Vivir en el tiempo

Presbítero Amador Campos Serrano
27 julio 2021

Un pasado que alguna vez presente o un presente ahora convertido en pasado, un tiempo en el cual se pudo haber sembrado y por alguna razón no se hizo, las lamentaciones de muy poco sirven ya, el reclamo lacerante queda en la resonante presencia del devenir del tiempo, es la paradoja de lo que pudo haber sido y no fue; la paradoja del paso del tiempo.

Atrapar el momento presente, sembrando con dedicación obstinada, entre un pasado ya ido y un futuro aún por venir, es la toma de conciencia de vivir momento actual, la ideal oportunidad de escribir lo que después historia será.

Dar un momento del tiempo ahora, tal vez sea molesto, pero en un mañana, a la hora del descanso, será recordado con la satisfacción profunda de haber cumplido con el compromiso y la obligación, de construir un futuro que alguna vez será presente, entonces todo sacrificio se convertirá en un bálsamo profundo.

Decir te quiero, dice José Luis Borges, pedir perdón ante una tumba, donde yace un cuerpo sin vida, cuando eso mismo no se hizo cuando existía la flameante llama de vida, se convierte en una oportunidad perdida. Imposible hoy alargar el tiempo de lo ya vivido, pero si lo es hacerlo en lo un día será recuerdo.

Continua Borges, el recuerdo de las palabras comúnmente se pierde en el olvido, no así las emociones, convertidas en nostálgico recuerdo, marcando el sentimiento del paso por el mundo.

Aquel momento difícil, guardado en el recuerdo, compartido en confidencia con la querida compañía, mientras sentados junto a la orilla del inmenso mar contemplaban el ir y venir de las olas, ahora estando ya superada apremiante situación del momento, está en el profundo recinto de la memoria, para formar parte del maravilloso fenómeno llamado vida.

Ahora es el momento de mostrar el cariño y la comprensión omitidos en el pasado, es el hoy entre el pasado y el futuro, momento de sembrar diciendo te quiero, más allá de tus limitaciones y virtudes, de decir te acepto siendo tal cual eres.

Jeremías, el profeta, lamenta un pasado, cuando la desobediencia a la divina voz alejo a su pueblo del mandato inscrito en la naturaleza, pero cuando todo se ha trocado en consecuencias, invita a vivir la esperanza de sembrar lo aun no sembrado; vivir una amarga esperanza ahora se convierte en oportunidad.

En aquel día, la sonriente presencia de quienes se han ido se convertida en reencuentro, volviendo para celebrar un festivo banquete con una alegría ya sin fin.