‘Enchúlame la silla’: la iniciativa que enseña mecánica a personas con discapacidad y las emplea

Animal Político
06 diciembre 2025

A lo largo de 20 años han logrado reparar más de 3 mil sillas de ruedas, pero también han brindado capacidad y autonomía a personas con discapacidad

Liliana vive con discapacidad motriz desde los 17 años, cuando recibió un impacto de bala en la columna vertebral. Desde entonces utiliza silla de ruedas, y gracias al apoyo de la asociación Autonomía, Libertad en Movimiento (ALEM) aprendió de mecánica y tapicería para reparar aparatos de asistencia para la movilidad.

“Quedé cuadrapléjica, y ahí dio un giro mi vida, pero tenía una hija y aunque estaba cañón decidí salir adelante. Tuve el deseo de volver a lo que hacía antes, entonces empecé otra vez en la música, a hacer deporte y a trabajar como comerciante”, cuenta Liliana, quien actualmente tiene 44 años.

Fue a través de un grupo deportivo de personas con discapacidad que hace quince años conoció a los fundadores de ALEM y que se sumó a la iniciativa “Enchúlame la silla”. Empezó aprendiendo la reparación de su aparato de asistencia y luego fue capacitándose para la rehabilitación de otros modelos.

“Estos años han sido de retos para mí, pero ahora puedo usar una soldadora, puedo hacer un torno o renovar tapicería gracias a todos los talleres que hicieron cosas increíbles conmigo, me convertí en un as de todo porque ALEM me ha dado muchas herramientas, incluso el aprender administración”, comenta.

20 años de inclusión social y laboral de personas con discapacidad

La asociación ALEM nació en 2005 en Cuernavaca, Morelos, y actualmente tiene presencia también en Guerrero, Tlaxcala, Puebla y Veracruz, aunque también realizan visitas en otros estados para apoyar con la reparación de sillas de ruedas y andaderas.

Magdalena Solano, cofundadora de la asociación junto a Erik Friend y Eduardo Garduño, explica que todo inició a partir de un proyecto llamado Hábitat, con el que apoyaban a personas de localidades marginadas para la construcción de vivienda, “y así comenzamos a darnos cuenta que había mucho tabú en torno a las personas con discapacidad“.

Socióloga de profesión, Solano sintió inquietud por el hecho de que estas personas “eran resguardadas en sus casas, no tenían participación comunitaria ni una inclusión, y Lalo, siendo una persona con distrofia muscular, había experimentado lo que esto implicaba, y entonces nos pusimos a pensar qué se podía hacer”.

“Empezamos con la idea de una bicicleta recumbente que se movía con las manos y obtuvimos un apoyo para el primer prototipo, y a la gente le encantó, sobre todo a la población adulta mayor, pero no podían entrar a la casa con ella, o al súper, además de que en Cuernavaca hay muchas subidas y bajadas en las calles”, recuerda.

A partir de este desarrollo, algunas personas se acercaron con ellos para preguntarles si podían apoyarlos con la reparación de sillas de ruedas y poco a poco comenzaron a profesionalizarse en ello.

De acuerdo con Magdalena, la labor que realizan no solo es importante por las capacidades y autonomía que da a las personas con discapacidad que forman parte de ‘Enchúlame la silla’, sino porque para ellas y ellos resulta caro adquirir uno de estos aparatos necesarios para su movilidad, por lo que cuando se descomponen no es sencillo adquirir otro.

“Mucha gente no puede comprar una silla nueva, y aunque hay donaciones, no siempre es sencillo encontrarlas. Por eso aprendimos a prueba y error sobre las telas más resistentes para la tapicería, las medidas de los baleros y dónde conseguirlos”.

El trabajo en red ha permitido que ‘Enchúlame la silla’ siga creciendo

La activista detalla que a partir de un evento en el que coincidieron con el Club de Rotarios lograron una alianza que les ha permitido ampliar el proyecto.

“Nos acercamos y les dijimos ‘oigan, ustedes están donando sillas y nosotros las estamos reparando, en muchas ocasiones nos llegan modelos de los que ustedes dan, ¿no podríamos hacer algo juntos?’ Y así nació este segundo momento del proyecto en el que tenemos subvención para materiales y para poder llevar nuestro trabajo a más lugares, donde cobramos solo una cuota de recuperación para mantener al equipo de mecánicos”, comenta.

Además de “enchular” los aparatos de asistencia con reparaciones mecánicas, las personas con discapacidad que se suman a la iniciativa reciben capacitación adicional para que estos aprendizajes se conviertan en una posibilidad de empleo.

En el caso de Liliana, el aprender administración como parte del proyecto le permitió transitar de ser comerciante a asistente en ALEM, algo que “a lo mejor a veces es un dolor de cabeza, pero me ha dado herramientas y la seguridad de que puedo lograr cualquier cosa sin límites“.

En los veinte años que lleva la organización, Magdalena calcula que han reparado más de 3 mil sillas en su taller y en diferentes localidades. Dependiendo de la complejidad de las rehabilitaciones y de los mecánicos que estén, pueden llegar a terminar con 50 en un día.

“Compartimos nuestro conocimiento, aunque a veces lo que se complica es no tener el material, pero tenemos el compromiso de integrar nuevos miembros y enseñarles, porque al final lo que buscamos no es sólo reparar, sino el actuar con amor hacia el prójimo y hacia la movilidad, que es la esencia del proyecto, hacer comunidad”, afirma.

¿Te interesa apoyar al equipo de ALEM o solicitar sus servicios? En sus redes sociales y página de internet, la asociación cuenta con un catálogo de sillas de ruedas “enchuladas” de segunda mano que pueden comprar, así como de refacciones.

También pueden contactarlos a través de estos medios para conocer el calendario de sus próximas actividades o la posibilidad de que acudan con su taller a nuevos lugares.