´El roñas´.

17 diciembre 2005

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UNIV/ AP

Cuando aún cursa el año conmemorativo del cuarto centenario de la aparición de la obra "Don Quijote de la Mancha", y precisamente por los acontecimientos que en este aún corriente espacio cronológico se han registrado, no resulta ocioso parafrasear al excelso personaje de Miguel de Cervantes Saavedra, por cuanto a aquella sentencia que reza: "Cosas veredes, Sancho, amigo", y que el ingenioso hidalgo aplicaba cuando trataba de aplacar o de justificar la reacción de asombro de su escudero ante un hecho que, por alguna razón, le parecía insólito.
Sin recorrer mayor retrospectiva, bastaría mencionar algunos de los hechos que tuvieron lugar en el panorama nacional, durante la semana que hoy concluye, para ubicar la adopción de la frase quijotesca, entre los cuales figura el reclamo que Mariano Azuela, magistrado titular de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, dirigió en persona al Presidente Vicente Fox Quesada, por haber cancelado el juicio de desacato en contra de Andrés Manuel López Obrador, después de que la máxima instancia del Poder Judicial de la Federación declaró al entonces Jefe del gobierno del DF, culpable de violar un amparo en el caso del predio El Encino.
Aparentemente, el Jefe del Ejecutivo federal no se inmutó cuando el presidente de la SCJN señaló que esa actitud del gobierno (obviamente, foxista) significaba un riesgo para la nación, al propiciar un estado de impunidad a favor de quienes violen las leyes.
Otro hecho que produjo una buena dosis de asombro, al menos en un sector de la población capitalina, fue el registro de la ex perredista Rosario Robles Berlanga, como precandidata a la Jefatura del Gobierno del Distrito Federal, por el Partido Alternativa Social Demócrata, decisión que la interesada dijo sustentar en su calidad moral para buscar, ahora por la vía del voto, el retorno a un puesto que desempeñó por interinato.
Al menos hay que reconocer que doña Rosario tiene bien blindada su autoestima, y nomás faltó que se postulara para la Presidencia de la República, aspiración que nunca descartó rotundamente durante su gestión al frente del gobierno defeño, cargo en el que hizo un buen papel hasta que el amor, como ella misma lo califica, vulneró sus defensas emocionales y la dejó a la deriva.
Sin embargo, el acto más aleccionador no tuvo que ver ni con la justicia, ni con la política, sino más bien todo lo contrario. Por su naturaleza sui generis, el caso rayaría en lo chusco, si no fuera tan patético, tanto en su desarrollo como en sus conclusiones. Se trata del episodio en el que el principal actor resultó ser Santiago González Osorio, un joven que, hasta el lunes más reciente, sólo era conocido como "el roñas" entre la población recluida en el Centro de Tratamiento Varonil, del DF.
Ahora, "el roñas" es famoso nacionalmente, y, sin duda, más allá de nuestras fronteras. El motivo de su exaltación, como es bien sabido, fue "ponerle" cuernos al Presidente Fox durante la visita que el Primer Mandatario de la nación hizo al mencionado reclusorio juvenil.
Para empezar, y esto lo resaltó el periodista Raimundo Riva Palacio, el hecho de que alguien, ya se trate de "el roñas" o de cualquier otra persona, se haya podido situar a espaldas del Presidente de la República, representa un mayúsculo descuido por parte del Estado Mayor, pues, si en lugar de poner cuernos, la intención o el impulso hubiera revestido mayor agresividad, acaso no hubiera sido posible evitar un desaguisado más grave que el de una irreverencia a la investidura oficial.
Ante la falta cometida por el hoy célebre "roñas", la reacción del presidente Fox denotó una gran capacidad de tolerancia. Sin embargo, su actitud no se interpretó ni como un irrestricto respeto a la libertad de expresión, ni como una manifestación de sentido del humor. La verdad es que una puesta de cuernos en tan elevada situación, no sólo por la estatura física del Mandatario, sino por su máximo cargo nacional, ni corresponde a un derecho de expresión, ni es un acto gracioso, o una osadía admirable.
Ahora, después de publicitar la carta de disculpa que Santiago González Osorio le envió desde el reclusorio, el Presidente Fox dispuso, grandilocuente, que a ese joven no se le hiera ni con el pétalo de una rosa, y que él lo apoyará para que salga cuanto antes de ese centro de rehabilitación.
Si con esa actitud, Fox Quesada pretende aureolarse de magnanimidad, es difícil imaginar en qué grado logrará efecto tal intención. Pero lo que sí se presenta más viable es que se engendre una curiosa moraleja: "Si quieres salir de la prisión, ponle cuernos al Presidente".
No cabe duda que Santiago González Osorio, a su modo, debe y tiene que estar pensando que el Presidente "es un bato bien buena onda". Al menos, ese concepto está garantizado, aunque no todos piensen lo mismo que "el roñas".