Agustín Carstens encabeza a los funcionarios del Gobierno mexicano que niegan la grave realidad de la economía mexicana. Los mexicanos suelen minimizar u ocultar la verdadera situación de la salud pública del País

22 agosto 2009

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Noroeste / Pedro Guevara

Agustín Carstens encabeza a los funcionarios del Gobierno mexicano que niegan la grave realidad de la economía mexicana.
A diferencia de los funcionarios de la mayoría de las economías más ricas los mexicanos suelen minimizar u ocultar la verdadera situación de la salud pública del País.
Mientras Obama, Sarkozy, Rodríguez Zapatero y otros jefes de Estado de las primeras economías del mundo hablan frecuentemente de las muy serias dificultades económicas de sus países, los funcionarios mexicanos siempre nos dicen que no estamos tan mal, que ya nos estamos recuperando, que ya vamos en buen camino, etcétera.
Será por razones políticas o psicológicas, pero lo cierto es que los mexicanos tienen una inocultable debilidad por mentir o disfrazar la realidad.
Si los mexicanos en general usamos muchas máscaras, como diría Octavio Paz, los políticos nacionales gozan en su repertorio de muchas más.
Nada les hace cambiar su forma de ver las cosas. A pesar de la severa derrota política que padeció el PAN por el mal estado de la economía y no centrar su discurso central de campaña en ella, insisten en ocultar la realidad.
Llama aun más la atención que las declaraciones y opiniones de los funcionarios de gobierno sean refutadas por la información que emanan de las instituciones públicas.
Es decir, por un lado, aparecen las declaraciones políticas, velando la realidad o tratando de desviarla, y por otro, se publican, sin recovecos o desviaciones, las estadísticas de los organismos que se encargan de monitorear y medir las cuentas nacionales.
Hace tan solo unos días Carstens, utilizando uno más de sus sofismas, decía que la economía mexicana iba a tener una recuperación más lenta que la de otros países latinoamericanos debido a nuestra dependencia de la economía de Estados Unidos.
Con esa declaración, en apariencia realista porque reconoce la dependencia, en realidad lo que se pretende es, nuevamente, ocultar la realidad.
El Secretario de Hacienda pretende hacernos creer que ya nos estamos recuperando aunque sea lentamente.
No pasó más de una semana cuando el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, INEGI, el pasado 20 de agosto, revelara la cifras de la peor caída trimestral de la economía mexicana en 28 años; es decir, no hay indicio alguno de recuperación, ni siquiera lento.
Con la excepción del sector agropecuario, el cual subió 1.3 por ciento, el industrial y el de servicios siguen en el precipicio, con caídas respectivas de 10.7 por ciento y 9 por ciento.
En lo que sí tienen razón Agustín Carstens es reconocer nuestra dependencia de Estados Unidos; pero si sabemos que en ese país, a pesar de que el índice de precios en la venta de casas experimenta una tenue recuperación, por ejemplo, en California aumentó uno por ciento el precio de las viviendas nuevas el pasado trimestre, por otro lado, el desempleo en la misma industria de la construcción continúa; se perdieron en ella 76 mil empleos nacionalmente.
Y mientras el desempleo aumente no podrá haber recuperación o solo será parcial.
El promedio de desempleo en julio en Estados Unidos, según el Bureau of Labor Statistics, fue de 9.4 por ciento.
Ese mes se perdieron nacionalmente 247 mil empleos, y de mayo a julio el promedio fue de 331 mil.
El desempleo por género, edad y grupo nacional y o racial fue el siguiente:
Hombres adultos 9.8 por ciento, mujeres adultas 7.5 por ciento, adolescentes 23.8 por ciento, blancos 8.6 por ciento, negros 14.5 por ciento, hispanos 12.3 por ciento y asiáticos 8.3 por ciento.
Una subcategoría que no entra en esas estadísticas pero que es muy importante para la economía mexicana es la de los trabajadores indocumentados.
Entre ellos, sin que haya estadísticas precisas, el desempleo es aun mayor que el de cualquier otro sector.
A nivel mundial, es precisamente ese sector el más golpeado por la crisis económica.
Según un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, OCDE, "Perspectivas de la migración internacional", publicado en junio de 2009, los trabajadores inmigrantes fueron los primeros en perder sus empleos, lo que hace que el nivel de desempleo entre esa población es prácticamente el doble en España, Irlanda y Gran Bretaña desde que comenzó la crisis.
En el primer trimestre de 2009, la tasa de desempleo de los inmigrantes en España fue de 27.1 por ciento, frente a 15.2 por ciento para la mano de obra española.
En ese país, el índice de desempleo de los trabajadores inmigrantes originarios del África llegó a un 42 por ciento en el primer trimestre de 2009.
En Francia, la tasa de desempleo de los inmigrantes alcanzó el 14 por ciento para el mismo periodo. Lo fue de 8.2 por ciento para las personas nacidas en Francia.
El informe de la OCDE revela también que aunque sea muy pronto para observar una tendencia en los flujos migratorios, en algunos países "comienza a haber signos de un retroceso en los ingresos" de los inmigrantes.
Según las proyecciones más recientes, la OCDE prevé para sus 30 países miembros que la tasa de desempleo total aumente a fines de 2010 al 9.8 por ciento, frente al 6 por ciento en 2008, pasando así de 34 millones a 56 millones de desempleados.
Otro efecto negativo de la crisis ha sido el que las remesas hacia los países periféricos, que en 2008 totalizaron 305 mil millones de dólares, comenzaron a disminuir en el segundo semestre de 2008.
El Banco mundial prevé una disminución de esos envíos de entre el 5 por ciento y el 8 por ciento en 2009.
En México durante el primer trimestre de 11.8 por ciento; es decir una cifra mayor al promedio mundial.
Y en mayo, la caída sí fue catastrófica: 19.9 por ciento.Según el BBVA el envío de remesas a México podría disminuir 4 mil millones de dólares en 2009; es decir, se pasaría de 25.1 mil millones a 21 mil millones de dólares.
A lo anterior, ha de agregarse un dato inédito en las relaciones económicas entre México y Estados Unidos: el envío de remesas de México al vecino del norte.
El tamaño de la crisis estadounidense, que golpea más que nadie a los migrantes mexicanos y latinoamericanos en general, ha llevado a que familias en nuestro País les remitan dinero a sus hijos, hermanos y otros parientes para que sobrevivan al norte de la frontera.
Dice Kent Paterson, articulista del diario La Opinión, publicado en Los Ángeles:
"Surgen algunos informes dispersos que indican que hay mexicanos que envían dinero para ayudar a mantenerse a parientes en Estados Unidos"
De acuerdo con Demetrio Sotomayor Cuéllar, funcionario del departamento estatal de turismo de Chihuahua, un 21 por ciento menos de paisanos cruzaron la frontera en Chihuahua entre el 26 de junio y el 14 de julio en comparación al año pasado.
Esto condujo a una investigación sobre el motivo del declive, dijo Sotomayor. Para su asombro, los funcionarios encontraron que algunos mexicanos sostenían económicamente a parientes migrantes.
"Esto fue algo nunca visto antes", dijo Sotomayor, "los familiares con empleo en México están enviando dinero a aquellos parientes que están sin empleo en los Estados Unidos".
No se sabe todavía cuánto dinero se remite ni si es una vertiente importante de los recursos de los migrantes, pero lo cierto es que estamos ante una situación nunca vista antes que nos dice cuán tan grave es la crisis económica que aun no toca fondo en Estados Unidos.
Mientras así sean las cosas, la recuperación mexicana no podrá venir.