La Ermita de Guadalupe: casi 40 años de una tradición que une al Centro de Mazatlán
La velación y ‘Las Mañanitas’ en la calle Morelos se han consolidado como una celebración comunitaria que inició con un pequeño altar
MAZATLÁN._ Como cada diciembre, la calle Morelos vuelve a vestirse de fiesta y se convierte en un punto de encuentro, donde la fe y la convivencia se entrelazan para celebrar las tradicionales “Mañanitas” en honor a la Virgen en la Ermita de Guadalupe.
Han sido casi 40 años de devoción a la Guadalupana a través de esta velación, la cual no solo ha sobrevivido al paso del tiempo, sino que además se ha fortalecido como un símbolo de identidad comunitaria entre los vecinos del Centro de Mazatlán, que año con año se renueva.
Lo que hoy es una animada y colorida fiesta religiosa, comenzó de forma sencilla, con un pequeño altar cuidado por la señora Guadalupe Zamora, quien colocó la primera imagen de la Virgen de Guadalupe en el lugar, al recibirla como regalo de un pescador, dedicando sus días a mantener vivo este punto de devoción.
Con el tiempo, su gesto inicial inspiró a los vecinos, quienes asumieron la responsabilidad de resguardar y embellecer el lugar tras el fallecimiento de Lupita, por lo que hoy, la ermita luce una placa en su honor, recordando su entrega y el origen de esta tradición.
Para las hermanas Aleida y Juliana Ontiveros Ibarra, dos de las guardianas de esta celebración, esta tradición heredada es completamente vecinal, donde cada familia aporta algo para embellecer el lugar y celebrar esta gran fiesta.
“Nos unimos todos aquí para que cada año arreglemos el lugar, le ponemos arbolitos, flores y foquitos, para que todo quede iluminado hasta en la parte de arriba”, comentó Aleida.
Las hermanas recordaron que fue hace cerca de una década que se remodeló el lugar, que transformó aquel sencillo altar en una ermita con tres paradores, lo que permitió recibir con mayor amplitud a las decenas de familias que acuden cada 12 de diciembre.
Sin embargo, destacaron que la esencia sigue siendo la misma, un espacio sencillo hecho con cariño, levantado por las manos de los vecinos y sostenido por su propia comunidad.
En lo que respecta a la celebración, Aleida y Juliana expresaron que la preparación inicia desde muy temprano el 11 de diciembre, cuando la calle Morelos comienza a llenarse de actividad.
Se colocan luces alrededor de la ermita, se instalan adornos de palma, papel picado, estrellas multicolores y una corona natural, mientras las piñatas esperan el momento oportuno para ser colgadas y que, durante la noche, inician los festejos en su máximo esplendor.
“La noche del día 11 comienza a tocar la banda, tres horas continuas desde las 11:00 de la noche y posteriormente, después de cantarle ‘Las Mañanitas’, le prendemos fuegos artificiales”, expresó Aleida.
“Salen tres ‘toritos’ a lo largo de toda la calle y la fiesta se hace en grandes. Así lo hacemos todos los años”.
Con la música de fondo, los visitantes avanzan por la ermita entre luces, veladoras y rezos en honor a “La Morenita”, a su vez que los estruendos iluminan el cielo, anunciando que la fiesta de la Guadalupana ha comenzado.
Durante esa misma noche, la solidaridad se hace presente de manera espontánea entre vecinos y devotos, quienes aportan tamales, atole, café, champurrado, tacos y otros alimentos, donde cada uno contribuye con lo que puede, de corazón para brindar un ambiente que combina la hospitalidad con el agradecimiento.
Ya para el 12 de diciembre, en punto de las 10:00 horas, los vecinos organizan una peregrinación donde la imagen de la Virgen de Guadalupe es llevada con banda por distintas calles del Centro de Mazatlán hasta llegar a la Catedral de la Inmaculada Concepción.
Al llegar al recinto, se ofrece una solemne misa profundamente emotiva, que fortalece el sentido de pertenencia entre quienes han crecido junto a esta tradición.
La santa eucaristía que se celebra cerca de las 11:00 de la mañana, marca el cierre espiritual de la festividad, más no la celebración, pues la convivencia continúa durante el resto del día con visitas a la Ermita de Guadalupe, que se mantiene abierta para recibir a familias completas, desde adultos mayores hasta niños que comienzan a formar sus propios recuerdos guadalupanos.
De esta forma, con más de tres décadas de permanencia, la velación en la Ermita de Guadalupe de la calle Morelos se ha convertido en una tradición que trasciende lo religioso, pues es una celebración que une generaciones, honra la memoria de quienes iniciaron el camino y que proyecta hacia un futuro la fuerza de una comunidad que cada año se reúne para mantener viva esta tradición.