Los Rangers: Pioneros del rock

14 noviembre 2015

"En los años 60, unos jóvenes de Mazatlán se sumaron a las filas de un fenómeno musical que cambiaría al mundo"

Fernando Alarriba

MAZATLÁN._ En 1954, un nuevo sonido rompía en los Estados Unidos una serie de esquemas sociales y culturales para proponer un modelo de vida fresco, animado y atrevido que afectó al mundo entero, el rock and roll. 

Siendo una música creada por jóvenes, el fenómeno se erigió como una cultura global para millones de adolescentes y el puerto de Mazatlán no sería la excepción. 

Carlos Gutiérrez Medina, Rafael Jiménez Lerma y Gregorio "El Shane" Chávez son integrantes de Los Rangers, el primer grupo de rock porteño que surgió a finales de los años 50, tras entrar en contacto con las canciones de Bill Haley and his Comets, Chuck Berry, The Teenager, Elvis Presley, Little Richard, Jerry Lee Lewis o Buddy Holly, entre otros. 

"Estábamos en la escuela y tuvimos la suerte de tener compañeros que vivían cerca de la frontera o en la frontera y ellos tenían discos y nos invitaban a oírlos. Ya se marcaba la música blanca y la música negra, había cierta separación; entonces hubo una cosa muy bonita, el rock sirvió de puente para que fluyeran y se juntaran dos razas: Chuck Berry era negro y luego sale Elvis Presley, totalmente blanco". 

La música fue sólo la punta del iceberg, se trataba del choque de dos épocas, la de los padres y sus tríos, mambos y rancheras y la de ellos, que adoptarían las cabelleras engomadas, se harían dueños de una moda creada para jóvenes y serían una generación que marcharía bailando por las causas del "rebelde sin causa". 

A los 17 años, junto a Alberto Andrade, César Gámez y Daniel Cárdenas, Gregorio y Carlos deciden formar su banda, Los Mexicas, en el Instituto Cultural de Occidente, gracias al apoyo del padre Marchetti y a sus clases de música, pero tendrían que pasar algunos meses para darle forma e identidad al conjunto. 

"Shane" se fue a Tijuana, en donde formaría parte del conjunto Stranger Band, hasta que un día recibió la llamada de sus compañeros, invitándolo a regresar al puerto para armar un nuevo conjunto, ahí nacerían Los Rangers y su primer tocada fue en 1960, en el antiguo Cine Zaragoza, durante el festival de fin de año de la academia de ballet de Lupita Castro. 

"Olvídate, fue la locura total, la novedad. Abrimos con Speedy González. Causamos sensación... Era un festival muy reconocido, iba mucha gente. Y nosotros al tocar… era lo máximo, estar tocando y que la chavalada se alborotara", recuerda Carlos con una gran sonrisa. 

La primera semilla del rock porteño crecía en un ambiente sano, ya que los integrantes de la banda señalan que se presentaban en tardeadas, solamente se vendían refrescos, los mayores de 21 años eran los que podían asistir, si había pleitos, éstos se resolvían con un "tiro derecho", uno contra uno. 

"Fíjate bien… rock and roll, golpea y muévete… ¿Entiendes? No había rebeldía, la cosa era así: brinca, baila, muévete, salta, zangolotéate, gózala; los gringos le decía 'opening', la apertura de algo diferente", señala "Shane", quien también recuerda que en esos primeros bailes los jóvenes mazatlecos de los años 60 vivían el erotismo a su manera. 

"Tomar de la mano a una muchacha era lo máximo. Olvídate del besito, no, no, un beso y me chorreaba... eran otros tiempos".

Un viaje sin retorno
Tras la exitosa tocada, Los Rangers continuaron practicando en casa de los hermanos Cárdenas Urrea y teniendo como mánager al quinceañero Jorge Saenz Ungerer, se pusieron como meta vivir del rock and roll a. Pero para emprender ese gran viaje los porteños, a diferencia de los capitalinos, no contaban ni siquiera con las herramientas básicas. 

"Esto que estás oyendo de nosotros es salvaje, es natural, no había los medios: guitarras eléctricas…cero, piano eléctrico… cero, micrófonos, nomás los de las radiodifusoras, andábamos pidiendo prestado..., las guitarras, ¡las mandamos a hacer con los carpinteros! Ahí nos ganaron los de México, allá había equipo, el ambiente era internacional, todo acá era desconocido, decirte provinciano era un insulto para ellos, 'quítate provinciano'", recuerda Shane. 

"'Dónde queda eso', 'todo lo que está fuera del D.F. es Cuauhtitlán' ¡así era!", confirma Rafael partiéndose de la risa. 

Pese a todo, el grupo avanzaba, ya cobraban por las tocadas e incluso fueron contratados para las caravanas musicales organizadas por Coca Cola y Pepsi para salir de gira y también participaron en el Carnaval de 1961, donde se convirtieron en el primer carro alegórico musicalizado (que funcionaba con una planta eléctrica de gasolina) en la historia de la máxima fiesta del puerto. 

En esos momentos surgen en el puerto otros grupos como Los Monarcas, Los Saltiefeets, Los Árabes, Los Master, Los Happy Boys, Los Buitres, todos influidos por Los Rangers, que para 1962 graban un disco con dos temas: Shane el desconocido y Mi chamaquita, en la disquera Tambora A gogó, dirigida por Juan José Vicente Laveaga. Esta grabación les permitiría ir más allá de Mazatlán, pero esto sería una espada de doble filo.

Rompiendo fronteras
Durante unas vacaciones, la banda se encontraba en Los Ángeles cuando escucharon que de una sinfonola se desprendían las notas de Shane el desconocido. 

Lo habían logrado. Los Rangers gozaban de gran éxito en toda la parte norte del País, vendieron más de 10 mil copias de su disco en la frontera y en lugares como Tijuana, Sonora, Tamaulipas sus temas se convirtieron en un referente para los nuevos adeptos del rock, entre ellos Rafael, quien pasaría a formar parte de la alineación años después. 

Pero los sueños no sólo se construyen de ilusión y esto sería un duro aprendizaje que les llegaría a través de su mánager, Juan José Vicente Laveaga, quien explotaría a la banda sin darles un pago ni un trato justo, ya que, según cuenta Carlos, Laveaga les hizo firmar un contrato en el cual las presentaciones eran la forma en que la que la banda pagaría el equipo, los viajes y los alimentos que ellos requerían.

La central de la música y el final

Para 1967 se abre en Mazatlán un lugar emblemático, un espacio que importantes bandas que se dirigían al Distrito Federal para mostrar su música utilizarían como una zona para calentar motores y sacudir a los rockeros patasaladas, el Mauna Loa, que incluso llegaría a ser conocido como "la central de la música". 

Mazatlán se convirtió en una aduana roquera, al grado de que, según cuentan Los Rangers, gustar aquí era gustar en todo México. 

Al mismo tiempo, la Caravana Corona traía a la Perla del Pacífico a los roqueros nacionales: Los Black Jeans con César Costa, Los Teen Tops, Los rebeldes del rock, Los hooligans, Los hermanos Carreón, Los locos del ritmo o La pipa de la paz, que contaba con un jovencísimo cantante llamado Alberto Aguilera Valadez, "Juan Gabriel". 

Debido al desgaste de las relaciones con Laviaga y a las necesidades personales de integrante, la banda se separa a mediados de los 60. 

En 1968 tres integrantes vuelven a unirse, pero en ese momento, señala "Shane", existían 32 bandas que tocaban en bares y hoteles, y Los Rangers ya no eran los mismos. 

"Cada quién agarró su rollo, ellos hicieron un grupo que se llamaba Punto Cuatro, yo me metí con un pianista, organista y saxofonista y duré como 10, 15 años en El Cid. El grupo acabó en el 70 y nos volvimos a reunir en el 95, cuando el Club Muralla hizo el baile del recuerdo, tocamos con Stucka 2", recuerda Shane. 

Cada época tiene su propio espíritu. Esa primera etapa del rock en el puerto fue la llegada de algo totalmente nuevo, un ritmo alocado que uniría a los jóvenes, les daría su propio lenguaje, sus propios himnos. 

Hoy Los Rangers siguen activos, ahora con la etiqueta de música del recuerdo u "oldies" (viejitas), algo que no ha mermado en nada el espíritu de estos eternos jóvenes.


HISTORIAS COMPARTIDAS
Mazatlán es cuna de artistas y el rock no queda fuera de su repertorio. A partir de esta semana se publicarán entrevistas para mostrar la historia de este género en el puerto, desde los años 60 hasta el día de hoy.
Uno de cinco.