Cuajimalpa: ¿Accidente?
14 febrero 2015
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Hace dos semanas explotó una pipa repartidora de gas que derrumbó al Hospital Materno Infantil de Cuajimalpa, con saldo trágico de muertos y heridos.Con el sospechosismo que caracteriza a los ciudadanos en este País de mentiras, no me conformo con la información que nos han dado sobre las causas del accidente. Para empezar, no acepto que se trató realmente de un accidente, sino que todo indica que fue una más de esas negligencias que caracterizan a nuestro modo de funcionar, ese modo que tapa un agujerito con un pedazo de chicle, arregla un aparato con un pasador, moja una sábana para tapar la fuga de gas, arregla un corto envolviendo el cable con cinta de plástico, detiene una puerta con un pedazo de cartón o no quita un vidrio roto de una ventana.
Pero, ¿cómo no hacerse este tipo de cuestionamientos cuando el caso del hospital es apenas uno entre muchos? El mismo día de la explosión, una carnicería en Xalapa estalló por gas acumulado, y en Ecatepec, en Mérida y en Ciudad Juárez estallaron tanques de gas en restoranes y changarros donde se preparan alimentos. Y no es todo: un tanque cisterna voló en Cuautitlán Izcalli, mientras los trabajadores lo pintaban y dado que en él se transportaban químicos, al mezclase con los solventes, ocasionaron el estallido; en Celaya hubo una fuga de amoniaco en una empresa proveedora de alimentos congelados; en Hidalgo un tanque de aire estalló mientras cargaban gas, y en todos los casos hubo muertos y heridos.
Por supuesto, éstos no son los únicos eventos de este tipo, son solamente algunos de los que suceden y de los que nos enteramos. Y eso que no estoy hablando de fugas y explosiones originadas por tomas clandestinas o por cargas irregulares que se hacen en tanques de gas, porque eso, por su propia naturaleza, conlleva riesgos; sino que estoy hablando de los casos en que empresas conocidas y supuestamente serias simplemente no le dan mantenimiento a las pipas, a los tanques, a los ductos, a las mangueras o los casos en los que no se tiene cuidado suficiente con el manejo de productos inflamables.
¡Ni 24 horas habían pasado de la tragedia que conmovió al País cuando en un noticiero de la televisión mostraron una fuga tremenda de gas que salía de un camión en una avenida llena de tráfico y el jueves 5 hubo una fuga de gas nada menos que en una guardería del Distrito Federal!
Por eso digo que no son accidentes sino negligencia, descuido, ay se va. Es una forma de comportarse, una cultura que no previene, que no evita, que considera inútil reparar, revisar o cambiar una parte, comprar una pieza nueva.
Pero no es sólo eso. Ya entrados en dudas, me atrevo a preguntar ¿de verdad una explosión como la sucedida en el hospital puede derrumbar así un edificio? ¿No sería que el edificio estaba construido sin las medidas de seguridad y los materiales adecuados y suficientes?
Sabiendo cómo son las cosas en nuestro País, además de echarse encima de la empresa surtidora de gas (con toda la cola que tenía y que apenas ahora, después de la tragedia, la hacen pública, cuando hace mucho se debió intervenir), habría también que indagar a la empresa constructora del nosocomio para saber si puso todas las varillas que había que poner, la cantidad y calidad del cemento y todo lo demás.
La negligencia es uno más de los terribles males de México. Ese mal que hace que dos decenas de bebés mueran en un hospital por falta de cuidados en la higiene de quienes los atienden, que hace que año con año se incendien bosques en el norte y se inunden ciudades en el sur, que hace que personas caigan en zanjas y coladeras porque se dejaron abiertas, se electrocuten por cables pelones.
Pero ya está visto que no aprendemos. Si no lo hicimos con San Juan Ixhuatepec en 1984, Guadalajara en 1992, Tamaulipas en 2012, tampoco lo haremos con Cuajimalpa 2015. Y que me digan pesimista. Yo sólo me considero realista.
Escritora e investigadora en la UNAM
sarasef@prodigy.net.mx
www.sarasefchovich.com