Celibato, vocación y castidad
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Es una percepción personal, pero me parece que las declaraciones de Pietro Parolín de que el celibato "no es un dogma de la Iglesia y se puede discutir porque es una tradición eclesiástica", no han tenido el impacto noticioso global que se merecen, a pesar de la importancia y trascendencia de las mismas.
Estamos aquí frente a una norma casi milenaria, que se ha relacionado, no siempre de manera justa, razonada y atinada, con los asuntos, distintos entre sí, de la castidad, la homosexualidad y la pederastia sacerdotal.
También toca al tema de las vocaciones sacerdotales, en la medida que, se piensa, la eliminación del celibato abriría las puertas a más vocaciones. recorEn
suma, que el anuncio de esta apertura a la discusión, el cual no significa necesariamente que el celibato obligatorio para los sacerdotes se vaya a derogar, es una noticia de gran importancia para la vida de la Iglesia católica y para las relaciones de ésta con el mundo. Y, sin embargo, los medios no parecen haberse interesado en ella.
Soy de los que creen que la eliminación de la obligatoriedad del celibato sacerdotal en la Iglesia católica ayudaría a resolver algunos de los problemas relacionados con la sexualidad dentro de su cuerpo sacerdotal.
Por lo menos acabaría con la doble moral y la hipocresía de muchos sacerdotes que cuentan con parejas sentimentales, pero las tienen que disimular ante la población, la cual conoce de las mismas y generalmente "se hace de la vista gorda", con las implicaciones para el respeto a las normas en la vida social.
También creo que ayudaría a muchos sacerdotes a entender un poco más la realidad de la vida marital y familiar de sus feligreses y eliminaría una barrera entre el clero y los laicos dentro de la Iglesia, lo que contribuiría a una comunidad más democrática.
De la misma manera, la eliminación del celibato quizás motivaría a más de un joven que se pudiera sentir atraído por la carrera sacerdotal, pero a la que no se anima por estar en contraposición con su vida amorosa.
Sin embargo, la eliminación del celibato obligatorio no necesariamente es el problema central de la crisis de vocaciones de la Iglesia católica (y de las otras Iglesias) y ciertamente no terminaría con todos los problemas relacionados con la sexualidad en la Iglesia.
Recuerdo una plática hace muchos años sobre el tema del celibato con el entonces Prepósito General de la Compañía de Jesús (recordemos que el Papa Francisco es jesuita), Peter Hans Kolvenbach, un holandés que había hecho parte de su ministerio en el Cercano Oriente.
Y aunque él no parecía totalmente cerrado a la idea de eliminar el celibato, tenía sus dudas de que eso ayudaría a las vocaciones sacerdotales, pues habiendo visto de cerca el desempeño de la Iglesia ortodoxa, se deba cuenta que siendo esa Iglesia más flexible respecto al tema (los sacerdotes ortodoxos pueden casarse antes de recibir las órdenes diaconales), ello no había revertido la crisis vocacional que también la afecta.
Muchos creen también, de manera equivocada, que la eliminación de la obligatoriedad del celibato sacerdotal acabaría con el problema de la pederastia. Lo cual es un grave error, pues es bien sabido que muchos de los pederastas son hombres casados.
La pederastia se ha confundido igualmente con la homosexualidad, pero no hay tampoco una relación directa entre ellas. Insisto: buena parte de los pederastas son hombres casados y con hijos, los cuales son muchas veces las propias víctimas de sus padres (recordemos al famoso criminal Marcial Maciel).
En realidad, el tema de la homosexualidad en el clero católico debería tratarse de manera específica y con la misma liberalidad con la que ahora se aborda el tema del celibato.
Por ejemplo, si se habla de la posibilidad de eliminar el celibato obligatorio, quizás eso debería concernir a los sacerdotes homosexuales, que bien podrían pretender tener su pareja del mismo sexo. Relacionado con ello está el tema de la castidad, tal y como ésta se entiende en distintas religiones e iglesias.
En suma, todo un mundo qué discutir, que las valientes declaraciones de Parolín (seguramente avaladas por el Papa Francisco), nos permiten visualizar.