Extorsión: Sufren las iglesias

08 noviembre 2015

"Amenaza y agrede el crimen organizado a los representantes de las diferentes religiones. Los ministros tienen que huir, e incluso las fiestas patronales tienen que ser suspendidas ante el acoso de sicarios al servicios del narco, quienes exigen el pa"

Ignacio Alvarado Álvarez/UNIV

En Ciudad Juárez más de 100 ministros de la Iglesia evangélica huyeron este año para no ser asesinados tras rechazar el pago de cuotas, y un sacerdote católico tuvo que emprender la retirada después de que su templo fue incendiado por el crimen organizado.
En Michoacán, las fiestas populares para festejar a los santos patronos fueron interrumpidas porque narcotraficantes locales exigen dinero para autorizarlas, mientras que en Tamaulipas las misas de noche se han suprimido ante posibles ataques contra fieles y curas.
La vida de los religiosos está igualmente amenazada en varias zonas de Jalisco, Nayarit, Durango, Coahuila, Nuevo León, Morelos, Chiapas y Estado de México, de acuerdo con testimonios brindados por algunos de sus representantes.
Ninguno de ellos, sin embargo, ha solicitado formalmente intervenciones policiacas. Van, en este sendero nuevo hacia el infierno, con la buena de Dios.
"La mayoría de los obispos han sido muy claros en esto: no se trata de pedir protección para los sacerdotes, sino buscar la seguridad para el pueblo en general", dice Víctor René Rodríguez Gómez, secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano.
Los embates de grupos criminales contra sacerdotes y ministros ocurren a mitad de la campaña anticrimen orquestada por el Presidente Felipe Calderón. Son, dice Arturo Farela, presidente de la Cofraternidad Nacional de Iglesias Cristianas y Evangélicas, Cofraternice, el nuevo peldaño escalado por la delincuencia.
"Creo que el Presidente de la República no está informado de lo que está sucediendo realmente. Nos congratulamos con estas reuniones que él está convocando con distintos organismos de la sociedad, pero creo que esto debió hacerlo antes de empezar esta guerra", sostuvo.
Con 25 millones de fieles y 50 mil ministros de culto, la Iglesia evangélica sufre la peor parte de los ataques. De acuerdo con Farela, muchos pastores han decidido pagar cuota después de que algunos de ellos, o sus hijos, fueron asesinados tras negarse al soborno.
En Chihuahua y Ciudad Juárez, donde manejan centros de rehabilitación, grupos armados han irrumpido también para consumar masacres de hasta 18 personas. "La situación es muy preocupante, pero la gran mayoría de los pastores evangélicos hemos decidido no huir", señaló.

Dictadura del terror

La última semana de julio, Farela tomó un vuelo con rumbo a Ciudad Juárez. Sabía, dijo, que la situación en la frontera era grave, pero se quedó corto en sus informes.
"Yo tenía datos, antes de ir, de que unos 10 pastores estaban siendo extorsionados y cuando llego allá me dicen: no, pastor, son más de 100 los que han tenido que moverse tras ser amenazados".
Farela sostuvo encuentros masivos con ministros de su iglesia durante su breve estancia por la ciudad. En uno de ellos, con 400 pastores, fue enterado a detalle de la forma en que están siendo victimizados.
"Hay ministros que están pagando cuota. Hay ministros que han sido amenazados más de una vez. Hay uno que me dijo que le pidieron 10 mil pesos mensuales, luego de contar las sillas que había en el ministerio, que es de 500 personas", señaló.
El miedo entre los pastores aumentó desde abril, cuando el hijo de uno de ellos, Eduardo García, dirigente de la iglesia Centro Cristiano de Fe, fue acribillado por no negarse al soborno.
Situaciones similares se viven en Tamaulipas, Nuevo León y Michoacán, dice Farela, lo cual atribuye a la impunidad.
De ello, el presidente de Cofraternice da un ejemplo:
"Uno de nuestros pastores fue tomado en equis ciudad; lo vio un hermano al ser levantado y fue a poner la denuncia ante la autoridad ministerial. Cuando regresó a su casa, los que habían secuestrado al pastor fueron por el hermano a llevárselo también. Desde entonces no sabemos nada de ninguno de los dos. Hay un contubernio. Es gravísimo esto".

A Dios rezando...

El vicario de la Diócesis de Nuevo Laredo, Alberto Monjarás, describe un escenario terrible, en el que la autoridad está diluida y el crimen enardecido.
"Vivimos en la incertidumbre, con temor, sin ningún apoyo, sin ningún ambiente de gobierno que garantice la paz de todos los ciudadanos. Estamos en manos de sicarios", dice. Algunos sacerdotes de la zona han cancelado misas después de las seis de la tarde, tras recibir amenazas de masacres en los templos. En medio de ello, hay quienes aprovechan para tratar de sacarles dinero, vendiéndoles protección.
"Al armar ambientes de pánico, la ciudad luce vacía. No hay transporte, se cierran los caminos y nadie sabe decir lo que pasa. Las misas en algunas iglesias se han suspendido porque 'nadie debe andar fuera', dicen las amenazas que llegan por internet. Pero la respuesta de la autoridad es que todo está bien", cuenta el sacerdote.
Lo más grave, sin embargo, ocurre en la diócesis vecina de Matamoros.
"Allá", dice Monjarás, "la extorsión a los párrocos ha sido mucho más directa, y por instrucciones del obispo se han suspendido también las misas de noche. En Miguel Alemán y La Ribereña, la situación es tan difícil que se han dejado de celebrar misas debido a las amenazas de los grupos del crimen organizado".
Las decisiones son abruptas, reconoce Monjarás, pero no hay alternativas.
"La infiltración en altas esferas del gobierno es elevada; el gobierno está en manos del hampa y todo ello se oculta, no se dice, porque también los periódicos callan por miedo. Los narcos tienen la sartén por el mango. Hacen lo que les da la gana", señaló.
La frontera de Tamaulipas es apenas una de muchas regiones en las que la Iglesia católica resiente embates de presuntos narcotraficantes en posesión territorial.
Los sacerdotes deben lidiar de manera cotidiana con amenazas e intentos de extorsión en localidades de Michoacán, Morelos, Jalisco, Coahuila, Chihuahua, Estado de México y Chiapas, dice Víctor René Rodríguez, secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano.
"Hablamos no solamente de cierta amenaza sino de presión para exigir, en ocasiones, alguna extorsión con tal de dejarlos en paz a cambio de alguna cantidad de dinero, o amenazando su seguridad", precisó.
Casos extremos se han presentado en Michoacán, donde las fiestas patronales en pueblos están suspendidas.
"El día de la celebración llegan representantes de estos grupos y reclaman: 'o dando tanto o no se puede hacer esta fiesta porque nosotros no la hemos autorizado'. Así, con una amenaza y un cumplimiento efectivo, es que los obispos han optado por reducir las celebraciones de fiestas patronales al ámbito estrictamente religioso", dice Rodríguez.
Son disposiciones adoptadas por otras diócesis en comunidades alejadas de las grandes poblaciones de Chihuahua, Durango, Jalisco y Nayarit, agrega, "donde estos grupos criminales suelen cumplir sus amenazas".

¿Narcos o impostores?

La exigencia de cuota a párrocos de la Diócesis de Guadalajara es quizá la más escandalosa del País.
"Las solicitudes han estado más altas, no se quedan en los cinco mil o diez mil pesos: han pedido hasta 50 mil pesos", señaló el sacerdote Antonio Gutiérrez, vocero de la Diócesis.
Se trata de una amenaza nueva, que ocurre mayoritariamente en la ciudad. Este año, refiere Gutiérrez, se tienen informes de seis casos, pero muchos otros quedan sin delatarse "porque algunos padres mejor se quedan callados", afirmó.
En el norte de Jalisco y parte de la sierra de Nayarit, colindante con el estado, hasta donde alcanzan las demarcaciones de la diócesis, la historia de amenazas contra curas data de más de una década.
En tales regiones, dice el vocero, no hay propiamente un intento de extorsión sino "indicaciones" de narcotraficantes para que no se les mencione en misa o se incluya en sermones advertencias para que los jóvenes se alejen de la droga.
En diez años, tres sacerdotes murieron en accidentes Hay quienes "se los han querido atribuir al narco, como consecuencia de que alguno de ellos no guardó silencio o hizo algo que no les pareciera, pero no ha sido comprobado. La sospecha, sin embargo, no se elimina", afirmó.
Gutiérrez cree, pese a todo, que los intentos de extorsión y las amenazas que sufren en Guadalajara provienen de criminales de ocasión y no de la delincuencia organizada.
"Creo que si fueran del crimen organizado cumplirían algún tipo de amenazas, porque ellos actúan, dicho entre comillas, profesionalmente y con un sacerdote continuarían su chante, sus amenazas y sus intimidaciones", dijo.
Como sea, la iglesia "era un nicho de mercado que no estaba siendo abordado y ellos piensan que aquí, a lo mejor, hay dinero porque en cada homilía recibimos efectivo, pero en realidad no: la crisis nos ha afectado a todos".
En Ciudad Juárez, el vocero de la Diócesis local piensa de manera parecida.
"A mí me han sorprendido las declaraciones de los señores obispos", dice Eziquio Trevizo, refiriéndose a las denuncias públicas realizadas desde abril por autoridades eclesiásticas.
"Al menos en nuestra zona eso no ocurre, porque aquí, en Juárez, no hemos tenido una presión especial en esta línea de acción", aseguró.
Trevizo despacha desde el templo Jesús Maestro, localizado en un fraccionamiento de clase media al norte de la ciudad, en donde asesinatos de alto impacto han sido permanentes durante años, incluyendo ataques contra policías federales, hospedados en las inmediaciones.
En medio de tal circunstancia, dice que él mismo puede ser objeto de asalto o robo dentro de su mismo despacho, pero no por ello deben inducirse la idea de que se trata de crimen organizado.
"Yo más bien creo que tenemos que distinguir bien, ya sea a nivel nacional o local, de lo que se trata. Aquí más bien es la delincuencia común, que tampoco sé porqué se le llama común la que tiene en jaque a la ciudad", precisa.
El Viernes Santo, la comunidad católica de El Porvenir, comunidad distante 90 kilómetros al oriente de Ciudad Juárez, fue sorprendida al amanecer por el incendio de la parroquia local.
Los pobladores han vivido allí asolados por grupos armados los últimos dos años y medio.
"Qué triste que hasta la casa donde se reúnen los hijos de Dios con la esperanza, no solamente de pedir por sus propias vidas y sus familias, sino también para pedir por el perdón de los pecadores y de los que están ocasionando tanto mal, les priven del lugar a donde puedan ir a pedir también por los que provocan el mal", dijo en su misa del día siguiente Renato Ascencio León, obispo local.
El mismo jerarca refirió, en su primera misa de agosto, que él mismo fue víctima de intento de extorsión. Pero, de acuerdo con su vocero, detrás del atentado contra la parroquia de El Porvenir, así como de la llamada criminal al Obispo, el narco es inocente.
"El caso de la parroquia lo atendí directamente. Es un caso que quedó pendiente y que la cosa está remotísimamente lejos de responder a lo que se denomina crimen organizado. Más bien las investigaciones apuntaban en otra dirección, poco más familiar, más por ahí", afirmó.
"Respecto a las extorsiones, simplemente llaman por teléfono y sencillamente no saben ni a quién. Entonces, en ese sentido, aquí han llamado y dicen, como dijeron al Obispo: 'tenemos a sus hijos y su esposa'. Todo eso es, propiamente hablando, un ataque directo a la iglesia, pero no de la delincuencia organizada", aseguró.

PERSEGUIDOS
Las amenazas del crimen organizado a los sacerdotes. 
- Más de 100 ministros evangélicos huyeron de Ciudad Juárez para no ser asesinados. 
- En Matamoros se suspendieron las misas de noche para preservar la seguridad de sacerdotes. En Miguel Alemán y La Ribereña dejaron de celebrar eucaristías debido al temor de ataques del crimen organizado. 
- Las amenazas y extorsiones se multiplican en varias regiones de Chihuahua, Michoacán, Jalisco, Nayarit, Durango, Coahuila, Nuevo León, Morelos, Chiapas y estado de México, de acuerdo con representantes de iglesias.

"Hablamos no solamente de cierta amenaza sino de presión para exigir, en ocasiones, alguna extorsión con tal de dejarlos en paz a cambio de alguna cantidad de dinero, o amenazando su seguridad".
Víctor René Rodríguez
Secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano.