Cuarto y quinto paso ¿violencia sanadora?

26 enero 2009

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ERIC VEGA

La madre de Ramiro descubrió que su hijo de dieciséis años fumaba piedra y marihuana. El médico dijo que la piedra funde el cerebro. Desesperada lo castigó, habló con él; nada funcionó.
La vecina le dijo que los del cuarto y quinto paso, un grupo cristiano llamado Amor y Servicio, lo sanarían. Pagó 3 mil pesos. El que trasladó al joven, si llevaba a tres más, no pagaría.
Ramiro llegó al salón de redacción con un cuaderno y la orden de que junto a una veintena de personas escribiera toda su vida: si se masturbaba, si tenía pensamientos impuros, si había pecado.
Si alguna vez fue víctima de violencia, etcétera. Pidió ir al baño, la supervisora le gritó insultándolo; que si no era hombrecito para aguantar.
El cuarto paso consiste en hacer un inventario moral de tu vida y el quinto en contarlo todo frente a desconocidos.
Por la noche les impidieron taparse, tenían que sufrir. Los dos días, sin alimentos, consistieron en humillaciones, cubetazos de agua helada, insultos y humillaciones públicas. Habitaciones sin luz.
Ramiro se negaba a hablar, le gritaron y los guías le forzaron a comer pasto; aterrado, obedeció. Lloró durante horas, llamaba a su madre y el guía le gritó "marica y cobarde".
La idea detrás de estas técnicas de tortura "terapéutica" es lograr que la persona adicta o con problemas, enfrente de una vez por toda su culpa, y Dios le guíe y le de fortaleza.
Luego de 48 horas sin comer, sin líquidos, sin dormir y con el estrés resultante, mucha gente logra hablar con Dios y los Ángeles, ven visiones.
Al salir firman un documento donde juran no contar nada de lo sucedido. Ramiro volvió a casa, escribió su experiencia y se suicidó. Su madre sumida en la culpa recibió amenazas; si denuncia al grupo Amor y Servicio, se le irán encima las huestes de seguidores. Simplemente toma antidepresivos y llora.
Ramiro escribió que se drogaba porque tenía miedo de la violencia de la escuela, de la calle, de la vida. Se sentía solo e incomprendido.
En1949 surgió en Estados Unidos el Modelo Minesota: los 12 pasos de Alcohólicos Anónimos. Millones de personas adictas han sanado con él.
Los 12 pasos pueden durar hasta un año o más. Es un modelo de vida respetuoso de las emociones, que genera procesos de solidaridad y trabaja grupos de contención.
Las grandes clínicas como Oceánica y Monte Fénix, se basan en los 12 pasos profesionalizados médicamente. Al igual que los Centros de Adaptación Juvenil, existen profesionales que ayudan a sanar las adicciones.
Mientras tanto las pirámides del Cuarto y Quinto paso se enriquecen con familias de clase media, les mandan a casa con procesos emocionales abiertos y sin herramientas para sanar.
Las adicciones son una enfermedad que no se puede curar a golpes e insultos. A fines del año 2000 la Secretaría de Salud publicó la Norma Oficial para este tipo de centros.
Pero allí están, ejerciendo violencia, sin supervisión médica y sanitaria. Forzando la religión a golpes como falsa forma de sanación.
La ausencia de servicios profesionales, responsabilidad del Estado, abre la puerta a gurús tramposos que medran a costa de la vida de personas adictas.
Regresar al Siglo XIX es inaceptable. Exijamos menos dinero para la guerra y más para la salud contra las adicciones.

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