El eco de la guerra resuena en Badiraguato, la tierra de ‘El Chapo’

Daniela Flores
04 octubre 2025

Desplazados de comunidades de La Tuna, La Palma y El Chorro, en Badiraguato, hoy buscan refugio en Culiacán, lejos del fuego cruzado del Cártel de Sinaloa

Salieron sin mirar atrás, en medio de la lluvia que caía sin pausa sobre su comunidad en Badiraguato.

Caminaron bajo el agua, por más de una hora, cuidándose de los drones que ahora sobrevuelan la sierra, hasta que las camionetas con gente desconocida los recogieron.

Hoy, son desplazados de El Chorro, La Palma y La Tuna, el pueblo que vio nacer a Joaquín “El Chapo” Guzmán, comunidades donde desde hace semanas se libra una guerra interna entre grupos del Cártel de Sinaloa.

“[Salimos] por la violencia. Estábamos entre la guerra ahí”, cuenta María [nombre ficticio], habitante de El Chorro, mientras sostiene la bolsa de despensa que la Secretaría de Bienestar y Desarrollo Sustentable le entregó en Culiacán, donde ahora buscan refugio.

“Nada más escuchábamos. No vimos, escuchamos los disparos, las bombas que tiraban desde drones”, recordó.

“Allá nos sacaron mojados, salimos bañados de la lluvia... no dieron chance de sacar nada. Nos sacaron unas camionetas que andaban ahí, nos subieron y nos llevaron. Gente desconocida”.

Llegaron de noche, cerca de las 11:00, tan solo con ropa prestada. Son unas 10 familias que ahora se alojan en una casa de Culiacán.

En El Chorro quedaban unas 15 familias, pero la mayoría ya salió.

“Familia de uno se fue con los otros [familiares], se llevó un puño de gente”, relató María.

Antes de que arreciara la guerra, cuenta que los dejaron sin luz ni Internet.

“No hay comunicación para allá. Ya teníamos como más de un mes sin comunicación... nos cortaron el Internet, todo, para que no nos comunicáramos con nadie”, lamentó.

“Nos pusieron la luz cuando más o menos se compuso la cosa y el otro día la volvieron a quitar y ya no la pusieron, nos tenían a oscuras”.

María no sabe de dónde era la mujer que le avisó del apoyo que da dando el gobierno a los desplazados, pero se anotó en la lista para merecer unas cobijas, algún abanico y un catre.

Comenta que en la sierra de Badiraguato ya había guerra, pero desde hace unas semanas arreció.

“Empezó antes pero se calmó y volvió otra vez. Pero empezó ahora más fuerte, más fuerte la guerra”, sostiene.

Desde hace tres semanas, Josefa [nombre ficticio] también bajó de La Tuna.

Dice que cuando llegaron las fuerzas armadas no hubo necesidad de aviso, solo el instinto de sobrevivir.

“Se tiene que salir... porque ya ves que tiran para donde sea, ya ves aquí [en Culiacán]”, expresó.

“Es que las fuerzas armadas llegaron allá y uno tiene que salirse, no ocupan que le digan a uno”.

Suspira antes de continuar.

“Mucho que perder oiga, animalitos, y luego maíz sembrado y todo eso, comida, frijol, chile, tomate. Todo lo que siembra uno allá”.