Vértigo
06 noviembre 2015
"Vértigo"
'Más que a nada en el mundo'(**): dos asteriscos
Mejor Ópera Prima en Guadalajara 2006 -en donde por problemas de programación y cruce de funciones no la puede ver- y estrenada comercialmente casi dos años después en la Ciudad de México, ha llegado finalmente a Culiacán Más que a nada en el mundo (México, 2006), el notable debut a cuatro manos de los egresados del CCC, Andrés León Becker y Javier Solar.
Estamos ante un expertamente realizado melodrama femenino/familiar visto desde la perspectiva de una niña de 7 años, Alicia (espléndida Julia Urbini), quien cree que su difícil mamá separada, Emilia (guapísima Elizabeth Cervantes, ganadora exaqueo del Ariel 2007 a Mejor Actriz), ha caído en el poder de un siniestro vampiro vecino de ellas (Juan Carlos Colombo). Por supuesto, el pobre hombre no es ningún chupasangre, sino un solitario viejo que está muriendo debido a un cáncer terminal.
He usado el adverbio "expertamente" para referirme a la realización firmada por León Becker y Solar -quienes, por cierto, han realizado varios cortometrajes antes de echarse al ruedo en su primer largo-, pues Más que a nada en el mundo no parece la película de unos cineastas novatos. No en el aspecto visual, no en el manejo del encuadre, no en la dirección de sus actores.
Tal vez lo único reprochable sea que en el desarrollo de la historia los cineastas/guionistas hayan caído en la tentación de un desenlace complaciente, facilón. También habría que apuntar que, desde mi perspectiva, los directores se pasaron de tueste con la sobriedad con la que sugieren ciertos aspectos de sus personajes -en especial los que se refieren al anciano canceroso interpretado por Colombo-, de tal forma que se termina diluyendo mucho del impacto dramático de lo que estamos viendo en pantalla.
Sin embargo, sería injusto subrayar estas deficiencias sin traer a la luz sus innegables logros, que tienen que ver, sobre todo, con el complejo retrato que se hace de la relación entre la trabajadora madre soltera, neurótica y autodestructiva, y su imaginativa, callada y exasperante hija de siete años.
Es refrescante ver cómo la realidad de esta difícil relación entre una madre sola y una niña en el nuevo siglo mexicano es llevada a la pantalla grande sin sentimentalismos ni chantajes de ninguna especie. Lo que queda claro -por si alguien no lo sabía- es que tener hijos y educarlos no es nada fácil, y menos aún cuando se vive sola, abandonada, pasando entre uno y otro amor y otro amor y otro amor...
León Becker y Solar logran sus mejores momentos como cineastas/guionistas en ese retrato dolorosamente verosímil de las histerias de Emilia y de los silencios de Alicia. Dan ganas de meterse a la pantalla, sacudir a una, abrazar a otra, y llevarlas a las dos a la playa. Después de todo, ambas se quieren más que a nada en el mundo.
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Y los rústicos culichis, por su parte, adoran sus teléfonos celulares sonando dentro de las salas de cine y a todo volumen.
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