EVANGELIZACIÓN, EDUCACIÓN Y CULTURA: La sinagoga
"Columna Religiosa"
Padre Amador Campos Serrano
“Cuando Jesús llegó a Nazaret, donde se había criado, según la costumbre, fue el sábado a la sinagoga, cuando se levantó para hacer la lectura, le dieron el libro del profeta Isaías, desenrrolló el libro y leyó el pasaje. “El Espíritu del Señor está sobre mí, Él me ha ungido para traer la buena nueva a los pobres, para anunciar la libertad a cautivos y dar la vista a los ciegos, para liberar a los oprimidos y anunciar el año de gracia del Señor”.
En los evangelios, Jesús aparece participando en la sinagoga y Lucas, en el pasaje anterior, narra su presencia en la sinagoga de Nazaret, en el momento de dar inicio a su misión, lo cual también originó la controversia ya anticipada por el mismo evangelista, cuando narró la presentación en el templo, ante los ancianos Simeón y Ana y este le dice a María que ese niño sería un signo que provocará contradicción.
El origen de la sinagoga, como institución judía, no puede ser precisado, pues hay quien llega a remontarlo desde la salida del Pueblo elegido, después de su estancia en país de Egipto, cuando peregrinaba por las arenas del desierto hacia la Tierra prometida.
Según esta visión, la gloria de Dios se manifestaba en La Tienda de Reunión, en donde Moisés recibía las instrucciones para guiarlos. En este lugar, construido a la manera de una tienda de campaña, residían los signos sagrados de su presencia; La Menorá, es decir, el candelero de los siete brazos y, sobre todo, el Arca de la Alianza, pero para muchos, la Tienda de la Reunión del éxodo sería más bien el antecedente directo del Templo de Jerusalén.
El origen de la Sinagoga, como tal, muchos lo ubican en dos posibles momentos: Uno sería al ocurrir la división del reino, es decir, a la muerte de Salomón, cuando su hijo, Roboam, se convirtió en rey y entonces Jeroboam fue proclamado Rey del Reino del Norte, dividiéndose en dos reinos. El Reino del Norte, privado del templo, empezó a conservar su fe en lugares de reunión y nació así la sinagoga.
Hay otros que ubican el nacimiento de la sinagoga en el tiempo de la diáspora, cuando ambos reinos fueron conquistados por las potencias de la época y sus habitantes fueron llevados cautivos. Durante su estancia en otras tierras, al estar el Pueblo elegido, lejos del templo, se crearon los lugares para el culto y la oración.
Originalmente, esos lugares no eran edificios especialmente construidos para el culto, sino lugares adaptados para ello, con el tiempo se construyeron los edificios destinados para ese fin y también para el estudio de la Tora.
El nombre Sinagoga, llega a nosotros del latín tardío, que a su vez lo tomó del término griego Sinagoge, traducido como lugar de reunión, cuyo significado se interpreta de la expresión hebrea Beit Knessef, cuyo significado es Casa de asamblea.
La herencia judeocristiana adoptó esta figura, pues el término iglesia significa asamblea, está emparentado con el significado judío de casa de asamblea.
Finalmente, en ambos casos, el pueblo creyente se reúne para dar culto a Dios y para profundizar en su vida de fe, bajo la inspiración de las Sagradas Escrituras.