Latinoamérica mira al pasado

22 julio 2018

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Editorial

El Siglo 20 fue testigo de la barbarie en numerosos países latinoamericanos, la ausencia de legalidad y la abundancia de dictadores y guerras internas sirvió para que nos endilgaran el apodo de “repúblicas bananeras”.
La muerte y los regímenes totalitarios se pasearon desde México hasta la Tierra del Fuego, con menor o mayor nivel de violencia.
Desde la dictadura de partido en México, a los levantamientos armados en Guatemala, Nicaragua, El Salvador, la Cuba comunista y dictadores en Brasil, Bolivia, Paraguay, Argentina y Chile, nuestro signo fue la represión y la violencia.
Llegó el Siglo 21 y la inestabilidad parecía cosa del pasado, quizá con la excepción de Cuba y el resurgimiento de la violencia como marca del Estado en Venezuela, la mayoría de los países latinoamericanos apostaron por la democracia.
Sin embargo, hoy, Nicaragua parece haber retrocedido en el tiempo, como si hubiera estado encapsulado en el tiempo, Daniel Ortega, un viejo guerrillero del siglo pasado ha recalado al poder y ha querido regresar a su país a los tiempos de la represión.
Ortega, devenido en Presidente infinito, cuenta en su hoja de lucha la victoria en contra del régimen de la familia Somoza, dictadores que se pasaban el poder como si se tratara de una dinastía adueñada de un país.
Pero la gesta parece haberse convertido en una maldición reincidente, la violencia ha regresado a las calles, los muertos a las familias, la represión en toda la línea, con hombres encapuchados sembrando el terror en los pueblos.
Y sentado en el poder, el héroe se ha convertido en el dictador que tanto detestaba.

 

La responsabilidad es de todos, es tiempo de que los países latinoamericanos asuman la tarea de proteger la estabilidad de una región entera y la protección de los nicaragüenses de un guerrillero convertido en el dictador al que combatió.