Vértigo
06 noviembre 2015
"Dos churrotes por el mismo boleto: 'Posdata: Te amo' (++): churrote/ 'Sin rastros (++) churrote"
A lo mejor es una maldición. Y si es así, ojalá que sólo sea aplicable a Hilary Swank. Me explico: después de ganar no uno sino dos óscares, esta joven actriz ha aparecido en churro tras churro, sin descanso, sin recato, sin vergüenza.Esperemos, insisto, que sea una maldición personal y que no le pase lo mismo a Daniel Day Lewis: nomás falta que en un par de años lo veamos protagonizar algo como 300 II: La revancha.
Pero volvamos a Swank. Después de obtener su segunda estatuilla con Golpes del destino (Eastwood, 2004), la actriz ha tenido una larga temporada en el purgatorio: apareció como risible femme-fatale en la fallidísima La dalia negra (De Palma, 2006), como maestra milagrosa en la archiconvencional Escritores de la libertad (LaGravenese, 2007), como escéptica universitaria en la incoherente cinta de horror Prueba de fe (Hopkins, 2007) y, ahora, como una dolorosa y manipulada viuda alegre en la inverosímil y soporífera Posdata: Te amo (P. S. I love you, EU, 2007).
Después de un aceptable prólogo en el que vemos a Swank y Gerard Butler felizmente casados ?se tiran con zapatos, se hablan a gritos, se corren mutuamente del departamento en el que viven para luego tener mucha pasión y mucho sexo-, nos enteramos que, de repente, todo se fue a la goma: Butler se murió y la joven viuda se queda sola, deprimida y sin bañarse.
Pero si esto se ve mal, no se preocupe: el asunto se pone peor. Sucede que el simpático muertito le ha dejado 10 cartas a su esposa, mismas que la mujer irá recibiendo una tras otra, cada mes, con órdenes tan originales como: "sal a bailar en tu cumpleaños", "regala toda mi ropa", "viaja a Irlanda a conocer a mi sustituto", "lávate las manos antes de comer y después de ir al baño" y cosas así.
Además de que la premisa está jaladísima de los pelos y de que la historia avanza muy lentamente a través de las cartitas de ultratumba, la plana dirección de LaGravenese no ayuda en mucho y Miss Swank se ve perdida en un género que parece no haber sido creado para ella. La actriz ha sido convincente como vulnerado transexual (Los muchachos no lloran/Peirce/1999) y no se diga como ingenua boxeadora white-trash. Pero como viuda, Miss Swank no transmite nada, a no ser aburrimiento. Y éste se pega.
A lo mejor eso fue lo que se le pegó al disparejo artesano Gregory Hoblit (buenos thrillers La raíz del miedo/1996, Desafío al tiempo/2000 y la muy reciente Crimen perfecto/2007; tropezones infames Poseídos/1998 y En defensa del honor/2002), pues su más reciente cinta, Sin rastros (Untraceable, EU, 2008), es un blando encadenamiento de clichés fílmicos relacionados con la fórmula del serial-killer maniaco y su obsesivo perseguidor ?en este caso, perseguidora, interpretada por Diane Lane.
En efecto, el sicópata de marras (Josepsh Cross), primo hermano del enfermizo moralista vengador de Juego macabro (Wan, 2004) y secuelas, secuestra a varias personas aparentemente al azar ?luego sabremos que nada hay de azaroso en las víctimas- para luego torturarlas en vivo y a todo color por Internet. Algo más: en la medida que más gente entra al website killwithme.com el asesinato se va ejecutando con más rapidez: el ácido va cayendo con más regularidad, el calor se va incrementando exponencialmente, el líquido envenenado se va inyectado con más precisión?
Estamos, pues, ante una torture movie presuntuosa: no le basta solazarse con la tortura de sus personajes (como en el díptico Hostal/2005 y 2007), sino que cree que, a través de esa misma tortura fílmica, está haciendo una severa crítica a todos los morbosos que navegan en la red buscando violencia real. Así, Sin rastros muestra la violencia más gráfica y perversa ?y hasta eso: ni tan gráfica ni tan perversa- y luego quiere regañar al público que pagó su boleto por verla.
La verdad es que la historia es tan chambona que no merece ni siquiera ser calificada como hipócrita y lo único que se puede lamentar es el desperdicio de un reparto que merece algo más: Diane Lane, Colin Hanks, Mary Beth Hurt? Pero, bueno, supongo que todos tenemos que pagar la renta.
Y los rústicos culichis tienen que llevar su teléfono celular prendido y sonando al cine.
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