Cobrar, la tarea

Editorial
22 marzo 2022

Mucho se ha insistido, y nunca hay que dejar de hacerlo, de la responsabilidad que tiene el Estado, en cualquiera de sus niveles, de garantizar que los servicios públicos siempre estén funcionando de manera correcta.

En los diferentes niveles de Gobierno, hay partidas asignadas para que esos servicios funcionen de manera correcta y se deberían respetar. Aunque en ocasiones, hay gobernantes, ya sea del nivel federal, estatal o municipal, que optan por asignar los recursos a otras tareas en detrimento de los servicios que han estado obligados a dar.

Por esa razón, el ciudadano se desencanta de cómo administran los recursos públicos y en ocasiones, decide dejar de pagar los impuestos que está, también, obligado a cubrir.

Una mejor gobernanza requiere del compromiso de las dos partes, de quien gobierna y de quien es gobernado, de cumplir con las responsabilidades que les toca. La falla de uno de los dos conlleva al deterioro de la calidad de vida de su comunidad.

Por esa razón, hay municipios donde su calidad de vida es inferior porque el propósito de gobernar, de cumplir con las leyes pero también la de administrar bien un municipio, se ha perdido.

Por eso, para el ciudadano, le resulta difícil cumplir con su responsabilidad, la de pagar sus impuestos para que los servicios que necesita se cumplan, porque simplemente no le llegan. Y ante la falta de recursos, los gobiernos tienen cada vez más dificultades para cumplir con su responsabilidad. Un círculo vicioso, pues.

Las administraciones deben tomar decisiones, que les permita hacerse de los recursos que demanda para cumplir con su tarea. Deben cobrar, pues. Pero también, deben cumplir con la parte que le corresponda y entender que la exigencia de que haya servicios, y de calidad, siempre estará ahí.

Un Gobierno será recordado de lo bien o mal que haya atendido el tema de los servicios públicos. Y si no hace bien su tarea, la de administrar de forma eficiente, el resultado es más que previsible.