La soberbia

Octavio Robledo
30 diciembre 2022

Lamentable, pero cada día nos encontramos con gente “difícil “ para tratar socialmente o en nuestro trabajo, incluso dentro de la familia podemos encontrarnos con gente que lleva su orgullo hasta el extremo de llegar a un comportamiento de un ser soberbio, se sienten inalcanzables, y esto dificulta nuestra interacción con este tipo de personas.

Mientras que las personas soberbias buscan ser halagadas, reconocidas socialmente, se distinguen porque les gusta alardear, ostentar y exagerar en sus logros o aptitudes; las personas humildes, tienen claras sus capacidades y también sus limitaciones. No desvelan lo que otros piensen, como tampoco sienten que están por encima de los demás.

Detrás de la soberbia existe una persona que esconde un profundo temor a la carencia, y a ser menos que los demás, y que trata de sobrevivir y ser querida, tener un lugar “aceptable” en un grupo. En pocas palabras, detrás de la soberbia hay miedo: miedo a no ser capaz, a no ser bueno, suficiente o reconocido. Y ante la incapacidad de asumirlo, de aceptar esos temores y heridas, se maquillan.

La soberbia es una característica personal o una actitud de la persona que cree tener una posición de superioridad o de privilegios frente a los demás. También podríamos referirnos a una persona arrogante, altiva, vanidosa o prepotente. Existen dos tipos de personas soberbias: el narcisista vulnerable, y el grandioso. El primero es el que utiliza la soberbia para compensar su inseguridad, y el segundo, realmente se cree tan perfecto como se muestra.

Andar por el mundo con el disfraz del soberbio a la larga es desgastante, a estas personas se les caracteriza por poseer un orgullo negativo, y la soberbia no es fácil, pero se puede llegar a adquirirla. No es fácil, porque es una emoción tramposa, que nos hace creer que es la mejor manera de afrontar nuestra vida, que si nos deshacemos de ella nos volveremos débiles, no tendremos éxito y seremos una presa fácil ante los demás.

Pero se puede en terapia conseguir deshacernos de esta coraza, y trabajar con el empoderamiento para afrontar el miedo, la inseguridad y la soberbia. Conseguir convertir la soberbia en una energía sana que nos ayude a conseguir nuestras metas, mejorar nuestras relaciones y lo más importante, ser más felices.

Lo primero de todo, aprende a diferenciar el orgullo positivo del negativo, en pocas palabras, el orgullo positivo es valentía, autoestima alta, humildad, autoconsciencia y motivación. El orgullo negativo es inseguridad, soberbia, prepotencia, falta de inteligencia emocional y mucho egocentrismo.

La gente orgullosa y soberbia no es nada consciente de la coraza tan envenenada que llevan. Ser consciente de uno mismo es un ingrediente fundamental del cambio y quizás sea el primer y más importante paso de todos. Para ello es fundamental que rompas tus automatismos y te pares a analizar aquellas actitudes negativas que te llevan a la soberbia.

Aprende a ser optimista. Rompe la idea irracional de que un error o debilidad es algo que debes esconder, justificar o reprimir. Trabaja tus actitudes perfeccionistas y ten muy presente que sólo cuando aceptes tus debilidades podrás crecer o mejorar. Lo más importante es aceptarte a ti mismo, tal y cómo eres, hacer una lista de tus errores que quieres enmendar y a aceptar a los demás como son.

Trabaja en la humildad. De todas las fortalezas psicológicas, la humildad puede que sea la que más nos humanice, la que nos aterriza en la tierra. Esta fortaleza es un antídoto perfecto contra los egocentrismos, orgullosos y soberbios y nos convierte en personas sencillas, receptivas, atentas, cercanas y sinceras. Las personas humildes son muy conscientes de sus limitaciones y puntos débiles y los aceptan plenamente (también son muy conscientes de sus puntos fuertes y sus éxitos, pero nunca harán alarde de ellos). Todo esto les vuelve más fuertes y capaces de seguir mejorando constantemente de una manera franca y realista.