EVANGELIZACIÓN, EDUCACIÓN Y CULTURA: La Dinastía Merovingia
"Columna religiosa"
Padre Amador Campos Serrano
Leyendas y mitos rodean la dinastía de los merovingios, hasta llegar a los límites de la fantasía, en la pretensión de alcanzar un trascendente origen dentro del entorno esotérico del paganismo, continuando su sincretismo a la llegada del cristianismo.
La invasión de grupos germánicos, a partir del segundo siglo de nuestra era, asentándose en los territorios denominados por los romanos como las Galias, en lo que hoy es conocido como Francia, parte de Bélgica y de Suiza, dio inicio al establecimiento de los posteriormente llamados francos. Estos grupos asentados en las regiones de las Galias, primero fueron los godos y después los visigodos, formaban pequeños reinos que luchaban entre sí.
Después de la caída del Imperio Romano de Occidente, por la invasión de los hunos dirigidos por Atila, ante la ausencia de sus organizaciones y de sus instituciones, se dio paso a una decadencia, envolviendo a toda Europa y creándose un vacío en el poder.
Uno de estos reyes tuvo un momento relevante, cuando Atila y sus hunos quisieron incursionar en estos territorios, después de sus avasalladoras victorias en otros lugares, fueron derrotados por Meroveo, con lo cual este nombre adquirió un legendario reconocimiento, aunque realmente fueron sus sucesores, quienes realizaron las mayores proezas gloriosas.
Como producto de esa épica victoria contra el rey de los hunos, el nombre de Meroveo quedó inscrito dentro de la leyenda y el mito, alcanzando dimensiones místicas, relacionándolo como descendiente de las divinidades y a la llegada del cristianismo fue, incluso, considerado dentro del esquema bíblico descendiente de Noé.
El reinado de Meroveo, realmente fue breve, entre los años 448 y 457 y poco se conoce históricamente de él, solo algunos acontecimientos, como la ya mencionada victoria sobre Atila en los campos Cataláunicos. Solo después, el mito de su leyenda vino a conectarlo como descendiente divino, dando origen a la dinastía Merovingia.
Clodomeo, el nieto de Meroveo, fue quien realmente consolidó esta dinastía, logrando unificación de los francos y la expansión de sus fronteras, estableciendo la capital en París, convirtiéndose después al catolicismo.
Dividido el reino entre sus cuatro hijos; Teodoberto, Clodomiro, Chiliberto y Clotario, este último les sobrevivió, volviendo a unificarse el reino, alrededor del año 558.
Nuevas divisiones se sucedieron, debilitando la autonomía en favor de la nobleza establecida, con tal de que el poder siguiera residiendo en la figura del monarca, el cual paulatinamente también fue perdiendo su dominio en manos de los mayordomos que dirigían el palacio.
Finalmente, el poder cayó en uno de estos mayordomos llamado Pipino, este sería el bisabuelo del Carlomagno, quien sustituiría la dinastía de los merovingios con la dinastía de los Carolingios, destinada a alcanzar un gran esplendor en el corazón del Medioevo.