Una misa con cuatro papas

AP
15 noviembre 2015

"Dos papas vivos, Francisco y Benedicto XVI, canonizan a Juan Pablo II y a Juan XXIII en una misa nunca antes vista en la historia del catolicismo"

CIUDAD DEL VATICANO (AP)._ Dos papas del siglo XX que cambiaron el curso de la Iglesia Católica, Juan Pablo II y Juan XXIII, fueron canonizados ayer por el Papa Francisco en una ceremonia que fue un ejercicio de equilibrio para reunir las alas conservadora y progresista de la iglesia. 

En un aparente mensaje de unidad, Francisco invitó al Papa emérito Benedicto XVI a sumársele en el altar en la Plaza de San Pedro, la primera vez que un papa en funciones y uno retirado celebran misa juntos en público en los 2 mil años de historia de la iglesia. 

Aproximadamente 800 mil personas, muchas de ellas de Polonia, la tierra natal de Juan Pablo II, llenaron la Plaza de Pedro, las calles colindantes y los puentes sobre el Río Tíber, una enorme concurrencia, pero apenas la mitad de la muchedumbre que acudió en el 2011 a la beatificación de Juan Pablo II. 

Juan XXIII fue papa desde 1958 hasta 1963 y es un héroe para los católicos liberales por haber convocado al Concilio Vaticano II. Esas reuniones llevaron a la iglesia la a modernidad, permitiendo la celebración de misa en los idiomas locales en lugar del latín y alentó un mayor diálogo con personas de todas las fes, particularmente los judíos. 

Durante su papado de un cuarto de siglo, cargado de viajes, Juan Pablo II ayudó a la caída del comunismo y dio vigor a una nueva generación de católicos, al tiempo que su defensa de los valores tradicionales de la iglesia sobre el aborto, el matrimonio y otros temas candentes animó a los conservadores luego de la turbulenta década de 1960. 

Benedicto XVI fue uno de los colaboradores más cercanos de Juan Pablo II y posteriormente tuvo un papado de ocho años profundamente centrado en las tradiciones. Su sucesor, Francisco, parece mucho más inspirado por el estilo simple, pastoral, del "buen Papa" Juan XXIII. 

Francisco estableció claramente el punto en su homilía al elogiar a ambos hombres por su trabajo asociado al Concilio Vaticano II, las reuniones innovadoras que modernizaron a la institución de 2 mil años de antigüedad. Juan XXIII convocó al Concilio mientras Juan Pablo II se encargó de asegurar la interpretación y puesta en marcha de su vertiente más conservadora. 

Elogió a Juan XXIII diciendo que permitió que Dios lo llevara a convocar el Concilio. Celebró el énfasis en la familia que tuvo el reinado de Juan Pablo II, un asunto en el que Francisco también se ha interesado. 

"Ambos fueron sacerdotes, obispos y papas del Siglo XX", dijo Francisco. 

"Vivieron los trágicos acontecimientos del siglo pero no se vieron abrumados por ellos". 

Fue Benedicto XVI quien colocó a Juan Pablo II en la vía rápida para ser declarado santo pocas semanas después de su muerte en 2005, respondiendo a las consignas de "santo súbito" ("santo ya") coreadas en italiano que surgieron durante su funeral. Su canonización fue la más expedita de las épocas modernas. 

Después Francisco modificó las reglas de canonización del Vaticano al decidir que no era necesaria la evidencia de un segundo milagro, como establecen las normas para declarar santo a alguien. 

Tras deliberar, consultar y rezar por la ayuda divina "declaramos benditos y definimos que Juan XXIII y Juan Pablo II sean santos y los incluimos entre los santos, decretando que sean venerados de esa manera por toda la iglesia", afirmó. 

La multitud que se extendía desde la plaza de San Pedro hasta el Río Tíber y más allá rompió en aplausos. 

Aunque en lugares como en la Polonia natal de Juan Pablo II las campanas tañeron en señal de celebración, en las primeras horas de la mañana la atmósfera en la plaza era pacífica y callada, tal vez provocada por el cielo gris y el cansancio de quienes no durmieron, diferente del ambiente festivo y de mayo de 2011, cuando Juan Pablo II fue beatificado y en el que grupos de personas bailaron y cantaron durante horas antes de la misa. 

El Vaticano calculó que unas 800 mil personas vieron la misa en Roma, unas 500 mil en la plaza de San pedro y calles cercanas y el resto a través de pantallas de televisión que se colocaron en sitios públicos y calles del centro de la ciudad. 

Cuando comenzó la ceremonia, la Via della Conciliazione, la principal avenida que lleva a la plaza, las calles cercanas y los puentes que cruzan el Río Tíber estaban abarrotados. 

Peregrinos polacos que agitaban banderas con los colores rojo y blanco de la amada patria natal de Juan Pablo II estuvieron entre los primeros en llegar a la plaza desde antes del amanecer del domingo; eran contenidos por trabajadores de protección civil que llevaban chalecos de colores reflectantes que intentaban mantener el orden. 

"Cuatro papas en una ceremonia es un suceso fantástico de ver y de estar presentes, porque es historia escrita frente a nuestros ojos", dijo maravillado el polaco Dawid Halfar. 

Benedicto XVI había prometido permanecer "oculto frente al mundo" después de que renunciara el año pasado, sin embargo, Francisco lo convenció de salir de su retiro y le solicitó que participe en las actividades públicas de la iglesia. 

Benedicto estaba sentado al lado de otros cardenales en la plaza de San Pedro durante el rito al inicio de la misa del domingo. Él y Reyes, reinas, presidentes y primeros ministros de más de 90 países asistieron a la ceremonia. 

Unos 20 líderes judíos de Estados Unidos, Israel, Italia, Argentina, el país natal de Francisco, y Polonia, también participaron en una muestra clara de la mejoría de las relaciones entre católicos y judíos alcanzada en los papados de Juan XXIII y Juan Pablo II.

MISA HISTÓRICA
Algunos detalles de la ceremonia. 
* Reunió a alrededor de 800 mil seguidores católicos. 
* Fue vista por millones de personas en el mundo.


Celebran en Polonia a su Juan Pablo II
CRACOVIA, Polonia (AP)._ Nueve años después de la muerte del Papa Juan Pablo II, decenas de miles de polacos alabaron a su querido paisano ayer, cuando fue canonizado en una ceremonia sin precedentes en el Vaticano. 

Las campanas doblaron por toda Polonia mientras las multitudes aplaudieron al unísono con quienes estaban en la Plaza de San Pedro, en el Vaticano, cuando el Papa Francisco declaró santo al Pontífice polaco. 

Juan Pablo sigue siendo una figura vital para muchos polacos por haber ayudado a poner fin al comunismo en Polonia, por su apoyo al sindicato Solidaridad, que logró pacíficamente esa meta en 1989, y por sus enseñanzas sobre los Derechos Humanos y la dignidad. 

En toda Polonia, la transmisión desde el Vaticano fue seguida por una misa por la canonización de una figura que se considera uno de los polacos más importantes de la historia. 

"Este es un gran día para Polonia y un gran día para mí", dijo una emocionada Maria Jurek, de Katowice.
"El cambió a Polonia y nos cambió con sus enseñanzas durante sus visitas". 

Su amiga, Izabella Gorecka, dijo que se sintió eufórica y "voló" para subir las escaleras del santuario, a pesar del dolor en la cadera. 

Jurek se despertó a las 4:30 de la mañana para unirse a una peregrinación organizada por su parroquia, con banderas amarillas y blancas, sillas plegables y alimentos, para ver la ceremonia en pantallas gigantes dispuestas en el nuevo santuario Juan Pablo II en Cracovia, donde se congregaron tantos peregrinos como en el vecino recinto de la Misericordia de Dios, en Cracovia. 

El santuario de Juan Pablo II, que todavía no está terminado, comenzó a construirse en 2011, cuando el secretario personal del Papa, el cardenal Stanislaw Dziwisz, colocó un frasco con sangre del Pontífice en uno de los altares de mármol blanco. El otro santuario, más antiguo, fue bendecido por Juan Pablo II en 2002, y por tradición atrajo a más asistentes.