AMLO sabe perfectamente que perdió la elección pero quiere que abran todas las casillas para demostrar que hubo demasiados errores y que se debe anular. Ya empezó a descalificar el recuento parcial como descalificará también el recuento voto p

16 agosto 2006

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Manuel Antonio Díaz Cid

Fuimos educados por 70 años de priismo. Se nos dijo que deberíamos ser de espíritu revolucionario, respetuosos de nuestro marco legal y de las instituciones.
Los gobernantes afirmaban que existía una justicia más allá del derecho y por lo tanto se reservaban la atribución de decidir cuando los problemas sociales, así les decían, necesitaban de la aplicación selectiva de la ley.
¿Cómo fue que se sostuvieron tantos años en el poder si fundaban su gestión en preceptos sin sustento? Opino que porque nos conocían muy bien.
Sabían de nuestras aspiraciones para una vida más cómoda, de nuestro anhelo de seguridad económica, de nuestra esperanza que llegaría nuestro turno de aprovecharnos del sistema.
Nos conocían bien y fomentaban los anhelos burgueses mientras nos decían que éramos liberales y progresistas y que deberíamos vigilar que "la derecha", oscurantista y reaccionaria nunca progresara políticamente. La contradicción es palmaria, sin embargo, comulgamos con esas ruedas de molino durante décadas.
El sistema consagró calidades políticas. La izquierda era el PRI; la derecha: el PAN. El PRI era heredero de los insurgentes, de los hombres de la Reforma y de los caudillos de la Revolución. El PAN había condenado a Hidalgo y a Morelos, había apoyado a Iturbide, a Santana y a Maximiliano; había respaldado a Díaz y a los científicos y apoyado a reaccionarios como Almazán, Enríquez y a Padilla y después a sus propios candidatos. Éstos siempre conservadores, serios y un poco mochos. A la verdadera izquierda se le tachaba de importadora de ideas ajenas o sea de extranjerizante.
Sostener un ideario tan incongruente nos hizo cínicos e incongruentes. Ser perspicaz, ingenioso y malicioso al mismo tiempo que tolerante se volvió virtud. La moralidad, rectitud y honestidad se apreciaban rígidas, intolerantes y sobre todo alejadas de nuestro sentir.
Los mariscales de López Obrador, y él mismo, son ejemplo de las "virtudes" priistas que creíamos superadas mientras que Calderón y su equipo se ven como los viejos panistas. Por eso López Obrador le pone trampas a Calderón y éste cae una y otra vez. Le tira pedradas y todas se las da en la cabeza.
Es imperdonable de Calderón que lo hayan sorprendido en el segundo debate con el cuñado incómodo. Si López Obrador sorprendió nada menos que a Fernández de Ceballos diciéndole que era un viejo rata, que Calderón se presentara la confrontación sin esperar que saliera a relucir lo de su familia política raya en la inocencia. No la es. Lo que pasa es que los viejos panistas se creían intocables porque se autoinmolaban en el altar de la integridad. Sorprendieron a Diego y meses después igualmente a Felipe. Increíble.
López Obrador logra que, maliciosos como somos, dudemos que el proceso electoral haya sido limpio. No obstante que el día de las elecciones fue tranquilo, que la gente votó voluntariamente, que los funcionarios de casilla contaron los votos e hicieron las actas y empaquetaron las boletas y los resultados; no obstante la jornada que todos vimos, ahora creemos que ese universo de ciudadanos, más de un millón entre funcionarios y representantes de partidos, pudo haber sido cooptado.
López Obrador para borrar las dudas del proceso, que han logrado sembrar entre la mayoría, pide el recuento voto por voto, casilla por casilla. Solicita al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que haciendo caso omiso de las condiciones que se deberían cumplir para abrir los paquetes, que los abra porque López Obrador lo solicita y para que cesen las dudas que él mismo sembró.
Invita a Calderón a que se pronuncie por el recuento. Calderón contesta que no es competencia de él ni de los candidatos determinar la apertura. Lo que es cierto. Pero le preguntaron algo de sentido político y contestó en sentido legal. Lo volvieron enredar. Debió haber dicho: "Por mí, cuéntenlos cuantas veces quieran. El Trife sabrá lo que hace".
Como no acepta la invitación de proponer el recuento, entonces, López Obrador lo acusa diciendo: ¿Por qué no acepta? ¿Qué esconde? ¿A qué le tiene miedo? Los partidarios de López Obrador, que más parecen creyentes que partidarios, inmediatamente adoptan la postura insidiosa de: Sí, ¿qué casualidad?
Empieza el recuento y aparecen errores entendibles del conteo hecho por ciudadanos comunes y corrientes. No se aprecia una intención ni tendencia que generara el supuesto fraude. En otras palabras, los ciudadanos no hicimos muy bien las sumas ni las actas pero nadie nos compró.
Así son las reglas, la elección es hecha por ciudadanos y para todo el pueblo. Cuantas veces las hagamos así saldrán. ¿O qué esperaban?
Se abren un conjunto de 500 casillas y en cada una hay un voto demás para uno o para otro candidato. No se hicieron bien las sumas pero la sumatoria no modifica ningún resultado. Entre las 500 hay una en la que descaradamente favorecieron a uno de los candidatos. Muy seguido al del PRI.
Menuda sorpresa se llevará López Obrador si abren todas las casillas porque si ocasionalmente algún panista infló la votación para Calderón, lo que se observa en casillas de zonas eminentemente panistas como Sonora, Jalisco y Baja California:
¿Qué cree que pasará si abrieran las casillas del DF? Que de veras cree que sus partidarios no le dieron una manita donde pudieron. Más le valdría dejar de pedir el recuento total porque saldrá perdedor con más votos que los que arrojó el PREP.
López Obrador sabe perfectamente que perdió la elección pero quiere que abran todas las casillas para demostrar que hubo demasiados errores y que por lo tanto se debe anular. Ya empezó a descalificar el recuento parcial como descalificará también el recuento voto por voto, casilla por casilla.
De llevarse a cabo este proceso, López Obrador perderá pero se quedará con un as en la mano: Que más del 20 por ciento de las casillas tienen errores y por lo tanto demandará al Trife para que anule las elecciones. Eso anda buscando y ninguna otra cosa.