No debería haber violencia en el intento de conseguir una entrevista

Noroeste
09 noviembre 2025

Los que tenemos muchos años en el periodismo nos hemos curtido en el aspecto de lo rudo y hasta agresiva que se puede tornar una situación en una cobertura, pero irónicamente no nos referimos a una situación de violencia, de crimen o de inseguridad, sino al trabajo y lo que se enfrenta al tratar de hacer una entrevista a quien no desea ser entrevistado.

Podríamos pensar que si alguien no quiere ser entrevistado, pues no se le debe entrevistar y ya, pero debemos aclarar que este caso funciona o es válido sólo cuando son particulares, no es válido cuando son personajes públicos, sobre todo funcionarios del Gobierno, que deben estar sometidos al escrutinio público y en teoría deben informar sobre todo lo relacionado con su función para la que fue designado.

Este jueves vivimos una situación de ese tipo en Culiacán, al culminar el evento de entrega de patrullas y motocicletas a corporaciones de seguridad, donde representantes de los medios de comunicación locales buscaron al Secretario de Seguridad Pública del Estado, Óscar Rentería Schazarino, para una entrevista.

El titular de la SSPE condujo a los reporteros a un espacio más amplio para comenzar a atenderlos, momento para el cual se debe señalar que del evento ya se habían retirado tanto el Gobernador Rubén Rocha Moya como los policías que recibieron las patrullas.

Lo que sucedió es que los cuatro agentes de seguridad que escoltaban al Secretario buscaron impedir que los periodistas se acercaran al funcionario, y lo hicieron de la manera ruda de abrir sus brazos con fuerza para cerrar el perímetro del funcionario.

Esa acción de abrir espacio le costó un golpe fuerte en el costado del pecho a nuestra reportera y un empujón para un periodista de una televisora y otro de un portal.

Acciones que hicieron que los periodistas reclamaran de inmediato y fue el propio Secretario quien le pidió al agente dar espacio a los periodistas, concediendo finalmente la entrevista pero rehuyendo contestar las preguntas que se le realizaban y apegándose al discurso oficial sobre los esfuerzos que se realizan para contener el crimen organizado.

La pregunta que subió la tensión fue sobre los actos de corrupción dentro del Penal de Aguaruto y qué acciones se tomarían para atenderlos, cuestionamiento al que respondió evasivamente.

En ese momento el Secretario comenzó a caminar y, como suele suceder en ese tipo de entrevistas, llamadas “banqueteras”, el grupo de reporteros comenzó a seguirle el paso, pero de nueva cuenta los cuatro agentes desplegaron un cerco flanqueando al funcionario dos por delante y dos por detrás.

En el intento de insistir con otras preguntas una reportera de otro periódico reclamó al Secretario que su equipo la agredió, mientras que una periodista de televisión le dijo que los reporteros no estaban intentando hacerle daño como para accionar así su dispositivo de seguridad.

Ya en esas acciones, de nuevo el reportero televisivo que ya había sido empujado antes buscó alcanzar al Secretario, pero el agente que anteriormente lo había empujado ahora lo toma de la muñeca para apartarlo del camino, y éste responde pidiendo que no se le toque. En ese momento el Secretario se detiene a unos metros de su camioneta, le pide a su equipo espacio y por fin atiende a los reporteros y responde directamente a los cuestionamientos.

Al finalizar las preguntas, el funcionario promete que revisarán lo sucedió y que no es instrucción suya evitar entrevistas con los medios de comunicación. Acto seguido se retira.

Algunos reporteros se quedaron comentando la situación y los golpes que habían recibido, y con ellos se acerca la vocera de la Secretaría de Seguridad, quien los escucha unos momentos sobre cómo se requiere que sea la comunicación institucional.

Se le pide una conferencia quincenal y rechaza la propuesta, también se le pide que mande material del Secretario informando de los hechos cuando hay algo que informar y lo rechaza.

Al final les señala a los periodistas que, como recomendación en confianza, ven que los medios se arrebatan la palabra al entrevistar y que eso altera el ambiente, también comenta que ella está al tanto de lo que los medios necesitan y que si no es suficiente lo que ella puede compartirles, sugiere que entonces se hagan solicitudes de acceso a la información.

Después de los hechos, ese mismo día, nuestra reportera recibió una llamada del Instituto de Protección a Periodistas del estado, para recabar información acerca de lo sucedido.

Así la narración de lo que ocurrió este jueves, al buscar una entrevista con un servidor público. De lo cual debemos decir no es la primera vez que en lugar de información o en el intento por conseguirla recibimos codazos, empujones y hasta golpes.

Prácticamente a todos los que somos o hemos sido reporteros nos ha pasado. Sabemos que estamos expuestos a eso y mucho más, pues solemos estar presentes en momentos álgidos, difíciles o devastadores.

Pero es importante aclarar que esto no son gajes del oficio o no deberían serlo. Los periodistas lo que buscamos es información, sobre todo cuando vemos a un funcionario que no se caracteriza por darla, ni por estar presente en ruedas de prensa o mantener una relación constante con la prensa.

No descartamos que volvamos a vivir situaciones similares, por desgracia, pero consideramos que ya hay demasiada violencia en nuestro entorno como para agregar esta.