Restaurar los penales
Entre toda la cadena de problemas que tiene la inseguridad en Sinaloa, uno de los eslabones más delicados, entre varios muy delicados, se encuentra el de los penales, principalmente el de Culiacán.
Desde hace mucho tiempo, estudios de organizaciones y organismos oficiales han advertido de las condiciones que se tienen en el Penal de Aguaruto, que en algún momento se atribuía a la sobrepoblación.
Aunque la carga de personas privadas de la libertad sigue siendo alta, se ha despejado y los mismos problemas siguen presentes.
Basta que las autoridades decidan hacer una inspección en su interior y ya ni siquiera sorprende que haya internos con posesión de armas largas y cortas, explosivos y hasta sistemas de comunicación.
Y no sorprende porque no importa quien esté al frente del sistema carcelario en Sinaloa, pues las armas, drogas y objetos que aparentemente están prohibidos, seguirán ingresando y llegando a manos de quienes han sido procesados por delitos relacionados con el crimen organizado.
El sistema penitenciario no está funcionando, no sólo en Sinaloa, sino en todo el País porque siguen aquejando los mismos problemas, sobre todo los administrados por las autoridades locales.
Y no funcionan por los sistemas de corrupción establecidos desde hace muchos años que han permitido que en el interior de las cárceles haya autogobiernos y sean los presos condenados por hechos criminales los que manden y dispongan dentro de los reclusorios.
El autogobierno es una situación que a las autoridades les cuesta trabajo reconocer, sobre todo cuando queda en entredicho su autoridad.
Pero es evidente que esa condición prevalece en la misma medida en que en cada operativo y pese a cambios de mandos, las armas, las drogas, los equipos de comunicación y hasta sistemas satelitales, siguen entrando a penales como Aguaruto como si no hubiera controles.
Muchas tareas tiene Sinaloa y una a la que le tiene que entrar desde el Gobernador hasta el Congreso, es pensar y transformar y reformar el sistema penitenciario de la entidad y apostar por que sean realmente espacios reformadores. Porque hasta ahora, todo sigue igual.