EVANGELIZACIÓN, EDUCACIÓN Y CULTURA: Inculturación

21 julio 2020

"El mensaje de la trascendencia adquiere vivencia dentro del ambiente cultural, dándole una dirección"

Padre Amador Campos Serrano

La capacidad de contemplar diferentes formas y manifestaciones expresadas por el ser humano, valorando lo creado en generaciones pasadas, no sin esfuerzo y muchas veces a base de lucha, con aciertos y errores, es una prueba de respeto hacia una humanidad, cuyas raíces se hunden en un histórico caminar en busca de su sentido en este mundo.

Inserto en la antropología, el mensaje de la trascendencia adquiere vivencia dentro del ambiente cultural, dándole una dirección, con formas nuevas que no por ello limitan o eliminan las manifestaciones de la misma cultura en donde se inserta.

Originalmente, partiendo del lenguaje teológico, el término inculturación surge en la última mitad del Siglo 20, en el tercer cuarto de ese siglo, como un resultado de la reflexión en el Concilio Vaticano II. Es una toma de conciencia del destino cristiano, cuya vocación está orientada hacia la universalidad.

La fe cristiana no se encierra, ni se limita en una cultura determinada, ninguna de ellas puede abarcarla completamente, su presencia y contenido las trasciende, porque el Divino Sembrador ha esparcido en todas ellas la semilla del Reino.

Valorando cada cultura donde la fe cristiana llega, encuentra valores y desvalores, penetrándola en su estructura para purificarla, pero nunca deberá pretender eliminarla como tal.

La fe cristiana, a diferencia de cómo se llegó a pensar en el pasado, no debe de identificarse de ninguna cultura en particular, por muy avanzada que esta pretenda ser, pues en todas, finalmente existen sombras y luces, muchas veces veladas por ciertas maneras de expresar el misterio divino inscrito interiormente en el ser humano.

Si bien, el acta de ciudadanía de la inculturación de este término resulta del último gran concilio, su gestación se puede ubicar a partir de la toma de conciencia después de la deplorable tragedia de la Segunda Guerra Mundial, cuando inició un proceso de descolonización, en el cual muchas veces se había involucrado a la Iglesia católica.

La original vocación misionera de la Iglesia surgió del mandato de Jesús, de llegar hasta los confines del mundo y es válido decir, del mismo universo, cuando llegue el momento, contemplado, cada vez más, no como una ficticia posibilidad.

Ciertamente siempre, a través de la historia, ha habido grandes misioneros que han entendido el concepto y han actuado en consecuencia, aquí en México, en la Época de la Conquista hubo evangelizadores que supieron valorar el proceso cultural autóctono, como Pedro de Gante, Fray Junípero Serra, Vasco de Quiroga, tan solo por nombrar algunos. Ellos tuvieron que soportar rechazo e incomprensión de sus contemporáneos.

Inculturación es un proceso de gestación, en la cual el mensaje cristiano se encarna culturalmente, produciendo nuevas y enriquecedoras formas, en las cuales el misterio, tanto celebrativas como intelectuales, manifestan la presencia de Dios entre nosotros.