo a disfrutar de diferentes maneras, a través de mí, de mis alumnas y de mis tres hijas que también han bailado".
Margarita considera que en el baile ha encontrado todo lo que siempre buscó. Con el movimiento se siente feliz, son sensaciones que sólo puede explicar bailando, si bien ahora lo hace frente a nuevas bailarinas, lo disfruta de otra manera. Eso sucede cuando los aplausos para sus alumnas se escuchan.
"Todo esto es una pasión, soy una persona afortunada a la que le ha tocado ser testigo y protagonista de la historia del jazz en Culiacán, eso es algo que aprecio y recuerdo con cariño; realmente esto no lo he hecho sola, han sido muchas maestras y alumnas las que lo han hecho posible".
Margarita Guerrero
Maestra de jazz