Los dos países

Editorial
18 marzo 2021

Hace tiempo que México es dos méxicos, o quizá múltiples méxicos. Detrás del “México fachada”, el de los gobiernos federal, estatal y municipal, el del Ejército y la Armada, el de la justicia y las instituciones siempre hay otro México que juega con sus propias reglas.

Debajo de ese México hay un enorme territorio donde manda el crimen organizado, extensas porciones del territorio mexicano se escapan al “México fachada” y se entra en la “tierra de nadie”, donde gobierna el capo de moda o el grupo que ha surgido ganador del último enfrentamiento.

Y nos podemos topar, también, con los “múltiples méxicos”, aquellos lugares donde se traslapan en un mismo territorio, los gobiernos establecidos, un cártel o, incluso, varios carteles en un mismo sitio.

Y hace tiempo también que los mexicanos hemos aprendido a vivir en esos distintos países contenidos en uno mismo, aunque no siempre con éxito, debido a las constantes bajas, incidentes, encontronazos de la sociedad con los delincuentes.

Los lugares más peligrosos generalmente son las fronteras entre esos mundos, allá donde dos o más carteles luchan a sangre y fuego por controlar una zona, unos por ampliar su territorio, otros por conservarlo.

El problema de esa refriega infinita, de esos reacomodos permanentes, el más vulnerable es el que está atrapado entre esos universos paralelos: el ciudadano, el civil, el desarmado, el que no tiene vela en el entierro y casi siempre termina pagando los platos rotos.

Ayer, el General Gen Van Klerk, jefe del Comando Norte de Estados Unidos, aseguró que el 30 o 35 por ciento del territorio mexicano está controlado por la delincuencia organizada, un dato que se antoja pequeño.

En este momento no hay en México ningún espacio, ningún estado, ningún municipio sin la presencia de la delincuencia organizada, hace mucho tiempo que se instalaron en todos los méxicos posibles.