Evangelización, Educación y Cultura: La hazaña del Apolo 11

20 julio 2019

"Columna religiosa"

Padre Amador Campos Serrano

Un domingo, como muchos otros, pero ese día, la mayor parte de gente, con expectación vivía un momento esperado, tal vez desde el inmemorial tiempo cuando el hombre empezó la contemplación del universo y a darle un nombre a cada uno de los astros ahí existentes.

La Luna, el astro más visible a causa de su distante cercanía, ha ejercido una mística atracción, tanto en el ánimo como en la imaginación y ella, junto con el Sol, en aparente equidad de tamaño, han sido objeto de culto y veneración, protagonizando un constante romance, constituyéndose en los señores de los dos espacios contrastantes del tiempo: el día y la noche.

El momento tan esperado en ese día, el 20 de julio de 1969, era el comentario común, mientras la atención se volcaba en las pantallas de la televisión, en su gran mayoría en blanco y negro, ya que ese día, una hazaña con tintes históricos se iba a realizar, cuando por vez primera, un habitante de la Tierra pondría su huella en un cuerpo celeste, diferente al mundo en el que habitamos.

Ya 50 años han transcurrido desde aquellos históricos momentos y estos acontecimientos aún conservan su vigencia, nuevos logros y nuevos senderos han sido explorados en un andar por el universo hacia el camino de la infinitud, de la cual un día tuvimos nuestro origen de procedencia y hacia la cual debemos de volver.

Era el medio día, las pantallas de televisión permanecían encendidas en transmisión continua, dando a conocer detalles del acontecimiento, en un momento una simultánea imagen animada, con lo que sucedía en nuestro satélite natural, nos mostró el momento de llegada del módulo lunar Águila, posándose en la superficie de la Luna y se escucharon las palabras, esto sí en vivo y en directo: “We are on the Moon”.

El hombre se había posado en la superficie lunar y ya solo restaba un tiempo para vivir el momento de la salida del módulo lunar, para contemplar las imágenes en vivo de este histórico acontecimiento.

Fue a principios de esa década, el 12 de septiembre de 1962, cuando el carismático Presidente John F. Kennedy lanzó el reto de llegar a la Luna con un ser humano y de traerlo de regreso, sano y salvo, una hazaña que parecía, en esa época, todavía muy lejana, cuando aún iniciaba la carrera espacial, pero ya a finales de la misma década, cuando sus visionarias palabras fueron cumplidas.

A finales del año anterior, en 1968, en la Navidad, los ojos de la humanidad contemplaban una espléndida luna llena y ante esta cautivadora visión se sumaba el hecho de que a su alrededor orbitaba una nave construida por la tecnología del hombre, tripulada por los astronautas Thomas Stafford, John Young y Eugene Cernan.

¡El ser humano llegaba hasta un astro distinto a este, al que consideramos nuestro hogar!

El 16 de julio de 1969 fue cuando Michael Collins, Edwin Aldrin y Neil Armstrong abordaron el módulo lunar Águila, el cual, impulsado por el poderoso cohete Saturno, iniciaría la misión de llevar a tres seres humanos hasta la Luna.

Si bien, los nombres de los tripulantes están marcados de manera imborrable en la memoria colectiva de la humanidad, es importante recordar al genio que estuvo detrás de esta hazaña, fue el científico de origen polaco, perteneciente al Imperio Alemán, Wernher von Braun, quien sirvió sucesivamente a los dos bandos de la Segunda Guerra Mundial, logrando la hazaña con la tecnología de esa época.

En el anochecer de ese domingo, cuando se dio la noticia de la inminente salida del módulo lunar, sin haber todavía imágenes, se escuchó la voz de Armstrong con aquellas históricas palabras al descender del último peldaño: “Un paso muy corto para el hombre, pero un salto para la humanidad”.

La cámara, en manos de Armstrong, empezó a proyectar las siguientes imágenes y fue Aldrin, el primero en verse tocar la superficie de la luna, enseguida vinieron las imágenes históricas ya tan conocidas, de seres humanos posados en otro cuerpo celestial, la obra de una humanidad hecha a imagen y semejanza de su Creador.