Donar el cuerpo como legado final: una segunda vida para la ciencia
Mientras muchos temen hablar de la muerte, otros la asumen como una oportunidad para servir una vez más. Donar el cuerpo es, para muchos mexicanos, un acto de amor, ciencia y memoria
Joseph Paul Jernigan, de 38 años, decidió donar sus órganos a la ciencia poco antes de ser ejecutado, el 5 de agosto de 1993, con una inyección de cloruro potásico en Texas, Estados Unidos. No obstante, los médicos le sugirieron que era mejor donar el cadáver completo, a lo que accedió.
Doce años antes, Jernigan fue condenado a la pena máxima tras ser declarado culpable por robo con allanamiento y asesinato. El preso no pudo donar sus órganos por el daño que causa la inyección, no obstante, su cuerpo fue congelado y posteriormente seccionado en más de 1,800 cortes, realizados a intervalos de un milímetro.
Cada uno de los cortes fue fotografiado para convertirse en el primer cadáver del Proyecto Humano Visible, que tuvo como objetivo crear un conjunto de datos detallado a partir de fotografías transversales del cuerpo humano, con el fin de facilitar las aplicaciones de visualización para la anatomía.
Hoy día, en Estados Unidos, el proyecto se utiliza como una herramienta para la progresión de los descubrimientos médicos. Cada una de las 1,871 fracciones del cuerpo de Jernigan fue fotografiada con cámaras tanto analógicas como digitales, lo que generó 15 gigabytes de datos. En el año 2000, las imágenes se volvieron a escanear a una resolución más alta, lo que produjo más de 65 gigabytes.
La donación de cuerpos es un acto voluntario, personal y altruista mediante el cual la persona cede su cuerpo después de la muerte con una finalidad docente y de investigación en el campo de la medicina.
El caso de Joseph Paul Jernigan es un ejemplo del uso de los cuerpos tras la donación a la medicina. Aunque el tema aún es poco conocido o rechazado, en regiones como Estados Unidos y Europa hay legislaciones que lo permiten e incluso invitan a la población a hacerlo. En el caso de México hay una estricta reglamentación para donar un cuerpo.
El Programa de Donación de Cuerpos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) les permite a las personas acudir para legalizar su voluntad tras el deceso. El programa, como en Europa y Estados Unidos, promueve la donación para que los cadáveres tengan un uso en la docencia e investigación de las ciencias médicas.
Este acto se realiza “a través de la donación voluntaria y altruista, cumpliendo con el trato ético del material biológico, siguiendo los lineamientos legales, respaldado por la Facultad de Medicina de la UNAM”, indica el reglamento de la institución.
Convencidos de contribuir a la medicina
Las personas interesadas en donar su cuerpo tras la muerte deben solicitar una cita para acudir a las oficinas del programa, donde tienen una charla con los responsables del programa, con una duración de 15 a 25 minutos, y cuyo objetivo es explicar en qué consiste el proceso, aclarar sus fundamentos legales, los criterios que les permitirán entrar o no al programa, así como aclarar todas las dudas de los candidatos a donantes. La información también puede proporcionarse por medio de una llamada telefónica o videollamada.
“El programa de la Facultad de Medicina de la UNAM nace por la necesidad que tenemos en la formación de nuevos médicos y por ello contar con material biológico humano para su estudio en anatomía”, indica el doctor Alberto Manuel Ángeles Castellanos, responsable del Programa de Donación de Cuerpos.
El también experto en ciencias biomédicas por la UNAM añade que “los cuerpos donados también se usan en la materia de Cirugía y en posgrado”. Además, dice que el programa, registrado ante la Secretaría de Salud, busca recibir el mayor número de cuerpos que ayuden a desarrollar cada vez más adelantos científicos.
“Este programa tiene todos los aspectos legales desde su inicio y busca invitar a las personas a donar su cuerpo para el estudio y la investigación, en especial de la escuela de medicina de la UNAM”, indica.
Tras charlar con los candidatos, se solicita la firma del donante y de dos familiares que fungen como testigos en un documento de donación, para que tras la muerte el programa pueda disponer del cuerpo.
Cuando el donante no tiene familiares, se recurre a los vecinos y amigos para que sean ellos los que se hagan responsables de entregar el cuerpo a la UNAM cuando la persona fallezca.
Ángeles Castellanos explica que en México y Latinoamérica hay cierta idiosincrasia respecto a la muerte. “Se quiere ir a adorar el cuerpo después de la muerte a un panteón; sin embargo, quienes desean convertirse en donantes llegan al programa convencidos de lo que van a hacer. Generalmente nos dicen: ‘Quiero entregar mi cuerpo porque servirá a la ciencia’”.
También hay donantes cuyo propósito es “no dejarle problemas a la familia”; es decir, gastos funerarios, comenta el responsable del programa. Por lo que hay ocasiones en que algunos familiares no están convencidos de la acción del donante y causan conflictos que retrasan la entrega del cadáver.
Como resultado, hay casos en los que no se lleva a cabo la donación y, aunque la UNAM podría intervenir legalmente al tener un documento firmado, opta por mantenerse al margen y no continuar con el proceso.
En otras ocasiones, familias completas (padres e hijos) son donantes convencidos de querer contribuir a la ciencia. Hasta 2024, el Programa de Donación de Cuerpos tenía unos 1,700 donadores que cumplieron el proceso legal. “Es preciso mencionar que son más mujeres que hombres quienes donan su cuerpo”, añade Ángeles Castellanos.
Dos tipos de donaciones
En este programa ocurren dos tipos de donaciones: la permanente consiste en que la universidad se queda con el cadáver y es la encargada de darle un destino final; es decir, tras su uso científico se procede a la incineración.
La segunda donación es la temporal y es la que más aceptación tiene entre los familiares. El cuerpo se mantiene en el programa de dos a diez años (el donante elige el tiempo), y tras ese periodo, la familia asiste a identificar el cuerpo, verifica que el cadáver se trató ética y adecuadamente. El cuerpo se crema y se entregan las cenizas a la familia.
Es necesario mencionar, señala el doctor, que el cuerpo no se entrega. Es una regla inobjetable que, tras su uso, se debe incinerar y devolver únicamente las cenizas.
Ángeles Castellanos enfatiza que, gracias a los cuerpos donados, no solamente se les enseña a los estudiantes de medicina de primer año y a quienes llevan cursos quirúrgicos de posgrado, sino que existe la propuesta para que se prueben tipos de prótesis en ellos porque, con frecuencia, esta experimentación se realiza en la población europea o estadounidense, cuya morfología es distinta de la de los mexicanos.
¿Cómo son conservados los cuerpos donados a la ciencia?
Para que un cuerpo pueda usarse por la ciencia, debe entregarse en un tiempo no mayor de 24 horas tras la muerte, para dar paso a un proceso de conservación que consiste en verter en el cadáver una solución hecha a base de alcoholes.
“Este procedimiento de embalsamado permite que el cuerpo esté hasta diez años en condiciones adecuadas. Aquí, en el área de anatomía, tenemos un cadáver cuyos médicos que lo disecaron ya fallecieron y este continúa en excelente estado, tiene aproximadamente 25 años gracias a esta técnica”, argumenta el experto.
El doctor Ángeles Castellanos habló también de la motivación de los donantes. “Cada quien tiene un motivo diferente. Algunos de ellos dicen que esa es la única manera de entrar a la universidad”, comenta. Ha escuchado a quien dice: “Yo siempre quise ir a la universidad y creo que a través de esta donación voy a entrar en ella”. El médico confiesa que llegó a pensar que lo decían en tono de broma, pero descubrió que no es así.
Otro argumento constante para donar el cuerpo es la economía del donante, ya que el proceso funerario es costoso, particularmente tras la pandemia.
En una donación de cuerpo, es la universidad la que corre con los gastos. Las personas también llegan a decidir donar su cuerpo cuando no tienen familia y consideran que es adecuando que su cadáver se quede en la universidad de manera indefinida.
Además, si el cuerpo no es incinerado tras años de uso, se traslada a la serie osteológica del Departamento de Anatomía de la UNAM, considerada una de las colecciones más importantes del mundo, y con ello también se contribuye a realizar estudios antropológicos.
En tanto, cada voluntario debe tomar en cuenta que hay un criterio de exclusión para no ser candidato a donador.
“Están restringidos aquellos cuerpos que padecieron enfermedades infectocontagiosas, una regla impuesta por la Secretaría de Salud. Salvo dicha situación, todo el que quiera puede dejar un legado a la ciencia con un valor principalmente moral”.
Donar el cuerpo a la ciencia, ¿un dilema moral?
Con frecuencia son los mismos médicos los que deciden donar su cuerpo a la ciencia. Ángeles Castellanos recuerda con entusiasmo que uno de los primeros donadores del programa fue un sacerdote, quien continúa haciendo promoción de la donación en la iglesia a la que sirve. “Porque es un convencido de que los cuerpos no van al cielo, va el espíritu”, añade.
Han pasado ocho años desde el inicio del Programa de Donación de Cuerpos y cada vez más la gente se convence de sumarse al proyecto. Ello sucede muchas veces al vivir la experiencia de ser familiar de un donante. Incluso, menciona el doctor, hay personas que llegan a la institución para conversar con el cuerpo de su ser querido.
“Tenemos a una señora que visita con frecuencia a su mamá. Ella nos dice: ‘Ya vine a platicar con mi mamá’. Ella se siente bien porque su familiar haya donado su cuerpo. Por ello, para sumar nuevos donadores, también damos pláticas en hospitales, sobre todo en aquellos de alta concentración”, indica Ángeles Castellanos.
La aceptación del programa es alta, añade el doctor, porque a diario entre cinco y seis personas llaman para obtener informes del proceso y cada semana hay entre dos y tres que acuden a firmar y hacer legal su decisión de ser donante. Ángeles Castellanos hace énfasis en la idea de que, al donar el cuerpo, también se salvan vidas gracias a la investigación y educación de los futuros médicos.
El Programa de Donación de Cuerpos se convirtió en un modelo para diversas universidades del país, incluidas la Universidad Autónoma de Nuevo León, la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y la Universidad de Guadalajara.
Sobre el tema, la doctora Jennifer Hincapié Sánchez, directora del Programa Universitario de Bioética, comenta antes, los cuerpos que se usaban para la ciencia eran donados por el Ministerio Público; sin embargo, la normativa cambió y actualmente esta práctica no está permitida.
De esta manera, “este mecanismo en el que la ciudadanía puede donar su cuerpo es de suma importancia porque, en primer lugar, sensibiliza a los estudiantes en cuanto al trato digno que deben darle a un cadáver que se ofrece como un espacio de experimentación y aprendizaje, y, en segundo, permite a los investigadores hacer estudios analíticos y prevenir ciertos patrones en México”, señala la especialista.
La también filósofa enfatiza en que la donación de cuerpos en varias ocasiones se puede convertir en un dilema moral por parte de quienes se encuentran alrededor del donante. Las preguntas, dice, que se incluyen con frecuencia son: ¿cómo será el duelo?, ¿cómo será el sepelio?, ¿no habrá un funeral?
“También se suma la creencia religiosa que señala que Dios nos espera en el cielo y, si nuestro cuerpo no está íntegro, no nos va a recibir. Por ello debemos tener conciencia del aporte que se le hace a la ciencia para el progreso biomédico”.
Hincapié Sánchez es donadora del programa y enfatiza en que ha trabajado en sensibilizar a su familia tras esta decisión, para que comprenda que dicha acción se basa en uno de sus principales propósitos de vida: enseñar y dar clases, esa es su vocación. “Y si yo puedo seguir dando clases, trascender en mi vocación aun después de mi fallecimiento, lo voy a hacer”, sentencia la doctora.
Cumplir un deseo y respetar la última voluntad
Cuando una persona decide informarse acerca de la donación de cuerpos, casi siempre tiene la duda de si su cuerpo será maltratado o usado de forma “deshonrosa”. Ante ello, la doctora explica que los estudiantes que disponen del cuerpo siempre están acompañados por los maestros de cada aula para hacer sus prácticas.
Así también en la investigación, añade, el trato que se le da a un cuerpo es digno y respetuoso. La doctora señala que prefiere que se puedan hacer prácticas e investigación en un cuerpo tras la muerte, antes de hacerlas en personas vivas.
A este tipo de decisión cada día se unen más personas de distintos niveles socioeconómicos, además de quienes tienen un gran aprecio por la UNAM. Todas las personas quieren que la ciencia siga desarrollándose en México.
Es así como, con la donación, no solamente se aporta al conocimiento y crecimiento de la medicina, concluye la doctora, sino que se dignifica la memoria de las personas que físicamente ya no están. “Por ello no está mal cumplir ese deseo y respetar la voluntad de ser donador”.