Las ballenas en la lucha contra el cambio climático

Mongabay
09 octubre 2021

En comparación a la época preindustrial, los seres humanos ya hemos aumentado la temperatura del planeta en 1,1°C. Este incremento que podría parecer pequeño, no lo es, pues ya provoca impactos devastadores y algunos de ellos incluso irreversibles, según el último informe científico preparado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).

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Para evitar una catástrofe climática es urgente impedir que el planeta se siga calentando o, al menos, evitar que se caliente por sobre los 1,5°C.

Para lograrlo es necesario reducir rápida y drásticamente las cantidades de dióxido de carbono (CO2) y otros gases de efecto invernadero que se emiten a la atmósfera. En ese propósito las ballenas juegan un rol clave. ¿Por qué? estas son las cuatro cosas que debes saber para responder a esa pregunta:

1 Son acumuladoras de CO2

A diferencia de la mayoría de los organismos terrestres que liberan su carbono a la atmósfera después de la muerte, los cadáveres de grandes peces marinos se hunden y capturan carbono en las profundidades del océano. Es lo que se conoce como “carbono azul”.

Entre los animales marinos que más carbono almacenan están los cetáceos. Cuando las ballenas mueren de manera natural, “sus cuerpos, que son gigantes y que han capturado carbono durante su vida, caen al fondo manteniendo en el suelo marino el C02”, explica Elsa Cabrera, Directora Ejecutiva del Centro de Conservación Cetácea en Chile.

Un informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) precisa que “cada gran ballena secuestra 33 toneladas de CO2 en promedio”, y es por esa importante función que estos animales son “un aliado potentísimo en el combate a la crisis climática”, dice Cabrera, quien es también observadora acreditada en las reuniones de la Comisión Ballenera Internacional.

2 Al capturarlas el CO2 es liberado a la atmósfera

Gran parte del carbono azul, en lugar de estar en el fondo del mar, ha sido liberado a la atmósfera durante décadas producto de la captura desmedida de grandes cantidades de peces, entre ellos las ballenas.

Un reciente estudio publicado en la revista Science Advance señala que las pesquerías han liberado a la atmósfera al menos 730 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) desde 1950, lo que equivale a las emisiones de 188 centrales eléctricas de carbón en un año, contribuyendo así de manera notable al calentamiento global del planeta y al cambio climático.

3 Fertilizan el océano

Además del CO2 que capturan las ballenas y que secuestran en sus cuerpos al morir, estos animales fertilizan el océano con sus fecas y su orina produciendo mayores florecimientos de fitoplancton. Este último no solo produce oxígeno sino que también absorbe enormes cantidades de CO2. “Alrededor de 37 mil millones de toneladas métricas, un estimado del 40 por ciento de todo el CO2 producido”, precisa el informe del FMI, lo que equivale a la cantidad de CO2 capturada por 1,70 billones de árboles, es decir, el valor de cuatro bosques amazónicos, señala el documento.

4 Recuperar sus poblaciones es fundamental

Lamentablemente, décadas de caza industrializada de ballenas redujeron las poblaciones de estos animales y los biólogos estiman que son menores a una cuarta parte de lo que alguna vez fueron.

El FMI asegura que si se permitiera que las ballenas regresaran a su número anterior, es decir, de 4 a 5 millones, “podría aumentar significativamente la cantidad de fitoplancton en los océanos”. Incluso si el aumento fuera del 1 %, ello permitiría que se capturen cientos de millones de toneladas de CO2 adicional al año, dice el informe, “equivalente a la aparición repentina de 2 mil millones de árboles maduros”, agrega.

Es por ello que apoyar los esfuerzos internacionales para restaurar las poblaciones de ballenas podría conducir a un gran avance en la lucha contra el cambio climático.