Amapas

18 abril 2019

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Editorial

Pareciera que de repente, la realidad nos arroja con tragedias sin tomar un descanso.
 
Recientemente hemos conocido del incendio de Notre Dame y del suicidio de Alan García, ex Presidente del Perú, hecho que impacta, independientemente si era o no culpable de delitos de corrupción de los que se le acusaba. Impacta.
 
Pero también tenemos nuestras tragedias locales: desplazados por la violencia, víctimas de desaparición forzada, homicidios, feminicidios, asaltos a mano armada, niños y niñas desprotegidos, pobreza, hambre. Naciones indígenas que cada día pelean por su lengua, por su territorio, por sus costumbres. Y encima, la clase política que no evoluciona y que se dedica a buscar el poder por el poder.
 
En medio de todo eso, en estos días florecieron las amapas en Culiacán y otra conversación se dio.
 
De un día a otro comenzamos a admirar estas plantas nativas de Sinaloa por diversos puntos de la ciudad. Fotografías de flores rosas y amarillas comenzaron a compartirse en las redes sociales.
 
Los culichis hallaron en su ciudad otro tema para hablar muy distinto al de la violencia que tras un siglo de imperio criminal nos ha estigmatizado.
 
No se trata solo de amapas, de plantas de colores que están en la calle, sino de lo que representan. El florecimiento de estas plantas nos genera un entorno en el que la belleza se despliega. Nos da un contexto en el que respiramos paz y nos brinda colores que nos recuperan la esperanza.
 
Es la confirmación de que la paz es real y se alcanza, en parte, cambiando nuestros entornos, nuestro ambiente, nuestras calles y colonias.
 
Las amapas son eso, son resiliencia.