Xylvia, el Megazord: cinco piezas unidas que son imparables

Noroeste/Redacción
13 mayo 2022

Cada integrante de esta banda de rock alternativo tiene un ‘superpoder’ que, fusionado, los hace imparables. O al menos eso es lo que ellos dicen: Xylvia, una banda de rock alternativo de Mazatlán, que saca chispas en el escenario

Por Itzel Martínez Thomas

Cada uno tiene un objetivo concreto: ser el mejor en su instrumento y en su aportación a la banda. Son cinco y son como el Megazord de los Power Rangers: un autómata enorme que obtiene su poder de la conjunción de todas sus partes. Como banda de rock alternativo se hacen llamar Xylvia y su música es pura intensidad.

Sobre el escenario, sus miembros son unos profesionales. Fuera de él son como cualquier persona: padres de familia que preparan el desayuno los fines de semana y personas que buscan aportar y transformar el mundo.

Édgar el Pollo Mojica, Fredy Lizárraga, Édgar Schober, Enrique Kiki Camacho y Gabriel el Sosio Pérez fundaron Xylvia en 2011. Ocho años después grabaron su primer disco, el cual presentaron en el festival de Rock Sinaloa 2019.

Édgar el Pollo Mojica, voz

La peculiar voz de Xylvia le pertenece a Édgar el Pollo Mojica, un tipo que a los 7 años sufrió un accidente en casa. Durante su convalecencia, el Pollo encontró en el canto una manera de liberar sus emociones.

“Empecé cantando música de toda: rancheras, románticas, lo que fuera para olvidarme y liberarme”, cuenta con cierto nerviosismo, como si estuviera en un interrogatorio. El Pollo no es así. De hecho, siempre carga una risa que contagia. Sucede que no está acostumbrado a las entrevistas.

A el Pollo le dio después por la onda gringa y fue cuando agarró a Aerosmith y a Bon Jovi como sus bandas de cabecera. En su biblioteca musical de ahora figuran Bob Marley o Cold Play.

“Pero mi inspiración viene de B.B King, Jimmy Hendrix y Carlos Santana”. El Pollo es el cerebro del grupo. Tiene una capacidad bárbara para crear una letra de la nada con solo el hecho de escuchar un acorde o un ritmo. En Tijuana formó parte del grupo Angelina. Sus inicios en Mazatlán fueron con el grupo Star-Fish. Ahí conoció a Edgar Schober, a quien años después lo invitó a participar en Xylvia, donde ha visto pasar varios talentos por sus filas desde hace dos años, sin embargo, la banda no ha sufrido cambios.

Édgar Omar Schober Avilés, guitarra

Édgar Omar Schober Avilés, conocido como Schober en el mundo del rock, es un amante de las caricaturas y del anime. Un autodidacta de la producción musical y guitarrista de Xylvia. Llegó a la banda como segunda guitarra.

“En sus inicios, Xylvia solo tenía una guitarra, bajo, batería y voz, después me integraron a mí”, dice.

Sus primeros encuentros con la música sucedieron a los 12 años, cuando le dieron a elegir entre una patineta y una guitarra eléctrica. Sus primeros acordes fueron canciones de Metallica.

“Tocaba One y Nothing else matters”, cuenta. Su dicharachera e hiperactiva personalidad provocan que Schober vierta toda esa energía en las producciones de la banda.

Estudió informática sólo por darle gusto a sus padres. “Había que estudiar algo, así que escogí sistemas”, dice riéndose. Hasta hace algunos años entró a estudiar música. Se considera un buen amigo y perfeccionista, además de que no le gusta la gente tramposa. Es de las personas que quieren dejar un legado a través de sus composiciones.

“Me gustaría dejar algo de mí para los demás, la música es un estilo de vida”, dice un tanto inquieto.

El Schober, dicen sus amigos, es la perfección y técnica de la producción musical que tiene la banda.

“Planea cada golpe de la batería, cada acorde del bajo y de las guitarras”, cuenta uno de ellos. Es decir: no hay sonido que no haya estado planeado por el Schober.

—¿Y cómo se conocieron los integrantes de Xylvia?

—Mazatlán es un pueblo pequeño, todos los músicos nos conocemos. Ahora nos estamos conociendo a través de la música.

Fredy Fernando Lizárraga Fonseca, bajo

Fredy Fernando Lizárraga Fonseca toca el bajo. Sus inicios con la música fueron en la secundaria escuchando y grabando música de Bon Jovi y Nirvana. “Grababa las canciones en una grabadora y luego imitaba a los cantantes”, recuerda.

Fredy creció en la época donde había que experimentar directamente con los instrumentos.

“Ahora todo está al alcance en internet y en la redes sociales, antes era muy difícil conseguir un método para estudiar”, dice y enseguida cuenta que se ha inspirado en bajistas como Justin Chancellor, Geddy Lee y guitarristas de metal como Cliff Burton. Entre sus gustos musicales están Deftones, Queen, Led Zepelin, Black Sabbath, Kreator, Deep Purple y Korn.

“Escucho de todo lo que engloba el rock, demasiadas influencias como músico, muchas bandas que hacen bien las cosas”, cuenta.

Admira a David Bowie porque es una persona que a través de la música ha enseñado que no hay reglas en el rock. Su sueño como músico es que se escuche en todo el mundo y que mueva sentimientos que se identifiquen con lo que toca y compone. Tiene 22 años en la música y por eso dice que la industria musical ha cambiado.

“Hay que irse adaptando a las nuevas generaciones”, se resigna. “O te adaptas o te quedas atrás, no podemos quedarnos en como era la música antes. Ya no sólo es música, ahora hay medios y plataformas digitales. Antes era difícil grabar un disco o una canción. Ahora es muy sencillo compartir música de calidad”, relata.

“Fredy es un chavo a toda madre”, se burla de sí mismo antes de contar cómo llegó a la banda:

“En algún momento escuché un EP de cuatro o cinco rolas, y me gustaba mucho la música que hacía Xylvia. Me convertí en fan de ellos. Al tiempo, iban a grabar otro EP, pero el bajista de ese momento no quiso venir a producir porque no era su estilo, entonces hablaron conmigo y, como buen fan, luego, luego dije sí. El anterior bajista dejó la banda y entré yo hace como 7, 8 años, desde entonces empezamos a preparar el disco. Fue un proceso muy largo para que el primer disco pudiera ver la luz”.

Enrique Alberto Camacho Santamaría, baterista

Enrique Alberto Camacho Santamaría, conocido como Kiki o El Chango Camacho, es un diseñador industrial, cuya vida son las baquetas.

“Desde plebe me gustaba golpear las cosas”, dice y cuenta que un día tomó un martillo y tumbó una barda. “Así, a golpes”. Sus padres, entonces, le regalaron un tambor para que encauzara esas ganas de pegar.

Con el tiempo, Enrique armó su propia batería con libros. Observaba videos para jugar y hacer música. A los 16 años, sus papás le regalaron su primera batería.

“En esa época empecé practicando entre 8 y 10 horas diarias”, evoca aquellas jornadas de aprendizaje.

Cuando cumplió 18 años, Enrique se fue a estudiar a la universidad a Monterrey. Fue en el departamento de difusión cultural de la universidad que empezó su trayectoria como baterista, ahí conoció a Gil Cerezo, hoy vocalista de Kinki, y a Patricio Elizalde, conocido como Pato Machete. Juntos formaron un grupo llamado Pasto. La banda tenía dos vocalistas y Enrique tocaba la batería.

“En esa época nos empezaban a escuchar y generamos tensión en las disqueras. Fue como en 1997”.

Después de eso, Enrique participó en algunas giras del primer disco de Control Machete. Al terminar la gira formaron una banda nueva: Sofá, pero no tuvo mucho auge. Luego le hablaron los del grupo Resorte, donde tocó por cinco años.

La trayectoria de Enrique incluye que, en 2005, el guitarrista del grupo Zoé lo invitó a cubrir el resto de la gira Rock and Lover, pues su baterista original dejó el grupo. Tocó con Zoé durante 4 meses. Después regresó a Monterrey y durante algunos años se alejó de la escena musical. Desde 2010 ha formado parte de la banda Niña, que se encuentra grabando dos discos y en donde participa como bajista y comparte talento con D3NdRON.

A Enrique no le gusta la música tibia. Es intensa o calmada, para él no hay términos medios. Hace 3 años regresó a Mazatlán y se empezó a contactar con algunos amigos para retomar la música. Fredy le platicó de Xylvia.

“Me atrapó el concepto y la energía de reventar los sentimientos. Las relaciones humanas, calidad profesional y la buena vibra del grupo. Fui al estudio y ellos me aceptaron”, dice Enrique, quien se define a sí mismo como “la calma y la intensidad de la esencia en presencia”.

En 2019 se vivió una fuerte tensión en la banda, ya que uno de los guitarristas del primer disco, tomó la decisión de abandonar la banda. “Cada vez que sale un integrante es como si se desarmara el grupo”, cuenta Schober.

“Ya teníamos el disco, las canciones, todo armado listo para ensayar. Entonces teníamos en ese momento dos opciones. Lo platiqué con Fredy, el Pollo y Enrique, entre todos decidimos continuar con la banda y fue cuando invitamos a Gabriel”, cuentan en conjunto.

Gabriel Pérez, guitarra

Es mejor conocido por sus compañeros como “El sosio” (así con la letra ese), toca la guitarra.

Sus inicios en la música fueron a los 12 años cuando en una ocasión viendo la televisión conoció a Limp Bizkit y desde entonces empezó a ponerle atención a los riffs, a las baterías y a las voces de los cantantes. Su primera canción en guitarra fue una de Nirvana, Come as you are, de ahí se fue al Acapulco Rock y después al Punk Rock.

Su camino ha sido largo desde sus inicios pero siempre se ha mantenido en la música. Admira en la guitarra a Jimmy Hendrix, como guitarrista lo considera un movimiento natural ya que ahora todos hacen algo como él.

El sosio siempre ha vivido la música a como le fluye. Su primera guitarra fue acústica, sin embargo, le dijo a su mamá que en ella no iba aprender, que no estaba motivado, que debía ser una eléctrica. Esa Navidad se la dieron, aunque tardó un año en saber que estaba desafinada.

“Vivía en una colonia de cholos y ahí nadie sabía de música”, recuerda riendo.

La formación de Gabriel fue callejera, su habilidad para la guitarra rítmica lo define como persona pues es el extra que le aporta a Xylvia.

Gabriel quiere que lo conozcan por lo que hace y aporta. Darle una entidad al rock.

“Vivimos en una ciudad donde la banda es lo importante, entonces me gustaría que esto estuviera equilibrado. Siento que es un sueño factible. Que el tiempo que estoy invirtiendo se vea redituado, que digan qué bueno que no fue doctor y se dedicó a la música”, comenta riendo. Se define como enojón pero a la vez tranquilo. Le molestan las injusticias y el individualismo. Se caracteriza por encontrar el humor en la vida diaria y siempre busca ese lado positivo.

Ha participado en otras bandas de Death Metal como Visceral Lust, una de las más antiguas de Mazatlán y en Wolves and Ashes una banda de Post Hard Core con quienes está en proceso su primer disco.

El Sosio ha sido el parteaguas para la evolución de la banda, ya que le ha dado un cambio de estilo al grupo, lo cual fortaleció su esencia y consolidó la técnica musical que venían manejando.

Preparan nuevo material

En 2019 el primer disco vio la luz. Sólo fueron dos sencillos los que alcanzaron a salir y luego llegó la pandemia. Esto, estancó al grupo y los motivó a buscar nuevas ideas.

“Ha habido altibajos, Xylvia es como un matrimonio y hay que mantenerlo. Un guitarrista por decisión propia se fue del grupo. Entonces eso nos hizo replantearnos el futuro. El camino a seguir”, dice Fredy.

Xylvia se encuentra preparando lo que será su nuevo material. El álbum será conceptual. En él plasmarán la esencia de cada integrante de la banda. Ya se tienen 9 maquetas de las 11 que formarán parte del mismo.

“Las maquetas que hacemos, tienden a sonar como la canción. Es simular la canción. Prácticamente grabamos dos veces la canción, casi casi tocamos nuestro propio cover. Lo divertido de esto es que la batería la programamos junto con Enrique, entonces todos los sonidos salen perfectos. Esto nos permite visualizar y de ahí le podemos dar los ajustes y movimientos. Hasta que decimos, ‘ahí, ésta va a ser’”, cuenta emocionado Schober.

El proceso creativo es variado para estos talentos. Pueden generar canciones desde el ritmo de la batería y después integran la letra y los instrumentos. Incluso hasta con palabras.

“Este nuevo disco es tres veces más técnico que el anterior. Superamos el álbum pasado, me mantiene muy contento eso. Eso me permite exigirme mucho más como persona porque sé que viene algo mejor”, platica el Pollo.

Para estos talentos no hay límites en cuestión musical, por esta razón programan cada golpe de la batería de manera individual y al momento de escuchar modifican de ser necesario. La perfección y técnica en este nuevo material serán la clave de la calidad que buscan compartir con su público.

Xylvia, más fuerte que nunca

Xylvia, que su nombre da sentido a su significado; “por la vía”, muestra el camino que se van trazando como banda. La interminable trayectoria hacia ningún lugarserá una canción experimental con la que buscan mostrar que todo en la vida es cíclico. El final es de dónde se parte.

“Esta canción será la cereza del pastel, ya que contará con elementos teatrales además de que durará 13 minutos”, dice Fredy.

El proceso compositivo fluye de manera más sencilla, la química entre sus integrantes es evidente en su interacción. Las letras que comprenden las canciones que han seleccionado reflejan la nostalgia que sienten los integrantes cuando algo no está bien en el mundo, las experiencias personales de cada uno, los riesgos musicalmente que están tomando para mostrar a una Xylvia más sólida y fuerte.

Xylvia está más fuerte que nunca. Si la vemos como una analogía ésta representa a cada uno de sus integrantes como un elemento clave para la banda y que juntos son imparables.

“¿Se acuerdan de los Power Rangers? Pues nosotros somos el Megazord, cinco piezas unidas que son imparables. Si lo llevamos a la música, cada uno tiene su personalidad y su instrumento, pero en el escenario, juntos, somos más fuertes y estamos conectados”, revela Gabriel.

El estilo complejo y agresivo de la Xylvia actual, la evolución que marca la diferencia entre el 2019 y hoy en día, el paso de la pandemia, las experiencias y vivencias de cada uno de los integrantes se verá reflejado en las letras y contenido de los nuevos temas que comprende este segundo álbum, que se espera vea la luz para inicios de 2023.