VÉRTIGO: 'La 4ª. Compañía'

Ernesto Diezmartínez Guzmán
11 abril 2018

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La 4a. compañía (México-España, 2016), ópera prima a cuatro manos de Mitzi Vanessa Arreola y Amir Galván Cervera es, por desgracia, más un síntoma de las contrahechuras de nuestra industria fílmica nacional que una película valiosa por sí misma.

 

Vea si no: después de presentarse en el Festival de Guadalajara 2016 -en donde ganó el Mayahuel a Mejor Actor (Adrián Ladrón) y el Premio Especial del Jurado-, la cinta durmió el sueño de los justos hasta que, un año después, arrasó en la entrega del Ariel 2017, pues ganó la friolera de diez estatuillas: Mejor Actor, Mejor Actor de Cuadro, Mejores Efectos Especiales, Mejor Sonido, Mejor Edición, Mejor Escenografía, Mejores Efectos Visuales, Mejor Maquillaje, Mejor Vestuario y, finalmente, la joya de la corona: Mejor Película.

Pero he aquí que ni el triunfo en Guadalajara hace dos años ni los diez arieles hicieron posible que la película se estrenara, sea en el 2016, sea en el 2017. Al final de cuentas la cinta ha llegado a cerca de 300 salas comerciales a nivel nacional y, al momento de escribir estas líneas, aunque apareció en el top-10 del fin de semana, lo hizo en el lugar número 10, lo que no augura buenos números para una película que merecía mejor suerte económica.

Estamos ante un bien producido  thriller  carcelario ubicado en 1979, en pleno sexenio lopezportillista. A la cárcel de Santa Martha Acatitla llega el joven ladrón de autos Enrique Zambrano (el multipremiado Adrián Ladrón) que muy pronto forma parte de Los perros de Santa Martha, un equipo de futbol americano que derrota a todos sus oponentes deportivos un día para, al siguiente, salir a robar coches o, incluso, cometer asaltos bancarios, todo bajo la protección de un tal General Durazno -o sea, el mismísimo "Negro" Durazo, de tan infausta memoria.

Aunque bastante dispareja, esta historia de corrupción política, policial y carcelaria -filmada en la propia prisión de Santa Martha Acatitla con auténticos reos como extras- se deja ver sin mayor dificultad, moviéndose continuamente entre la denuncia más obvia y la explotación de eso mismo que denuncia.

En resumen, se trata de un sólido palomazo de fin de semana que, si hubiera sido producido en Hollywood, sospecho que estaría llenando las salas de cine. Por desgracia, como se trata de una cinta mexicana que no es comedia, lo más probable es que se pierda en el olvido, con todo y sus diez arieles en la buchaca. Qué remedio.

Comentarios: en la página web www.ernestodiezmartinez.com, en la cuenta de twitter @Diezmartinez y en el correo electrónico ernesto.diezmartinez@gmail.com