Se equivocaron al rechazar el dialogo

UNIV
06 noviembre 2015

"Antes del mitin del 27, el CNH se negó, por votación, a cualquier posibilidad de negociar 'con el Estado burgués'"

MÉXICO (UNIV)._ Y fue hasta el día 31 del conflicto, cuando aquél 22 de agosto, desde Bucareli, el centro de control del Gobierno federal, la Secretaría de Gobernación, reaccionó por fin y ofreció dialogar con los estudiantes para dar solución al problema que alteraba todo.
Pero la invitación sólo fue una golondrina sin rumbo en el verano del 68. Y los jóvenes la dejaron ir, al no aceptar lo que había dado vida a su activismo, negociar su pliego petitorio.
Tres votos, en el Consejo Nacional de Huelga, la madrugada del 26 de agosto, dieron la mayoría al sector radical, que se negaba a los contactos preliminares del diálogo, pues así rechazaba "al Estado burgués y sus instituciones", explica Gilberto Guevara Niebla, en su libro "La libertad nunca se olvida; Memoria del 68".
Eso fue entrar a un callejón político que no tendría salida. El líder culpa a moderados priistas que súbitamente votaron como de izquierda radical: Sócrates Campos Lemus, Fernando Hernández Zárate, José Nazar, Áyax Segura, Sóstenes Torrecillas.
A la par, el CNH, la dirección colectiva de 150 mil estudiantes, preparaba su segunda gran manifestación al Zócalo, de proporciones "monstruo", como decían los jóvenes.
Tenían el impulso de la gran marcha anterior, del día 13, y del debate multitudinario en Ciudad Universitaria del día 20, al que no acudieron los legisladores federales para los que se pensó la reunión

Mítines
Los mítines fueron ocasión para que brotara la inconformidad y el movimiento estudiantil adquirió carácter de proceso contra el gobierno.
El la explanada de Rectoría de la Universidad Nacional, los estudiantes se reunieron con maestros. Los más reconocidos eran Eli de Gortari, Heberto Castillo y Fausto Trejo, quienes serían presos en Lecumberri.
Con la voz del PAN, participó el joven abogado Diego Fernández de Cevallos, un militante con arrestos como para imponerse a la agresividad de los radicales, ante 20 mil personas. Ese fue el debut y despedida panista del movimiento del 68 que capitalizaría la izquierda.
Los argumentos políticos empezaron a aderezar, a opacar en parte, las seis peticiones básicas, una de ellas, destituir a los jefes de Policía, causantes de la crisis; éstos generales terminaron el sexenio en sus puestos.

Búsqueda del diálogo
Dialogar con el gobierno era la demanda enarbolada a lo largo del mes. Negociar cara a cara y en público, esto es, en presencia de periodistas, con difusión a través de radio y televisión. Sin embargo, el comunicado de Gobernación para un "diálogo sereno", sólo se refirió a "cambiar impresiones" con "maestros y estudiantes", sin más compromiso con "ellos", que atender "las sugerencias que hagan".
Desde Bucareli, "alguien" los buscó por teléfono, a través de delegados que caerían en sospecha, sin proponer método ni cita explícita.
El gobierno que había descalificado las protestas como impulsadas por intereses extranjeros para dañar al país, cambiaba su juego y buscaba interlocutores "sin resentimientos".
El CNH se rehusó a tomar las llamadas telefónicas, o sea, se cerró, según porque no estaba preparado para negociar. La votación de la asamblea fue de 79 contra 76 delegados, la madrugada del 26 de agosto, narra Guevara Niebla.
Dice: fue el más grave error del movimiento del 68.
En tanto, soldados y policías, durante los días del 20 al 26 de agosto, siguieron a la caza de brigadistas que informaban de la manifestación sin pedir permiso, del 27, la cual dejaría una guardia "permanente" en el Zócalo.
El movimiento estudiantil subía al clímax. Iba a rebasar al Presidente de una República en la que nada se había movido hasta entonces, sin su voluntad de Gran Tlatoani.