Fue el primer kindergarden oficial: López Sáenz

Dantiela Mendoza
15 septiembre 2016

"Recuerda el artista plástico que en su infancia era el jardín de niños por excelencia de las familias mazatlecas y fue parte de un proyecto para la educación del pueblo"

KÍNDER ESTEFANÍA CASTAÑEDA

 

Fue el primer kindergarden oficial: López Sáenz

 

Fue el primer kindergarden oficial: López Sáenz

Dantiela Mendoza

 

MAZATLÁN._ El gran aporte del Jardín de Niños Estefanía Castañeda que dio a Mazatlán es que fue el primer kindergarden oficial, es decir, los alumnos no tenían que pagar por estudiar ahí, asegura el pintor Antonio López Sáenz.

“Yo entré al kínder en el año de 1941, un año después de que fue inaugurado con toda pompa y platillo. Todo estaba nuevo, muy bonito, y su gran beneficio para las familias mazatlecas es que era oficial, es decir, que no había que pagar por estudiar”, recuerda el artista plástico.

De hecho, la inauguración del kínder se hizo de manera simultánea con el Centro Educativo Antonio Rosales, lo que es hoy la Primaria Antonio Rosales, como parte de un proyecto educativo para garantizarle a la niñez y juventud mazatlecas el acceso a la educación básica, en conjunto impartían preescolar, primaria y secundaria.

Existían otras instituciones educativas que ofrecían lo que hoy es llamado educación preescolar, en aquella época era kindergarden o párvulos, pero eran de paga, entre ellas el Colegio El Pacífico, fundado por los protestantes a inicios del siglo.

“El Jardín de Niños y el Centro Educativo Rosales eran vecinos, no existía entonces el Centro de Salud y de esa forma todos los niños y jóvenes podían estudiar en escuelas oficiales, lo que hoy son las escuelas públicas, siendo yo uno de esos niños beneficiados”, recuerda.

De hecho, son miles de niños los que han pasado por las aulas de este jardín de infantes, ubicado en pleno Centro Histórico, pequeños venidos de todos los rumbos de la ciudad y que por facilidad para sus padres deciden inscribirlos allí.

Siendo el menor de cinco hermanos, Antonio López Sáenz recuerda que siempre lo llevó al kínder su hermano mayor, Roberto, quien era 10 años mayor que él y lo trasladaba en una bicicleta de carreras.

“Mi hermano ya trabajaba y tenía una bicicleta de carreras, con manubrios enroscados y canastilla, él me llevaba diario. Yo iba siempre sentado en los manubrios, con los pies en la canastilla y recargado en su pecho”, rememora el autor de la escultura Así nos agarró el milenio, mejor conocida como el monumento A la familia.

A más de siete décadas de haber corrido por los pasillos del edificio que aún muestra rasgos de arquitectura Art-Decó, recuerda que su primer día de clases también lloró y pataleó porque no quería quedarse.

“Me puse a llorar, como todos los demás niños, porque no quería quedarme, yo quería regresarme a casa, con mamá, pero mi hermano no me hizo caso y se fue. Entonces, de pronto veo que había un niño llorando muy fuerte, haciendo más drama que yo y me puse a verlo, porque parecía que lo estaban matando o no sé qué y me olvidé de mi propia pena”, expresa.

Del ambiente del kínder, López Sáenz recuerda que desde el primer día se sintió muy a gusto, ya que las maestras eran muy amables con todos, la mayoría muy jóvenes y una gran dedicación a la enseñanza y cuidado de los niños.

“Había un gran piano recto, de pared, color negro, que una de las maestras siempre tocaba y nos poníamos todos a cantar muy contentos todos los días, en el patio jugábamos a las rondas y en el teatro nos presentaban obras de guiñol, hacíamos dibujos, letras y números”, comenta sobre las actividades de cada jornada.

De hecho, sus padres guardaron un dibujo de aquella época, cuando tal como es hoy, pintar era una de sus grandes ocupaciones diarias.

“Mis papás guardaron un dibujo de mi etapa del kínder, en ese entonces ni imaginábamos que llegaría a ser el pintor Antonio López Sáenz, era sólo un niño y, como tal, sus papás guardan un recuerdo de la niñez”, añade.

La publicación del artículo con motivo del aniversario de la inauguración del edificio, añade, lo hizo recordar sus vivencias de niñez, pero sobre todo valorar que la existencia de una institución que es todo un ícono para la ciudad.

 

1941

Año en que ingresó Antonio López Sáenz al kínder