Cuando Jessica Miranda, gerente General de Radio Monitor, me llamó por teléfono...
25 noviembre 2004
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Jaime Félix Pico
Cuando Jessica Miranda, gerente General de Radio Monitor, me llamó por teléfono para proponerme hacerle un perfil a don Arrigo Coen Anitúa, salté de mi asiento, y de inmediato dije que sí, que claro, que cómo no, que nada más faltaba en tratándose de un personaje que he admirado desde hace muchos años, desde que escucho, todos los sábados su programa en Radio Monitor, Redención de Significados.. Un personaje que me ha enseñado lo que quiere decir la palabra merolico que significa charlatán y que viene siendo un vendedor callejero, que usa un lenguaje rebuscados. Me ha enseñado que la o del verbo soldar, cuando queda en el radical, se convierte en ue. Por consiguiente se conjuga: yo sueldo, tú sueldas, él suelda, pero nosotros, sol-da-mos, vosotros sol-dáis. Y que el infinitivo: es soldar. De él hay muchas cosas que decir, que nació en Pavía, Italia, el 10 de mayo de 1913, que se creó con una fuerte influencia mexicana, que desde muy tierna edad quedó al cuidado de su abuela materna y que desde 1916, salvo fugaces visitas a sus abuelos paternos, siempre ha vivido en países de habla hispana. Sé que comenzó a trabajar como redactor de monografías turísticas y que ha sido jefe de redactores en diversas agencias de publicidad nacionales e internacionales. Dicen sus biógrafos, que entre 1963 y 1967, don Arrigo, colaboró en la división latinoamericana de Encyclopedia Británica. Ha dado, también cátedras de estudio filológico del español y de español superior y semántica. Es miembro de la Societé International de Philologie et Linguistique Romanes y autor de tres libros. Entre ellos, El Lenguaje que usted Habla, en dos tomos. Se pueden decir, muchas, muchísimas cosas de don Arrigo, pero prefiero, contarles lo que él mismo me contó de su vida, sus intereses y sus gustos. Todo esto se lo preguntamos, el doctor Goldbard y yo, en una entrevista que le hiciéramos en nuestra estación de radio. Con toda esta información, hoy, miércoles, 14 de noviembre de 2004 a las 18 horas en punto, nos disponemos a rendirle un homenaje a un auténtico Adorador de las Palabras, Arrigo Coen Anitúa. Cuando a los 2 años, las descubrió por primera vez, se enamoró de ellas. Fue precisamente a esa edad que leyó, con todas sus letras, su primera palabra: ¡¡¡o-c-é-a-n-o!!!. Hemos de decir que lo que el pequeño Arrigo había pronunciado, lo había hecho, con acento italiano, de ahí que hubiera pronunciado la c como la ch y sin el acento. ¡¡¡ Ochea-no!!!, repitió con mucha alegría al percatarse el gusto que le provocaba a su madre. En realidad, el hallazgo de Arrigo no la sorprendió mucho, sabía que su hijo, más que acercarse a los juguetes propios de su edad, para entonces ya se había hecho amigo íntimo de los libros. Bravo, Arrigo, bravísimo, le dijo su mamá con esa maravillosa voz que tenía de Mezzo Soprano. Entonces, ambos vivían en Italia. Gracias a una beca, doña Fanny Anitúa, había ido a ese país para continuar con sus estudios de canto. La primera vez que don Arrigo se enamoró tenía 18 años. Entonces estudiaba en el Colegio Francés de Puente de Alvarado. Estudiaba una carrerita técnica que se llamaba Perito Bancario, que en realidad era contabilidad. Muy cerca de su colegio, había otro plantel, pero en Santa María de la Rivera. Este colegio era de niñas, era le Penssionant de Jeunes Filles du Sacré Coeur. Allí conoció a la que se convertiría en su primera novia. Hubo un coqueteo, lo que se llamaba en aquel entonces un flirteo, dice don Arrigo. El 1 de enero de 1931, la muchacha cumplió 15 años. A pesar de que todavía no le había dado el Sí a don Arrigo, fue invitado. Allí estaba la quinceañera atendiendo a sus invitados. De pronto se acercó a su pretendiente con unos bocadillos que llevaba en la mano: ¿Quieres?, le preguntó. Yo te quiero a ti..., contestó Arrigo con mirada de enamorado. A mí ya me tienes.., respondió ella. Él no lo podía creer. Dicen que casi se ahoga con el bocadillo. Después de tomar un poco de agua, le tomó la mano y le dio un beso. Ya eran novios. A partir de ese día, todos los días se encontraban en San Cosme. En esa época Arrigo escribió unos versos, los cuales se deshizo de ellos, muy pronto, porque, según el lingüista, eran deplorables. Para terminar este tema, don Arrigo dice que el amor, no es más que simplemente química, hormonas y neuronas. Eso es el amor. Andando el tiempo, don Arrigo, continuaba enamorándose de otras muchachas, pero sobre todo de las palabras. Tal vez las que más lo han enamorado han sido las que ha leído en La Biblia, el libro que llevaría a una isla desierta. En el Antiguo Testamento descubrió novela, historia, poesía y todos los demás géneros que siempre le han apasionado. En el Nuevo Testamento descubrió una gran reversión de todo lo que era la antigüedad, descubrió el simbolismo maravilloso que significa La Eucaristía. Si don Arrigo Coen Anitúa no hubiera estudiado para ser el mejor lingüista de México, dice que posiblemente le hubiera gustado haber escogido una profesión que inició con mucho gusto, hace muchos años, pero que desafortunadamente tuvo que renunciar a ella, a él le hubiera gustado haber sido narrador de ópera. De hecho durante la Segunda Guerra Mundial, primero en radio, y después en televisión, fue narrador de la Ópera y también le tocó ser el narrador de los primeros conciertos de la Sinfónica de la Ciudad de México. Don Arrigo no odia ninguna palabra, al contrario, las ama. Porque para él no hay palabras odiosas. La palabra que más le gusta, es cristal, pero pronunciada a la francesa, cristal. En caso en que don Arrigo creyera en un cielo, a él le gustaría, que al llegar, Dios le dijera, lo que le dicen los conductores de Monitor cuando comienza su programa: Bienvenido. Y él maestro en la lengua, le diría. Bien Hallado, aunque no está muy seguro de la trascendencia de la vida. Él es de los que creen que cuando llega el final, se acaba todo. Sin embargo, insistió en decirnos que él es muy respetuoso de las ideas ajenas. Cuando le preguntan ¿qué es el bien?, dice, el bien es todo aquello que nos conduce a la concepción de nuestros fines naturales, pero como es tan respetuoso, está de acuerdo que le agreguen o sobrenaturales. Para él lo que le ofrece la Naturaleza, es precisamente, lo que tiene que aprovechar y de lo único que se tiene que cuidar, es el no abusar. He allí la consigna de su vida, el no abusar. Cree que el orgullo y la vanidad es reprobable, pero también creo que humildad es justicia pero no es abyección. Para él siempre hay un término medio, en donde para arriba se peca y para abajo, se peca, solamente en ese término medio, cuando no se abusa. Por último, don Arrigo, nos dijo, que él disfruta de cada momento de su vida, y que así será hasta que emita el último aliento, también nos dijo, que ama a su mujer actual, a sus cuatro hijos y a todos sus nietos, pero que sobre todo, es un enamorado de las palabras.