El carnaval es un musical

Héctor Guardado
14 noviembre 2015

"En la coronación de Lidia I como Reina de Juegos Florales le rinden homenaje a películas que han llenado al mundo de ilusión y a la música sinaloense"

La fabrica de sueños echó a andar su maquinaria la noche del viernes para elevar por mundos mágicos a los espectadores reunidos en el Estadio Teodoro Mariscal, cuando el Carnaval se convirtió en un musical de Hollywood, para coronar a Lidia I, Reina de los Juegos Florales, que entregó la flor natural al poeta Christopher Amador.
La noche que el Carnaval dedica a las artes fue iluminada por las escenas de largometrajes icónicos que se combinaron con un homenaje a la música, a los personajes del cine y la canción popular que le han dado a Sinaloa parte de su identidad para entrega a más de 14 mil espectadores una noche inolvidable.
Cuando la tercera llamada se escuchó, un grupo de jóvenes apareció en el escenario para ejecutar los pasos coreográficos del enfrentamiento de pandillas de Amor sin barreras. Después tocó el turno a Mamma mía, el musical basado en las piezas del grupo ABBA.
Un grupo de frívolas jazz girls honraron al gran Gene Kelly con una coreografía mientras en las pantallas se veía al actor bailarín en películas como Cantando bajo la lluvia.
Mary Poppins hizo acto de presencia y en vivo se interpretó con danza la música de Supercalifragilisticoexpialidoso, y Chim Chim Cheree mientras en las pantallas se vio la versión que Julie Andrews hizo de está historia.
El lado estridente de la bohemia parisina quedó retratado en el musical Moulin Rouge, que dio paso a decenas de imágenes de musicales que arrancaron los suspiros del público: Judy Garland en El Mago de Oz y escenas de Esther Williams y Fred Astaire, entre otras.
La vertiginosa escena de la boda de El violinista sobre el tejado caliente preparó al público para el gran final, la línea luminosa de bailarines de A chorus line que interpretaron la canción One, llenando de brillo el escenario.

El ideal de Camelot

La Reina Ginebra, del musical Camelot, esperaba subir al trono, la aguardaban su mítico reino, en donde vibraba el amor de su vida, el rey Arturo, acompañado de los caballeros de la mesa redonda.
Un verde dragón, desde la cima de la estructura de luces, lanzó fuego al pueblo, los guerreros contratacaron  y, por fin, el poeta laureado, Cristopher Amador subió al escenario para coronar a la reina, que recibió de sus manos su centro y la diadema en su testa. Ella le entregó la flor natural por Poemas a un lector del 2020, el trabajo literario ganador del premio Nacional Clemencia Isaura.
Lidia I, al entregar el reconocimiento al poeta, perdió la corona que rodó a sus pies, una situación que inquietó al público. Una princesa la recogió y se la entregó, ella se la volvió a colocar en su soberana cabeza recibiendo los aplausos de los presentes.


Un homenaje a la música sinaloense.

Luego vino el exitoso programa Así canta Sinaloa, armado con música y canciones que se hicieron famosas gracias a los íconos sinaloenses de la música popular mexicana Pedro Infante, Lola Beltrán, Luis Pérez Meza y José Ángel Espinoza "Ferrusquilla".
Con este espectáculo se clausuró el Festival Cervantino, el festival Cultural Sinaloa y se reprodujo para los mazatlecos gracias a la actuación del Coro Guillermo Sarabia, la Orquesta Sinfónica Sinaloa de las Artes, los solistas de los talleres de ópera de Culiacán y Mazatlán y La Original Banda El Limón, todos dirigidos por la batuta de Enrique Patrón de Rueda.
Con una probadita de ópera inició el programa. Los tenores César Delgado y Andrés Carrillo cantaron La Dona e mobile, de la ópera Rigoletto; Penélope Luna y Karen Barraza hicieron una serie de górgoros con los que interpretaron el aria de Las Campanas de las ópera Lakme, siguió El toreador  y La Habanera de la ópera Carmen, y seis tenores y el coro pidieron que nadie durmiera esa noche (Nessum dorma), como lo hace Calaf en la ópera Turandot.
El programa continuó con un homenaje a Lola Beltrán. Penélope Luna cantó con soltura Rebozo.
Una de las artistas que se llevó la noche fue la mezzosoprano guamuchilense Oralia Castro, que continuó con la ofrenda a Lola Beltrán con Paloma negra y Cucurrucucú Paloma. María Elena Leal, hija de la cantante vernácula, recordó a su madre con Si nos dejan y Serenata huasteca. El barítono Germán Olvera cantó Échame a mí la culpa, de "Ferrusquilla".

Un chiflido inolvidable

Una sonrisa se dibujó en los miles de rostros cuando se vio la imagen del carpintero que canta Amorcito corazón, Patrón de Rueda dirigió el chiflido con el que La Chorreada (Blanca Estela Pavón) le contesta a Pepe El Toro (Pedro Infante), interpretado por José Manuel Chu.
La escena se llenó de rumberas, las pantallas mostraron a Ninón Sevilla, Tongolele y Rosa Carmina en todo su esplendor sobre los escenarios de celuloide, la orquesta instaló en el aire los cadenciosos y alegres sonidos creados por Dámaso Pérez Prado, el mambo.
Siguió el Corrido de Mazatlán y un popurrí de sones sinaloenses en los que brilló el carisma del tenor Jorge Echegaray, que interpretó con simpatía El Barzón.