La Fórmula de la Felicidad: '¡Vivir es increíble!… Una lección más'

Óscar García
19 octubre 2019

"Mientras en México la tercera edad se considera que quedan menos años de vida, en otros países esta etapa se vive a plenitud"

Estoy a 30 minutos de mi primer destino, en un nuevo proceso de aprendizaje en el que decido participar, un viaje que se suma a la colección de reflexiones narradas desde esta columna con relación a hechos que suceden en aeropuertos, trenes y aviones. Aproximadamente 12 horas de vuelo, más escalas y conexiones que aderezan las pausas conscientes para empezar a escribir las primeras impresiones, un pretexto para no quedarme dormido en el último tramo del tren de alta velocidad.

Con mucha frecuencia he escuchado que cuando las personas sobrepasan los 60 años, a medida que pasa el tiempo, piensan que irremediablemente el año que viven será el último de su existencia. Una inquietante interpretación de que llegar a la vejez es sinónimo de que la vida ha llegado a su fin, todo un desafío el cambio de paradigma para reinterpretar: es una etapa que se puede disfrutar como cualquier otra.

Para muestra basta un botón, observo con atención una bella pareja de adultos mayores, que se desplazan con lentitud por el pasillo del avión, me llama la atención su galanura y porte cuando la mayoría de los casi 300 pasajeros decidimos ir muy cómodos, algunos casi en pijama. Con sorpresa descubro que son mis compañeros de asiento.

Las siguientes sorpresas para antes de que sirvieran la cena, cuando empezó mi confesionario, es que por mucho superaban los 60 años (son mayores de 85), uno está recién rehabilitado de una operación de rodilla y el otro de la cadera, que viajan para celebrar 60 años de matrimonio, que no llevan un plan de definido y que quieren permitir que la vida los sorprenda. Eso sí, a su paso “lento, pero seguro”.

Una hora después, en la cena, que por cierto el brindis fue con vino tinto, comieron todo lo que les dieron, con un gusto y disfrute que “hasta envidia regalaban”. Indudablemente vienen a mi mente varias personas de menor edad que ellos, quienes llenas de miedo limitan sus experiencias y parece que el mejor lugar para cerrar el círculo de la vida es encerrados en su casa, quejándose y victimizándose

Hace un mes, un conocido tanatólogo me afirmaba que mientras más edad vamos sumando, más retamos el hecho de soltar la negatividad. La estadística dice que más del 60 por ciento de las personas tienden a interpretar, con mayor peso, el lado negativo de las cosas y eso les permite victimizarse. Los pensamientos de afectividad negativa nos trasladan a una sensación de vacío, recordemos que a nadie le gusta estar escuchando historias de achaques, enfermedades u hospitales. Si estás enfermo, atiéndete y cuídate. No olvides que todo es cuestión de actitud.

El avión aterriza y les pido una recomendación para vivir de manera tan increíble como ellos. Es la señora quien me responde: “solo es cuestión de cultivar el optimismo: ser positivo en lo que creemos, estar de buen humor con las palabras, risueño de rostro, amable en tus gestos. La vejez no es una cuestión de años, sino un estado de ánimo”.

Me despido cuando llega personal con la silla de ruedas para ayudarles en los procesos migratorios y recepción de maletas. Me quedo reflexionando en que el envejecimiento es un proceso inevitable en la vida del ser humano. A pesar de ser una parte normal del desarrollo, también debemos reconocer que es una etapa difícil de ser experimentada, pero hay personas que lo hacen muy bien y debemos aprenderles.

Me quedo con una sensación de gratitud, por eso decidí compartirlo en mi página @LicOscarGarciaCoach y seguir indagando lo que es la vida en plenitud.